El Reino Olvidado

Este diario es la crónica de un país olvidado, el seguimiento de su huella histórica, cultural y artística en España y en Europa.

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Lugar: Bergidum, Asturia, Spain

ex gente susarrorum

viernes, diciembre 22, 2006

El ramo de nochebuena

FUENTE FERNANDEZ, Francisco Javier
Revista Folklore, nº 61, pp. 29-36


INTRODUCCION

El texto que a continuación se va a estudiar y editar por primera vez fue recogido en Siero de la Reina, zona noreste de la provincia de León. Llegó a mis manos de forma casual en el mes de agosto de 1985, y digo casual, ya que en ese momento me encontraba grabando romances en casa de doña Petra Fuente...cuando la conversación derivó hacía los cantares religiosos del municipio. En el repaso que hacíamos a éstos apareció El Ramo de Nochebuena, texto al que ya daba por perdido en este lugar; las personas de más edad que habían sido consultadas no recordaban el texto, aunque si tenían conocimiento de la ceremonia. Tal es así que doña Petra es la única que conserva en el pueblo (en pueblos adyacentes existen otras versiones) el texto en su importantísimo caudal memorístico de literatura tradicional oral. No es de extrañar, porque la recitadora proviene de la familia con mayor abolengo en este campo. Ella recuerda a sus antepasados como familia de recitadores y cantores de la tradición.

Una vez escuchado el texto, doña Petra se ofreció amablemente a transcribirmelo y hete aquí que me encuentro ante él con una triple intención: dar a conocer el texto y la ceremonia a que corresponde, preservarlo de las garras del olvido que está acabando con parte de la tradición popular y realizar un ensayo interpretativo del poema.

Dado que la orientación que voy a imprimir al ensayo va a ser estructural, conviene aclarar que se tratarán aspectos como la descripción de la ceremonia, análisis del contenido, de la estructura, los personajes, entre otros.

La bibliografía especifica sobre los ramos de Navidad es muy escasa y fragmentaria; no obstante, merecen especial atención los trabajos de Fernández Oxeo, Casado Lobato y Alonso Ponga (1).

Y para no cansar de antemano al lector, dejemos los prolegómenos y ofrezcámosle el texto, texto que por el tema se sumerge en el ciclo .navideño, emparienta con la pastorada, autos de Navidad, etc., aunque sea mucho más breve que éstos: Sólo 108 versos cantados en la Misa del Gallo. ¡Que pase el poema!

TEXTO

Gracias a Dios que ya viene
ese señor sacerdote,
el que la misa nos dice
a las doce de la noche.

Tomemos agua bendita 5
que nos sirva de escalera
para subir a los cielos
a ver la sagrada Reina.

Nos santiguamos todos,
la Trinidad invocando, 10
en el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo.

Apártense los señores,
déjennos paso y entrada,
que vamos a visitar 15
a María Inmaculada,

y a darla los buenos días,
que habrá venido cansada,
que ha sido largo el camino,
cinco días de jornada. 20

Camina la Virgen pura
con su esposo y dueño amado
hasta llegar a Belén
el día de veinticuatro.

El día de diecinueve, 25
según la historia lo expresa,
salieron de Nazaret
dejando casa y pobreza,

hasta llegar a Belén
que es una ciudad muy bella, 30
donde los ángeles cantan
y el Niño de Dios se alegra.

Fue San José a la ciudad
Y a la ciudad dio la vuelta
y entre amigos y parientes 35
la posada se la niegan.

Se vuelve para su esposa,
le dice de esta manera,:
-"Sabrás, esposa del alma,
que posada no se encuentra". 40

Y la Virgen le responde:
-" Por eso no tengas pena,
que aquí ha de haber un portal
por no estar a la clemencia".

Se acercaron al portal, 45
aunque sin luces de cera,
fueron tantos los divinos
que a todos les dieron cuenta.

Determinan de cenar
de aquella vianda y pobreza, 50
que es pan y un poco pescado,
que se gastaba en la tierra.

Y después de haber cenado
a Dios las gracias le dieron,
y en medio de esas razones 55
las doce en punto ya dieron,

cuando la Virgen María,
aquella sagrada reina,
dio a luz un hermoso niño,
rey de los cielos y tierra. 60

Consideren los oyentes
la pobreza de María
que ni unos tristes pañales
tan siquiera no tenía.

Aquella humilde señora 65
su misma toca partía
para envolver al infante
que de oro parecía.

Ya bajaron los pastores
de todas las comarquías 70
a ofrecerla ciertos dones
y hasta traerla mantillas.

Las doncellas que habitaban
en tan altas serranías
determinan de bajar 75
a ver la Virgen María:

-" Aquí tienes, Virgen santa,
estas preciosas alhajas
para que hagas a tu hijo
unas muy lucidas fajas". 80

Apártense los señores,
si se quieren apartar,
que va el ramo con sus flores
a las gradas del altar.

Levántate mayordoma 85
con mucha serenidad
y de parte de las mozas
lleva ese ramo al altar.

Las manzanas que traemos
en este lucido ramo 90
son para don Emiliano (2)
que dice Misa de Gallo.

El que la misa nos dijo
con toditos sus modales,
un ángel nos pareció 95
de los cielos celestiales.

El que la misa nos dijo
a las doce de la noche
nos pareció que era un ángel
y era el señor sacerdote. 100

Quédate con Dios, María,
la del rostro cristalino,
échanos la bendición
que nos vamos de camino.

Quédate con Dios, María, 105
esposa de San José,
que hasta la misa del día
no te volvemos a ver.

DESCRIPCION DE LA CEREMONIA

El Ramo de Nochebuena hace referencia a la ceremonia religiosa de tipo popular que se desarrollaba en la Misa del Gallo el día 24 de diciembre. Las vísperas, las mozas de la localidad acudían a casa de la "mayordoma" (cargo que consistía en llevar el cuidado y preparación de los altares menores) donde adornaban el ramo y ensayaban los versos que debían cantar.

El ramo era un triángulo de madera, con unas tablillas sobresalientes colocadas en los catetos, forradas con encaje y alrededor una puntilla bien almidonada y plisada que sobresalía unos seis dedos (sic). En medio de estas tablas laterales aparecen las velas (unas quince), y la parte inferior de la hipotenusa aparece engalanada con manzanas colgando. Toda la madera del triángulo estaba forrada con lienzo y sobre éste se cosían puntillas y adornos con rosas de papel y estrellas. En el centro, por un lado, un paño de color rosa y otro, en el lado opuesto, de color azul; sobre ellos se colocaba un encaje de color transparente y por un lado, con una cinta azul, se formaba una M (María). Este triángulo aparece unido a un mango, que servirá de soporte para llevarlo, mango que se introducirá en un tronco de madera mientras la ceremonia. Concluida ésta, el ramo permanece en la iglesia hasta el día siete de enero en que se desmantela, junto con la "casina". La mayordoma recoge todos los adornos y los guarda para el año siguiente; la madera es retirada a .la oscuridad de la sacristía.

Como se podrá observar, esto tiene muy poco que ver con un ramo vegetal, con lo que sugiere la palabra ramo; por eso Concha Casado dice que:

"El ramo, en un principio, era simplemente una rama de árbol; luego esa rama se fue adornando con cintas, flores, velas, rosquillas, frutas, etc. Estos elementos decorativos pasan después a ser algo esencial, y el ramo vegetal desaparece para convertirse en ramo artificial -en un armazón de tablas- que se cubría y adornaba, transformándose así en un simple soporte de las ofrendas y quedando de él solamente el nombre" (3).

El ramo era portado por la moza mayor del pueblo, escoltada por el coro del resto de las mozas. Una vez en el patio de la iglesia, se esperaba la llegada del sacerdote que abría las puertas y se comenzaba a cantar formando dos coros: unas cantaban un verso y otras el siguiente. Se cantaba hasta el v. 80, a la vez que se penetraba en el interior de la iglesia, colocándose en la parte delantera, mientras los pastores hacían la ofrenda. Comenzaba la misa y al ofertorio se cantaba hasta el v. 92. Mientras tanto, la mayordoma llevaba el ramo hasta el altar, se arrodillaba y el señor cura le daba la bendición. El ramo permanece aquí hasta terminar la misa; concluida ésta, el coro canta la despedida, vv.93-104. Al salir, el pueblo se concentra en las casas, agrupándose por familias, para comer el "morcillón" y celebrar la velada de Nochebuena.

Esta singular y preciosa ceremonia fue suprimida en la década de los cuarenta en Siero de la Reina por el sacerdote riañense Eusebio Ortiz, a quien se debe la eliminación de buena parte de las costumbres populares religiosas o no, en un enfrentamiento continuado con el pueblo. Contrasta esta postura con la defensa que, siete siglos antes, hacia Alfonso X de estas costumbres populares:

"Pero representacion ay que pueden los clerigos fazer, asi como de la nascencia de Nuestro Señor Jesu Christo, en que muestra como el angel vino a los pastores e como les dixo como era Jesu Christo nacido (...) tales cosas como estas que mueven al ome a fazer bien e a aver devocion en la fe, pueden las fazer" (4).

AUTOR Y AMBITO GEOGRAFICO

El poema es de carácter anónimo; ahora bien, habría que suponer en su origen un creador individual, probablemente un clérigo por la presencia de cultismos como "que nos sirva de escalera" (v. 75), “fueron tantos los divinos" (v. 47), "determinan" (v. 75), el hipérbaton de la parte central del relato, así como el acudir a la historia (v. 26) para justificar la datación de los cinco días que es ahistórica; esto último nos recuerda a procedimientos de Berceo o Don Juan Manuel. Una vez creada la obra, la entregará al pueblo, pasando su autor al anonimato (rasgo típicamente medieval) y convirtiéndose la colectividad en el autor-transmisor. Desde ese momento el texto ha rodado en la tradición oral que de forma fehaciente se puede constatar a comienzos del siglo XIX aunque se le pueda atribuir una datación más antigua quizá medieval o renacentista. La pérdida de tales textos ha de deberse -como Donovan supone- a que quizá nunca se escribieron: su transmisión, en muchísimos casos, debió de realizarse sólo por vía oral. Los autos navideños que actualmente se representan en zonas arcaizantes y conservadoras de León, poseen, con toda seguridad, este remoto origen" (5).

La recitadora ha sido Petra Fuente, de 61 años de edad, natural de Siero de la Reina (León), quien aprendió el texto de su abuela y ésta, a su vez, de su madre, según testimonio de la interesada. Era una familia de gran tradición recitadora oral como lo atestigua el sin par repertorio de más de sesenta textos de doña Petra.

El ámbito geográfico, conocido por mi, se encuentra ubicado en las cabeceras del Esla y Cea, en el noreste de la provincia de León. Tengo versiones, además de la de Siero, de Pedrosa del Rey y Burón, así como conocimiento de la ceremonia en otras poblaciones. Parece lógico que esta ceremonia tenga el ámbito mucho más amplio. Esperemos que el desconocimiento que nos embarga sea desvelado por el estudio que está realizando el compañero Joaquín serrano, ya que "los ramos no son exclusivos de la región leonesa, se encuentran en casi toda España y con especial vitalidad aún en Galicia y Asturias" (6).

Lo que no cabe duda, es que este género está enclavado en el neotradicionalismo pidaliano (7), que es una parte del acervo del pueblo y que, de no ser recogido inmediatamente, caerá en el olvido como tiende a caer el romancero oral (mucho más fuerte y extendido), bien por los cambios sociales tan profundos, bien por la falta de rodrigón del texto escrito, ya sea pliego impreso o manuscrito.

CONTENIDO NARRATIVO

El contenido narrativo forma parte de un amplio tema, el de Navidad, que estaría integrado por diversos géneros como el villancico, la pastorada, autos de Navidad...y El Ramo. Este posee fuentes claras, las mismas de la pastorada, es decir, el Evangelio de San Lucas (8). La información que aporta el evangelio es conocida de todos: se refiere al traslado de María y José desde Nazaret a Belén, la búsqueda de posada, el nacimiento del Niño y la ofrenda de los pastores. Dicha información se complementa con otra que es espúrea, como los cinco días de duración del viaje, el cifrar la negación de la posada en los parientes y amigos, la cena y sus viandas (pan y pescado), el partir la toca para hacer pañales, etc. Estos elementos añadidos contribuyen a dar mayor dramatismo al texto, lo hacen más real. Todo el contenido anterior aparece enmarcado por la historia del ramo. En él aparecen las manzanas cuya presencia puede sorprender a quien no conozca la zona y el carácter de literatura abierta de estos textos. La elección de esta fruta, como ofrecimiento al sacerdote, posee su explicación en que en este pueblo y en esta época la única fruta que se conservaba era la manzana de la tierra, de recogida tardía y conservada en la panera de centeno para las grandes solemnidades familiares, como la matanza del cerdo o las fiestas navideñas.

ESTRUCTURA

El texto es un pequeño poema narrativo de 108 versos, con una trama argumental muy sencilla. Hace referencia a una de las numerosas representaciones religiosas, típicamente populares, que otrora se celebraban en la iglesia y que en la actualidad han sido depuradas, consistente en la visita que la parte más representativa del pueblo, por ser ceremonia cantada, las mozas, hace a la Virgen en la Misa de Gallo para saludarla y asistir a su alumbramiento.

Estructuralmente el poema nos recuerda los cuentos de Don Juan Manuel (9) en los que se contaba una historia que funcionaba como marco o encuadre de la principal. Así, nuestro relato se puede dividir en tres partes generales.

El verso uno al veinte se convierte en la introducción que presenta la ceremonia que se va a celebrar, la entrada en la iglesia y la finalidad; es la primera parte del marco. Sigue la parte nucleica del texto (vv. 21-80), el relato del nacimiento, historia principal, para pasar al ofrecimiento del ramo (vv. 18-100) y terminar con la despedida (vv.101-108), subnúcleos que constituyen la segunda parte del encuadre.

Tomando en consideración lo anteriormente expuesto, el discurso narrativo podría quedar esquematizado así :

1. Marco.

1.1. "Deo gratias" por la llegada del sacerdote para celebrar la Misa de Gallo (vv. 1-4).

1.2. Toma de agua bendita y señal de la cruz (vv. 5-12).

1.3. Finalidad de la ceremonia: visitar a María (vv. 13-20).

2. Historia del nacimiento.

2.1. Partida de Nazaret y llegada a Belén (vv. 21-32).

2.2. Negación de la posada (vv. 33-44).

2.3. En el portal:

2.3.1. Cena (vv. 49-52).

2.3.2. Nacimiento (vv. 53-60).

2.3.3. María empaña al Niño (vv. 6968).

3. Marco.

3.1. Ofrecimiento del ramo al sacerdote (vv. 81-100).

3.2. Despedida (vv. 100-108).

Así pues, se puede observar cómo el poema forma una estructura de tipo concéntrico, donde las historias narradas corresponden a estructuras de tipo alfa, en la terminología de Di Stefano, con presentación, nudo y desenlace, a través de una linealidad en el tiempo.

EL NARRADOR

La primera persona del plural, correspondiente al grupo de mozas portadoras del ramo y cantoras del poema, es el narrador. Es pues, un narrador-personaje. Por lo que respecta a su grado de conocimiento, se puede decir que es el omnisciente, por los datos que aporta, por la selección que se realiza, comportándose como un demiurgo que conoce todo y aporta lo que al público y al interés del relato interesa, obviando el resto. A él corresponden noventa y uno de los cíen versos y solamente nueve al estilo directo: diálogo entre San José y la Virgen y ofrecimiento de las doncellas-pastoras. Por otra parte, el punto de vista es favorable al relato y a la situación; evidencian esta predisposición los calificativos: "señor sacerdote" (v. 2), "que habrá venido cansada" (v. 58), "hermoso niño" (v. 59), "que es una ciudad muy bella" (v. 30), "aquella sagrada reina" (v. 58), etc. Será un elemento más que habrá que tener en cuenta para la atribución del poema a una fuente clerical (10) .

LOS PERSONAJES

Siete son los personajes que estructuran el relato, pero no todos están en el mismo plano. El sacerdote, que aparece al comienzo y al final, y el ramo se encuentran en el campo de los personajes fugaces, secundarios, del marco. En la historia principal los ángeles son fugaces, mientras que los pastores son adjuntos que aparecen siempre en este tipo de relatos. Tres protagonistas aparecen: el nosotros, como actores de la historia externa que enmarca el relato central, y la Virgen y San José en la historia fundamental. El Niño se comporta como sujeto pasivo, por tanto secundario y adjunto de los protagonistas.

Todos los personajes aparecen introducidos en el discurso de forma directa por el narrador. Esto no conlleva, como podría parecer, la descripción completa, ya que casi no se ofrecen datos físicos y muy escasos de índole psíquica. Se les podría considerar en la clasificación de Forster como planos. El sacerdote aparece definido por su cometido, "el que la misa nos dice" (v. 4), y comparado con un ángel (v. 91 ). Del "nosotros" sólo podemos deducir que es católico por la toma de agua bendita (v. 5), la señal de la cruz (v. 9), la asistencia a la misa (v. 3), etc. De María se nos ofrece su pobreza (en varias ocasiones), su condición de reina (v. 58), esposa de San José (v. 98), y un rasgo físico: "la del rostro cristalino" (v. 94); la descripción física sólo aparece en otro personaje, pero también mínima: al Niño se le califica de "hermoso" (v. 59), además de "rey" (v. 60). La condición de esposo es la única característica que define a San José (v. 37 ).

Este breve análisis nos conduce a dos evidencias: que el personaje central es la Virgen por ser de ella de quien más información se nos ofrece y que la caracterización física es irrelevante; en general la caracterización es poco importante, porque lo preferente reside en el acontecimiento central: ofrecimiento del ramo y nacimiento de Jesús.

EL TIEMPO

El desarrollo de la intriga coincide con el cronológico-lógico de la fábula (los términos están utilizados en el sentido que Diego Catalán les da). El desarrollo temporal se produce en línea recta, aunque habría que señalar que la historia-marco se interrumpe en el verso ochenta para dar paso a la celebración de la misa y que una vez acabada ésta continúa a partir del verso ochenta y uno.

En un análisis pormenorizado de las formas verbales podemos llegar a los siguientes resultados: 1) predominio del modo indicativo (67,56% de las formas) que revela el deseo de objetividad del narrador, presentar los hechos tal cual sucedieron, en definitiva, el intento de presentar el relato como real, como verdadero; 2) escasa incidencia del subjuntivo, dos formas, siendo necesario destacar que una de ellas, "hagas" (v. 79), posee valor de futuro; 3) aparición de ocho formas de imperativo, cinco con referencia directa al público para hacerle partícipe del relato, llamarle la atención, implicarle, y otras tres dirigidas a la Virgen para hacer más verídico el relato, más familiar, más presente; se intenta un diálogo que no puede existir en un proceso de comunicación unilateral; 4) el tiempo verbal que predomina es el presente (55,40 % ), ya que para captar y mantener la atención del receptor no existe nada mejor que presentar los hechos cercanos a él, introduciéndolo en el desarrollo, si no como protagonista, sí como observador; 5) los imperfectos aparecen en los momentos descriptivos y como éstos son pocos, escasos serán estos tiempos (siete en total); no obstante, la alternancia del presente con el imperfecto sirve para que el público se mueva constantemente entre el pasado y el presente, convirtiéndose éste en un recurso más de llamada de atención; 6) el paso de un acontecimiento a otro, el progreso de la narración se produce con el uso del indefinido que aparece en doce ocasiones entre el verso veintisiete y el noventa y uno; 7) por último, reseñar el valor desplazado del futuro "sabrás" (v. 39) que aparece trasladado al presente y que se convierte en expresión de respeto, de cortesía, de San José hacia su esposa en el difícil momento de comunicarle que la posada les ha sido negada. En síntesis, las formas verbales reflejan el deseo de objetividad del narrador, el intento de presentar la fábula como presente y el deseo de implicar y hacer partícipe de la ceremonia al público. Es lo que se llama adecuación perfecta entre la forma y el contenido.

METRICA

El poema está compuesto en el verso más tradicional y popular (ambos conceptos en sentido pidaliano) de nuestra literatura española, el octosílabo, aunque se deba añadir que dos anomalías se registran: el verso once consta de siete sílabas y el doce de doce; estas imperfecciones son características de la poesía archivada del pueblo y que el rodar de los tiempos no logra subsanar. Evidentemente estos versos son anisosilábicos porque la sintaxis los impele a ello, o dicho de otra forma, porque la expresión no es perfecta. En el cómputo silábico se han tenido en cuenta numerosas sinalefas y el añadir una sílaba más a aquellos que fonéticamente estaban compuestos de siete (vv. 15, 23, 29, 43, etc.). La igualdad de fonemas a partir de la última vocal acentuada sólo alcanza a las vocales, y por tanto es rima asonantada, no siendo uniforme, sino variada, y que aparece en los versos pares. El verso octosílabo, con rima asonante en los pares, aparece en el continente de una de las estrofas que ya están presentes en los primeros vagidos de la literatura española: la copla:

"La jarchya hispanoebrea núm. 4 muestra en la disposición de sus cuatro octosílabos, con asonancia en los pares, la remota antigüedad de la cuarteta popular (...)" (11).

Tanto ésta, como el metro y la rima son de neto sabor popular, como corresponde al poema.

EL RAMO DE NAVIDAD y LA PASTORADA.

Dejando de momento el entronque de ambos textos con el teatro medieval, trataremos de establecer una teoría sobre la génesis de los textos. Concha Casado afirma taxativamente:

"Los tradicionales "Ramos de Nochebuena", que se cantaban en las iglesias de muchos de nuestros pueblos la noche del 24 de diciembre, son testimonio y reflejo de los autos de Navidad medievales" (12).

Estas afirmaciones se alínean con lo que Luis López Santos dice al analizar la estructura de las Pastoradas; en segundo lugar aparecen los ramos:

"2º. Villancicos narrativos- Forman un conjunto de romances y otras formas estróficas, en que los pastores cantan todo el asunto que después han de representar. (Aquí a veces se intercala la Misa de Noche Buena" ). (13).

Observamos aquí cómo la parte central del texto del ramo está presente, así como la intercalación de la misa que en el ramo también se lleva a cabo.

Más adelante Fernández Santos llega a la conclusión de que la escenificación de los pastores es posterior y añadido:

"Que todo ello es añadido y posterior se demuestra por la ilógica e ingenua superposición de lo que ya se ha narrado como sucedido" (14).

Esta dramatización tiene sus raíces en los elementos dramáticos presentes en los ramos y que la pastorada pondrá en escena. No olvidemos que el llevar el ramo, el cantar el texto, el ofrecimiento, la despedida, el diálogo de la Virgen y San José, son todos elementos de carácter representativo. Así, de aquí a la representación de la pastorada cabe sólo un paso.

En el polo opuesto se situarían las teorías de Maximiano Trapero que sostiene que la pastorada es la pervivencia del teatro medieval religioso, aunque como ha demostrado Lázaro Carreter en Castilla no existió dicho teatro medieval. Nos parece más acertada la opinión de Concha Casado de que los ramos son testimonio y reflejo del teatro medieval, pero no la pastorada pervivencia de ese teatro, ya que como se verá más adelante la pastorada tiene su origen en el ramo.

En oposición a López Santos se manifiesta José Luis Alonso Ponga al defender el carácter sustitutorio del ramo y por tanto considerar a éste y a la pastorada como independientes (15). Al contrario, habría que suponer que la pastorada ha sustituido al ramo y que en los lugares donde aún quedan los ramos es porque aquí aún no llegó la pastorada, que habría eliminado o absorbido al ramo.

Todo lo anteriormente expuesto se puede corroborar con el análisis de los textos de algunas pastoradas. En la de Castroponce (16), Quintanilla de los Oteros (17), Acevedo (18), entre otras, aparece en sus inicios el texto del ramo que desarrolla los temas que se dramatizarán con posterioridad. Además, la despedida del ramo se convierte en el elemento estructurador de las despedidas de algunas pastoradas, como las de Villamartín de Don Sancho (19) o la citada por López Santos (20).

Así pues, las pastoradas son textos posteriores a los ramos, pero en ningún caso de origen medieval. No tenemos texto alguno que lo corrobore, como corroboran la tradición medieval oral del romancero los numerosos pliegos del XVI o la presencia de los romances en los cancioneros del XV. Sólo cabría decir que son de origen tardío, probablemente del XIX.

CONCLUSIONES

En una enumeración sintética, las variadas conclusiones a las que se llega se podrían enumerar así:

1ª. El poema es de carácter tradicional.

2ª. La presencia de elementos cultos denotan la autoría de un clérigo en su creación originaria.

3ª Aunque el ámbito geográfico analizado sea pequeño, esta ceremonia y su texto deben estar extendidos a lo largo y ancho de la geografía española.

4º. Que es una muestra más del repertorio navideño.

5ª. Que el poema obedece a una estructura concéntrica.

6ª. Que tanto el narrador, los personajes, los tiempos verbales., como la métrica configuran en perfecta simbiosis un poema narrativo centrado en el tema de Navidad y en el ofrecimiento por la nueva buena del hecho trascendental de la religión católica, y todo ello vertido en el molde métrico de la copla.

7ª. Que el Ramo de Navidad es anterior a la Pastorada, ya que en éste están presentes todos los ingredientes que harán posible la posterior dramatización.

8ª. Que, aunque el poema tenga su origen en el medievo, el texto conservado es mucho más reciente.

Esperemos que el camino haya sido desbrozado y que los abrojos de lo desconocido no impidan determinar en sucesivos estudios los problemas e hipótesis aquí planteados.

____________

(1) ALONSO PONGA, José Luis; "Los Ramos de Alcuetas; Manifestaciones religiosas populares en la Comarca de los Oteros (León)", en Revista de Folklore, Valladolid, nº. 11, 1981, págs. 27-40.

(2) El nombre corresponde al sacerdote que regentaba en aquel momento la parroquia de Siero de la Reina (León).

(3) CASADO, Concha; "El Ramo de Nochebuena en tierras leonesas", en Revista de la Casa de León, Madrid, otoño-invierno, 1980, pág. 5.

(4) Cita tomada de Fernando LAZARO CARRETER: Teatro medieval. Edit. Castalia, Madrid, 1976, pág. 37.

(5) lbidem, págs. 39-40.

(6) CASADO, Concha, op. cit., pág. 5.

(7) Véase Ramón MENENDEZ PIDAL; "Poesía popular y poesía tradicional", en Estudios sobre el Romancero. Edit. Espasa-Calpe, Madrid, 1968, págs. 199-204.

(8) Véase SAN LUCAS: "Nacimiento de Jesús y visita de los pastores (2, 1-15)", en Biblia de Jerusalén. Edit. Desclée de Brouwar, Barcelona, 1971, págs. 199 y 1.367-1.368.

(9) Véase Alfonso I. SOTELO; "Introducción", en El Conde de Lucanor. Edit. Cátedra, Madrid, 1972, págs. 46-51.


(10) Con sentido de hombres de cultura, bien tonsurados o laicos.

(11) NAVARRO TOMAS, Tomás: Métrica Española. Edit. Guadarrama, Madrid, 1974, págs. 44-45.

(12) CASADO, Concha, op. cit., pág. 5.

(13) LOPEZ SANTOS, Luis: "Autos de Nacimiento Leoneses", en Archivos Leoneses, León, nº. 1, 1947, pág. 12.

(14) ibídem, pág. 23.

(15) ALONSO PONGA, José Luis, op. cit., pág. 27.

(16) DIAZ, Joaquín y ALONSO PONGA, José Luis: Autos de Navidad en León y Castilla Edit. Santiago García, León, 1983, págs. 76 y ss.

(17) lbídem, págs. 76 y ss.

(18) Pastorada inédita que pronto verá la luz en edición de Javier Fuente.

(19) ALONSO CORTES, Narciso: Villancicos " representaciones populares de Castilla. Edit. Institución Cultural Simancas, Valladolid, 1982, pág. 138.

(20) LOPEZ SANTOS, Luis, op. cit., pág. 24.

martes, diciembre 19, 2006

La sierra de Béjar y Candelario

Al este de la sierra de la Peña de Francia, la Cordillera Central conforma la sierra de Candelario o sierra de Béjar y Candelario, dado que la capitalidad de la comarca reside en esa ciudad. Es una zona montañosa que separa la región de León de las tierras extremeñas y que, al este, da paso a las tierras abulenses y la sierra de Gredos.

La piedra granítica domina la planta baja de las construcciones, donde aparece, en muchos casos, en forma de sillería, en las esqui­nas y en los vanos, preferentemente. En las plantas superiores encontramos el entramado de madera, que se rellena en unas ocaLa arquitectura de esta comarca, como veremos, difiere en poco de la vista en la Peña de Francia, dominando en muchos casos los edificios de tres plantas con la solana en la superior. La dedicación de una gran parte de la población de la comarca a la industria cha­cinera ha obligado a destinar en las casas un espacio amplio dedi­cado a secadero y cura de estos productos, que se sitúa en la últi­ma planta, a la que se abre la solana. La planta baja se deja para el almacenamiento de los productos agrarios, los aperos y otros ense­res, mientras que la planta primera, y la segunda cuando la hay, se destinan a la vivienda. En los pueblos más rurales las viviendas suelen ser de dos plantas, en las que el corredor o solana aparece con las mismas características.

Los edificios se conservan bastante bien en la mayor parte de los pueblos, pero se están introduciendo muchas e importantes refor­mas, como la incorporación del hierro a las barandillas de las sola­nas, la sustitución la las vigas de madera que sustentan éstas por viguetas de hormigón y la llegada de las carpinterías de aluminio y el fibrocemento.

Territorialidad

La población más importante del territorio es Béjar, importan­te arquerías que dinteles. El número de plantas suele ser de tres y cuatro y en las medianerías se colocan tejas para su protección.

La localidad más interesante desde el punto de vista de la arqui­tectura popular es Candelario. Se encuentra en una ladera de acu­sada pendiente lo que ocasiona calles muy «pindias», que marcan la población al dar una imagen escalonada de las casas; Por las calles descienden las aguas de algunas acequias o fuentes, encau­zadas en canales a uno de sus laterales y su rítmico sonido llega a ser tan importante que forma parte del urbanismo y de la arqui­tectura. Las casas están, por lo general, muy cuidadas y construi­das con gusto y esmero, con cierto aire señorial. En las puertas de entrada aparece un doble portón a media altura y con una forma muy peculiar que permite ventilar el interior sin que accedan a él los animales o las nieves de la calle. Las solanas se protegen por el vuelo del alero. Las medianerías suelen protegerse con tablas yux­tapuestas, lo que ya se vio en la Alberca, o recubriéndolas de tejas.

Cerca de Candelario se sitúan las poblaciones serranas de Navacarros y La Hoya, más pequeñas, sencillas, con una arqui­tectura menos espectacular, pero que sigue las mismas pautas y esquemas, con edificios más pequeños y sencillos en los que des­tacan los grandes bloques de piedra granítica. Las cubiertas son de teja, como en toda la zona, pero aquí algunos faldones aparecen muy prolongados y hay soluciones llamativas en los encuentros de cubierta.

Al sur de Béjar, descendiendo hacia las tierras cacereñas, se encuentran las localidades de Cantagallo y Puerto de Béjar, con una arquitectura menor tanto en tamaño como en volumen, pero resaltando las solanas, en las que la madera de los barandales se ha sustituido por el hierro, y las grandes piedras de granito, que se hacen visibles en las casas que no están encaladas, las menos.

En el valle formado por el río Cuerpo de Hombre, afluente del Alagón, encontramos Montemayor del Río, una población homo­génea adaptada a una ladera que mira a sureste y que desde su mala carretera de acceso ofrece una perspectiva muy elocuente. Las casas son más sencillas que en Candelario, dominando, como en los anteriores, el encalado de las fachadas y las solanas en muchos casos dobles. Las casas tienen por lo general tres plantas, con muros de entramado, relleno de piedra pequeña; las calles, de pen­diente variable, se abren en acogedoras plazas hacia las que se vuel­can los edificios con sus sencillas galerías abiertas; algunas media­nerías se recubren de teja.

Por último citemos La Calzada de Béjar, donde destaca el carác­ter rural, con soportales sobre pilares de piedra, balaustradas de hierro o madera, vuelos del tejado sobre los balcones, algunos din­teles de madera y algo de adobe.


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viernes, diciembre 15, 2006

La sierra de la Peña de Francia

Es la comarca más característica de la tierra salmantina, sobre todo desde el punto de vista turístico, no sólo por el atractivo de sus pueblos, entre los que destaca La Alberca, sino también por la vista que ofrece el mirador de la Peña de Francia, tanto de la lla­nura salmantina como de las Batuecas, las Hurdes y Cáceres.

Es éste un conjunto de valles de rica vegetación situado al sur de la provincia de Salamanca, que linda con la provincia de Cáceres y las Batuecas, limitado al norte por la sierra de Tamames y al este por el río Alagón, afluente del Tajo.

Las construcciones de la zona presentan la característica de tener los muros altos de entramado de madera entre la que se sitúa como relleno un mampuesto de piedra pequeña y, en algunos casos, adobe. Las cubiertas son siempre de teja. La madera es esencial en estos edificios y la más común es el castaño, aunque para algunas partes de los edificios se prefiere la madera de roble, igualmente muy abundante en la comarca.

Al tratar de la casa de la Sierra de la Peña de Francia o de la «casa albercana», como también se la conoce, es imprescindible referirse al trabajo que Lorenzo González Iglesias publicó en el año 1945 (ree­ditado en 1982) y que todavía sigue siendo, como señala L. Feduchi, «primordial» para el conocimiento de este tipo de edificios.

La casa albercana se divide generalmente en tres plantas y bajocu­bierta o sobrado y, como señala L. González Iglesias, se distribuye así: «En la planta baja, la cuadra; en los pisos superiores la vivienda con señala que «en las casas muy humildes, con un solo piso vivienda, la cocina, salas y alcobas se reducen de superficie, y aunque estrecha­mente cubren las necesidades de la familia».

La cocina se sitúa generalmente en la planta superior y es la pieza más característica de este tipo de construcción, L. González Iglesias la describe así:

El techo de la cocina es diáfano, simplemente cruzado por varias vigas, donde apoyan los bastidores de madera llamados cachas, que tupen filas de listones llamados cintas. Estas cachas tienen por misión sustentar los montones de castañas que se almacenan en el sobrado. El humo del hogar sale por los intersicios de las cintas y atraviesa el montón de castañas secándolas.

El hogar es casi centrado en la cocina y sobre el cuelga el lar con su caldero de cobre para cocer las aguas y los forrajes.

El fuego se coloca en una losa de piedra de granito y, para obte­ner la fácil combustión de la leña, los maderos se apoyan, en su extremo que no arde, sobre una placa elevada de granito, inmedia­ta al hogar, que lleva el nombre de tallizo. A uno y otro lado del hogar y junto al tallizo hay dos piedras cilíndricas que denominan tizneros y cuya misión actualmente se ha olvidado, pero acaso sirvieran de apoyo al asador y a los pucheros, pues tiene una cavidad cilíndrica en el remate.

Salvo la parte del hogar y tallizo, el suelo es de tierra apisonada.

Las fachadas de estas construcciones presentan en la planta baja muros de mampostería de piedra, que, generalmente, lleva esqui­nas de sillería y huecos reforzados con grandes piedras. Los muros superiores son de entramado, entre el que se sitúan piedras menu­das rellenas de ripia o ripio (piedras pequeñas que rellenan los hue­cos del mampuesto para que asienten bien). Los cuerpos superio­res van generalmente escalonados, en saledizo.

En la última planta aparece la solana o corredor, balcón útil, que como señala L. González Iglesias sirve

para el aireo de las frutas, bajo la mirada vigilante de la mujer, que toma el sol y trabaja en sus labores ... es una parte imprescindible de la casa, hasta en las mal orientadas, con tal de que no sea fran­camente al norte, y aun en este caso aparece la solana con altura de techo muy reducido y vuelos más acusados para evitar en algo el ímpetu de los vientos.

Hoy los edificios a los que se refieren las descripciones anterio­res han sido sometidos a reformas y modificaciones modernas, en algunos casos para adaptarlos a las comodidades y necesidades actuales, siendo la cocina la que más ha sufrido con la incorpora­ción de las cocinas económicas y de gas. Otros cambios han supuesto, en algunos casos, distorsiones estéticas en los edificios, al sustituir la madera de las barandillas de las solanas por el hierro y al incorporar materiales extraños como el fibrocemento, el alu­minio y las piezas cerámicas de serie, ladrillos y tejas industriales.

Territorialidad

Como se ha apuntado, La Alberca centra y da nombre a la arquitectura de la comarca, siendo destacables tanto los edificios de sus calles principales como la plaza mayor y la de la iglesia, en las que se conservan tanto los materiales como los volúmenes de sus casas, según los esquemas apuntados; los soportales de la plaza mayor marcan el carácter de la población, junto con las solanas de las últimas plantas, el recubrimiento de las medianerías con tablas superpuestas y el empedrado de las calles; éstas son por lo general estrechas, lo que unido a la altura de los edificios produce fuertes claroscuros y una cierta sensación de penumbra, incluso en pleno verano; en esta época se produce un cierto frescor. Es una lástima que la atracción turística de esta población haya convertido algu­nas de las calles y la plaza en un mercadillo permanente que trans­forma y modifica la esencia de la localidad.

Miranda del Castañar es la segunda población en interés en la calles, que en muchos casos impiden el paso de la luz y de los fríos, creándose pasadizos que comunican calles o protegen a las perso­nas que por ellas transitan en momentos de lluvia; aparecen ade­más escaleras exteriores y estrechas callejuelas en cuesta que comu­nican las calles principales. Junto a unas construcciones populares y algo rudas, con un tratamiento bastante escueto, aparecen otras con amplias ornamentaciones y casas blasonadas utilizadas de forma popular. Seguimos encontrando el vuelo escalonado de las plantas, tanto para ampliar la superficie de las habitaciones como para proteger al viandante de la lluvia; cada casa presenta una solu­ción singular para resolver un encuentro, un vuelo, un cobertizo, una esquina, un pasadizo... Es una pena que en esta interesante población se hayan producido numerosas ruinas que la afean y producen una triste sensación de abandono.

Todas las localidades de la sierra de la Peña de Francia poseen una arquitectura especifica y peculiar, que sigue los cánones de la casa albercana, lo que convierte a esta comarca en una de las más interesantes de toda la región leonesa.

En Mogarraz, para salvar los desniveles del terreno, que es algo más accidentado que en los anteriores, aparecen las escaleras exte­riores como acceso a las viviendas, se ven soportales sustentados por pilares de piedra, con capiteles tallados, pareciendo, muchos de ellos, aprovechados de forma anárquica. Las galerías y balcones presentan, en algunos casos, barandales de hierro y los balcones aparecen sobre repisas de piedra.

San Martín del Castañar, situado en un alto, destaca por sus calles tortuosas y su amplia plaza en cuyo centro se encuentra una posterior. Por lo general toda la arquitectura es muy tosca, pero con una base de aprovechamiento de recursos muy fuerte. Hay interesantes galerías en las últimas plantas, algunas de ellas voladas.
Las escaleras exteriores y las calles tortuosas y muy pendientes son la característica de Cepeda, donde también hacen su apari­ción los pasadizos, los pasos volados, los rellenos de mamposte­ría menuda y las solanas; en éstas no vimos los hornos de cuarto de esfera que cita L. Feduchi. Las Casas del Conde, además de mantener las mismas características de toda la comarca, destaca por sus interesantes recovecos y rincones, pasadizos y escaleras exteriores.

El Maíllo, situado en la cara norte de la sierra, está dominado por casas de dos plantas, con solanas en la segunda, que se cubren, por la prolongación del tejado, con barandales de madera o de hie­rro. En los muros medianeros aparece el adobe y, a veces, están recubiertos de teja. Es una arquitectura intermedia entre la vista en comarcas anteriores y la propia arquitectura albercana.

Santibáñez de la Sierra, en el límite de la comarca, camino de Béjar, es otra localidad de interés, con calles en cuesta, muy estre­chas en las que se producen algunos ensanchamientos a modo de plazas, que se convierten en centros de convivencia. Las casas tie­nen escaleras exteriores, muchas llegan a las tres plantas y se adap­tan a la ladera en la que se asienta la población. Hay dinteles de piedra y balcones volados sobre canecillos de madera.

En las medianeras aparece la teja como material de protección, posiblemente por influencia de la cercana Sierra de Béjar y Candelario, en contra de la costumbre albercana del recubrimien­to con tablazón.


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lunes, diciembre 11, 2006

Sierra de Gata y campos de Azaba y Argañán

Ocupan la parte sur de la región de León, formando frontera con Portugal, a occidente, y la provincia de Cáceres, al sur. El territorio no es lo que podemos considerar una zona montañosa en sí, dado que se estructura como una peni­llanura que desciende lentamente desde la sierra de Gata y que sólo se ve interrumpida por el cañón que forma el río Ágreda. Es un territorio agreste.

Por lo anterior es fácil deducir que los materiales de las cons­trucciones son la piedra en los muros, la teja en las cubiertas y la madera en las carpinterías y armazón interior. La piedra aparece generalmente en forma de mampuesto aunque a veces este se pre­senta muy cuidado y, en las casas más modernas o de mayor nivel económico, escasas, llega a aparecer en forma de sillería; lo más común es el mampuesto y los muros de lajas de pizarra donde esta roca es dominante.

Los edificios más antiguos, hoy totalmente abandonados, eran lo que hemos denominado casas-cuadra, de una planta con un programa de vivienda escaso (cocina y uno o dos dormitorios), ahora transformados en cuadras o remodelados. La casa más común es la que desarrolla la vivienda en una o dos plantas, la pri­mera con aprovechamiento bajo cubierta para trastero, almacén de productos agrarios y secado de éstos, y la segunda reparte la coci­na en la planta baja con las dependencias auxiliares y los dormito­rios en la planta superior. Es frecuente que el portal de acceso se encuentre o remetido de la fachada o protegido por un pequeño porche sobresaliente de la misma. En algunos casos, en las casas de dos plantas la puerta se remete y se aprovecha para superponer un balcón o corredor a línea de fachada; en otras ocasiones éste se crea encima del porche o cuerpo sobresaliente que protege la puerta.

Las cuadras se encuentran en algunas construcciones antiguas dentro del mismo edificio con entrada independiente adjunta, lle­gando a estar ambas cobijadas por el mismo porche. En obras más modernas aparecen los corrales con cerca alta en la que se abre un portón protegido, frecuentemente, por un tejaroz.

La transformación de las casas ha supuesto la reconversión de los sobrados y desvanes en vivienda, el abandono de las cuadras y su adaptación, en muchos casos, para casa, y la creación de jardines en los patios o corrales.

Territorialidad

Las poblaciones de esta parte de Salamanca son por lo general de un tamaño pequeño o medio y viven todas ellas a la vera de la capital, Ciudad Rodrigo; suelen presentar calles bastante amplias y aparecen como un contorno agrupado y casi cerrado, formando, en los casos más grandes, barrios, como en el Saúgo, donde el arroyo Navacervera divide la población. En ésta dominan los muros de lajas, algunos muy bien construidos con piedras de gran longitud; los tejados tendidos dan a la población una imagen característica de la comarca; destacan, además, los portones de las cuadras, agrupados a un lado del pueblo, todos ellos con un respi­radero encima, lo que volvemos a ver en Martiago. En Ituero, El Bodón y La Encina se conservan bastantes edificios de planta baja, muchos de ellos con la puerta protegida o cobijada por muros late­rales y un tejadillo. Sin embargo Fuenteaguinaldo destaca por los edificios de dos plantas en los que aparecen los balcones o corre­dores sobre la puerta de entrada.

En El Bodón se conserva un buen palomar de planta redonda y que destaca por su altura y buena conservación.

La capital, Ciudad Rodrigo, es un importante centro comercial y turístico; «las viviendas tienen una altura de 3 ó 4 plantas. Los materiales son, la piedra del lugar en la planta baja, piezas de can­tería o mampuesto o revoco en las plantas superiores. Los apoyos de los balcones son de dos tipos, de piedra con molduras o con canecillos de piedra». En medio de este caserío aparecen algunas construcciones, pocas, de tipo agrícola y algún edificio de planta baja, testimonio de lo que fue el entorno de la villa. En diversas casas aparecen ventanas y balcones en esquina que tienen su ori­gen en casas señoriales. Se conservan escasos ejemplos de la arquitectura rural, en el interior de la ciudad, que nos habla de un pasa­do cercano ligado a la agricultura.

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Montaña Sur

Sierra de Gata y campos de Azaba y Argañán

Sierra de Peña de Francia

Sierra de Béjar y Candelario

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jueves, diciembre 07, 2006

Bodegas

León tiene, en su parte centroriental, un tipo de tierras arci­llosas que permiten realizar cuevas artificiales con cierta facilidad, una vez que se llega a la capa más blanda, que al contacto con el aire se va endureciendo hasta adquirir una gran dureza. En la superficie se sitúan unas arcillas gredosas, compactas, homogéneas e impermeables, que se perforan para dar acceso a la cueva o bode­ga, situada en el siguiente estrato de arcillas arenosas, más fáciles de trabajar. Estas cuevas se han desarrollado en los territorios donde el cultivo de la vid ha tenido importancia y se han destina­do a la preparación, crianza y cuidado de esta exquisita bebida, dado que en el interior de ellas se consigue una temperatura cons­tante entre los 14 y 15 grados, muy favorable para la estabilidad del vino, de ahí que las denominemos cuevas o bodegas.

Los límites de estas cuevas están marcados en la parte alta de la Páramo leonés y la comarca de Tera, al sur por la Tierra del Vino, para volver desde allí a León por los límites de la Tierra de Campos. Como se puede comprobar fácilmente, dentro de este territorio están algunas comarcas viní­colas como Toro y Valdevimbre.

Estas zonas vinícolas presentan en sus bodegas tradiciona­les unas características cuya descripción y manera de construc­ción ha sido descrita por el arquitecto G. Fernández Balbuena, que en las primeras décadas de este siglo llegó a ver construir alguna en el pueblo de Ardoncino: «Córtese a pico, en el talud mediodía de un alcor, un frente a plomo; después de bien alisado y peinado el corte, trácese en él la forma directriz de la perforación, que suele ser la de un arco de medio punto, de un metro a dos de diámetro, y comienza a labrarse la bodega». Según las zonas esta perfora­ción puede ser casi horizontal o muy tendida, en rampa o en esca­lera; en algunas circunstancias, cuando la capa de tierra superior de esta bodega es muy fina se refuerza la misma con ladrillos, ado­bes o entramados de madera, que se extienden hacia el exterior rematando en un tejaroz de protección. Llegados a la capa de arci­llas arenosas se inicia el trazado de la bodega propiamente dicha, lo que en las tierras de León y zonas limítrofes suele ser hacia el metro y medio o los dos metros como mucho, hacia los ocho La bodega puede ser privada o colectiva; en el primer caso es más pequeña que en el segundo, pero en ambos existen los mis­mos departamentos o dependencias. La sala principal de la bode­ga es el «lagar», donde se pisa y prepara el vino; en casi todas las zonas se hace de la misma manera, mediante la presión de una viga sujeta en uno de sus extremos en una estructura de madera. El lugar donde cae el mosto es el «pilo». A los lados del que podría­mos llamar pasillo central existen unos ensanchamientos, que en Zamora se llaman «sisas», en los que suelen estar colocadas las cubas, y que G. Fernández Balbuena lo describe así:

De seis en seis metros, de ocho en ocho, de más en más a veces, según lo pida y consienta el terreno se hacen ensanchamientos en la galería, son los lugares importantes de la cueva: en ellos van a estar las cubas de continuo recostadas sobre los recios «poinos» que las aleja de la humedad del suelo; ellos son los lugares predilectos de los compe­tentes visitadores de las bodegas; en ellos van a realizarse las más de las operaciones de elaboración del vino.

Para ventilar la bodega, limpiar el aire y mantener la temperatu­ra se abren en vertical algunas chimeneas que se estrechan a medi­da que ascienden, denominadas «zarceras» o «ventanos», que pue­den rematar a ras de tierra o en una pequeña construcción, según la costumbre de la zona. Su número marca la importancia de la bodega y se suelen abrir en medio de las «salas» o ensanchamientos principales de la bodega. G. Fernández Balbuena los describe así:

Los ventanos (o zarceras) al ejecutarse, se excavan simultánea­mente del interior de la galería hacia arriba, y desde arriba, desde el interior, hacia abajo, por medio de un pozo, que se traza cónico, de mayor a menor, con su base máxima en la profundidad, en el suelo del «ventano», en el lugar de las cubas. El resto de las dependencias de la cueva se excavan según arte... buena práctica de evacuación de estas tierras residuales es aquella que se verifica, no por la boca de la cueva, sino por los pozos ventanos; de esta suerte el acarreo a distancia queda suprimido, y las tierras sobrantes se utilizan para disponerlas sobre la bodega en forma de conos, protegiendo el inte­rior, al aumentar el espesor de la capa superficial, cubierta natural de la cueva, obligan, por su pendiente siempre exagerada de propósito, a las aguas a discurrir con facilidad y muy rápidamente; así quedan suprimidas las filtraciones y humedades hacia el interior.

Al exterior las zarceras aparecen en lo alto de dichas lomas, creando un conjunto que para G. Fernández Balbuena «consti­tuye una reproducción fidelísima, lo que no quiere decir que yo la suponga derivada, de los hipogeos egipcios». Lo que no suele faltar en una bodega es el pozo, cuya agua se utiliza para lavar las cubas, y como dice G. Fernández Balbuena, «en último tér­mino puede convenir aclarar el producto elaborado. Que es a veces peligroso venderlo con todo su valor y máxima eficacia».

Lo normal es que todo el interior quede con las tierras a la vista, pero en algunas zonas como la Tierra del Vino es frecuente que aparezcan arcos de entibo de ladrillo o de piedra; algunas bodegas llegan a tener bóvedas de ladrillo y muros de pie­dra o ladrillo, pero suelen ser reformas modernas.

Hoy la mayor parte, por no decir la totalidad, de estas cuevas o bodegas no están destinadas al fin para el que fueron creadas, pues tras la constitución de las cooperativas vinícolas toda la uva va a éstas y, salvo el capricho de algún viticultor o bodeguero que desea hacerse su propio vino, todas estas cuevas están fuera de uso. Por ello es frecuente encontrarse con pueblos que tenían en su entor­no «uno de los máximos valores pintorescos» y que hoy las ven desa­parecer y hundirse por abandono, pues no se cuida lo que no vale, o transformarse por la llegada de un turismo avasallador, que ha producido reformas inapropiadas no sólo en el interior sino, sobre todo, en el exterior, cambiando sus entradas tradicionales por case­tas de un tamaño que distorsiona el paisaje y que suelen ser un monumento al mal gusto.

Además de este tipo de cuevas o bodegas hay que citar otras construidas dentro de poblaciones situadas bajo las casas. Tienen una organización parecida, variando solo la entrada, que se efectúa desde el interior de la vivienda por una escalera de tierra, ladrillo o piedra en forma de caracol o en tramos, con un cañón de los mismos materiales; los ventanos o zarceras se abren en el patio o en la calle, junto a la fachada. Las sobrecargas del edificio superior obligan en este tipo de cuevas a levantar refuerzos que repartan la carga con arcos de piedra o ladrillo y hasta bóvedas del mismo material. A pesar de esto último, el abandono de las bode­gas por las causas apuntadas anteriormente ha desencadenado en muchos casos el hundimiento no sólo de la cueva sino también del edificio superior, la vivienda.


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miércoles, diciembre 06, 2006

Llei d'usu pal "leonés"

XOSEPE VEGA
LA CRÓNICA DE LEÓN 6/12/2006

Yá mui cerquina de facese los trinta años de l’aprebación de la Constitución Española, peque s’apuntan los primeiros y daveras decisivos pasos no reconocimientu de los dreitos civiles de los falantes de la llengua asturllionesa. El prósimu Estatutu d’Autonomía de Castiella y Llión prevéi por primera vé no sou artículu 5.2. que “el llionés seirá oxetu de proteición específica por parte de las instituciones pol sou particular valor dientro’l patrimoniu llingüísticu de la Comunidá. La súa proteición, usu y promoción seirá oxetu de regulación”.

Yá nun hai vuelta atrás. El reconocimientu esplícitu de la súa esistencia significa l’aniciu d’un camín que yá va muitos años escomenzorun las demás comunidaes y naciones que forman parte del dominiu llingüísticu astur ou asturllionés. N’Asturies, dende 1998, de resultas del reconocimientu del asturianu ou bable yá na primera redaición del sou Estatutu d’Autonomía, hai una Llei d’Usu del Asturianu, qu’onque aspacio y de manera insatisfautoria pa una amplia mayoría social, permitíu progresos en campos cumu la toponimia y la escolarización. En Miranda l Douru, en Portugal, l’aprebación d’una Llei d’Ouficilidá, onque non conos mesmos efeutos práuticos que los que supón una declaración d’esti tipu n’España, sí permitíu un florecimientu de las lletras mirandesas y darréu una prestixación creciente de la llengua tradicional dientro una sociedá muitu ruralizada y marxinal. En Llión y en Zamora, con una situación inda más precaria en muitos aspeutos, el llionés, asturianu ou bable, sobrevivíu demasiaos años entre la negación, l’anubrimientu, la burlla y la utilización política. La promesa de regulación de la súa proteición, usu y promoción, solo puede concretase nuna Llei Autonómica de tenor paecidu al que consiguíu la nuesa llengua tradicional no Principáu d’Asturies. Ya igual que las nuesas autoridaes entainorun n’entamar acuerdos cona alministración gallega pa la promoción de las falas gallego-portuguesas d’El Bierzu occidental, abállanos una política de coherencia ya’l contautu y coordinación conas instituciones asturianas. Yá esiste una Academia de la Llingua ouficialmente constituida n’Uviéu, y reconocida pol conxuntu de los escritores ya inteleutuales del dominiu llingüísticu asturllionés. ¿Cuánto durarán los nuesos procuradores autonómicos en garrar el teléfonu y demandar la súa collaboración na redaición de la futura Llei d’Usu del Llionés? ¿Outros trinta años?

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lunes, diciembre 04, 2006

Palomares

Cuando en la región de León se habla del «palo­mar», siempre se piensa en la Tierra de Campos; sin embargo es una construcción que con mayor o menor amplitud se encuentra en casi todos sus territorios. A pesar de ello es exclusivamente en la Tierra de Campos y su entorno donde adquiere el carácter de edificación tipológica.

La Tierra de Campos es ese territorio casi llano, tierra de tierra, tierra en la que se puede aplicar la frase de Torres Balbás cuando señalaba que nuestros pueblos son míseros caseríos apiñados alre­dedor de un edificio monumental en medio de un territorio pleno de soledad. En ese paisaje aparece, unas veces cerca de los pueblos y otras en medio del campo, una pequeña construcción que se mimetiza con el paisaje y que solo se ve bien cuando se recorta contra el horizonte: el palomar.

El barro, utilizado en forma de tapia o en adobes, es la base de la mayor parte de estas construcciones, por lo que su identi­ficación con el territorio es total. Ambos materiales se utilizan independientemente, pero es más frecuente que el adobe rema­te muros de tapial, todo ello asentado sobre una base de piedra que la aísla del terreno. Como complemento existen en los palo­mares de la Tierra de Campos otros dos materiales, la madera y el ladrillo; la madera como armazón de cubierta, cierre de hueco, dinteles... y el ladrillo en los detalles decorativos de la cubierta, aleros, cenefas, recerco de la puerta, dinteles rectos o en arco... La cubierta siempre es de teja. La piedra, aparte de en la cimentación, en algún recercado de puerta y, esporádicamen­te, en los límites de la comarca, se ven muros construidos total­mente con este material.

La conjunción que estos materiales produce lleva a E Roldán Morales a señalar que «configuran una forma de hacer así como unos resultados de indudable personalidad, y de sor­prendentes efectos plásticos, vanamente perseguidos por profe­sionales y raramente alcanzados». Ante un grupo de palomares C. Flores señala:

aunque se encuentren alejados unos de otros, parecen establecer entre sí una relación dialéctica, la sensación que se experimenta per­tenece a un nivel estético semejante al que puede producir la con­templación de cualquier obra de arte. Una vez más, el azar, un alia­do pocas veces ausente de las mejores creaciones populares, o tal vez esa grandeza inherente a las obras realizadas con sabiduría y humil­dad, hacen posible que allí donde, aparentemente, sólo se pretendió una solución a un problema material, pueden encontrarse valores estéticos tantas veces perseguidos por los profesionales de las artes.

Las primeras referencias históricas sobre la cría de las palomas hemos de buscarlas en la Edad Media; en un diploma del año 956 el presbítero Vitiza otorga a la iglesia de Santa Engracia, en el Bierzo, entre otros bienes, un palumbare; posteriormente, en mayo de 1465, el rey Enrique IV ante las Cortes de Castilla y León, reunidas en Salamanca acepta en el punto 23 la persecución de los cazadores de palomas en las cercanías de los palomares. La importancia que se ha dado a la cría de palomas queda reflejada en la cantidad de tratados de agricultura que han marcado normas para su construcción. León Bautista Alberti en De re edificatoria en el siglo XV trata este tema.

La paloma es un animal asustadizo y hasta tímido por lo que el palomar se cierra sobre si mismo, favoreciendo sus hábitos de vida. Esto se consigue haciendo una gran «jaula» de barro que en las diversas paredes interiores tiene los «neales» o nichos que permi­ten anidar a las palomas y cuyo acceso solo se realiza por pequeñas aberturas situadas en el tejado, siempre protegidas de los vientos de norte y cuyo tamaño impida el acceso al interior de las aves rapaces, sobre todo del milano. Una puerta permite la entrada de personas, para dejar alimento en los tiempos en que éste es escaso en el campo, agua en ciertas épocas, recolectar los pichones y reti­rar la palomina que se destina al abono de los campos. De la palo­mina ya hablaba el hidalgo del Lazarillo de Tormes: «tengo un palomar, que a no estar derribado como está, daría cada año mas de doscientos palominos. Y otras cosas que me callo...».

Para dar mayor capacidad de parejas al palomar se amplía el número de paredes, levantando en el interior muros, generalmente no estructurales, que no llegan hasta la cubierta. También algu­nos palomares presentan patios interiores que sirven para guardar temporalmente ganado, aperos... Los neales son la parte esencial del palomar y para su construcción se utilizan métodos diversos: se hacen con adobes, dejando huecos; con tablas sujetas por barro; empotrando en el tapial vasijas sin cocer; excavando el tapial y recubriendo el nicho con pasta de cal... Suelen tener forma de cuarto de esfera, aunque los hay de sección cuadrada o triangular.

Para que esta construcción aparentemente sencilla funcione correctamente, es importante la elección del terreno, lejos de arbo­ledas, a una distancia adecuada del agua en la que puedan lavarse las palomas, pero no muy próximo; la orientación, protegido de vientos fríos; y la organización del tejado para que la luz entre, tomen el sol las palomas, esté al mismo tiempo ventilado y prote­gido el interior.

Una estructura tan sencilla como la reseñada anteriormente ofre­ce una gran variedad de formas y composiciones, lo que demuestra la riqueza de la arquitectura popular. Las formas de los palomares quedan reducidas a cuatro: circulares, cuadrados, rectangulares y poligonales, subdividiéndose todos ellos entre los que tienen y no tienen patio interior. Cuando no existe patio interior el tejado puede ser chato o escalonado; en éste caso se vuelven a producir las formas más caprichosas. Los cuadrados y rectangulares pueden tener el patio dentro del palomar o a un lado; estos patios determinan la estructura, la planta y el alzado. Todos los tipos presentan además diversas variantes según las formas del tejado, sean a una, a dos o a cuatro aguas y, en los que disponen de patio, viertan hacia afuera, hacia adentro o a ambos lados. En el patio se sitúan los comederos para las épocas en que escasea el alimento en el campo y algunas veces sirve para guardar algún ganado y aperos para el campo. La forma más común es la redonda y la menos la poligonal, aunque sea ésta la que produce los palomares mas llamativos y espectaculares.

Los adornos de los palomares, como señala J. L. Alonso Ponga, «representan una licencia decorativa en unas comarcas donde todo es sobrio, donde no hay lugar para el adorno superfluo y banal», al tiempo que demuestran el gusto por la obra bien hecha en la arquitectura popular y la intención de los anónimos artesanos que la construyen, de dejar un toque personal que los identifique. Esta decoración se concentra en la cubierta, remates de la cumbre, ale­ros y muros guardavientos, con gran variedad de figuras y filigra­nas, que llegan a ser verdaderas obras de arte.

Geografía del palomar

En la Tierra de Campos y en las comarcas aledañas aparecen palomares en todos los pueblos, en mayor o menor número. Su estado de conservación va desde el que se mantiene en uso hasta el que se encuentra totalmente arruinado, pasando por los restaura­dos de forma correcta y los que se mantienen a base de remiendos de ladrillo.
En la provincia leonesa las mayores aglomeraciones se concentran en los Oteros, comarca aledaña a la Tierra de Campos.En el resto de la región podemos también encontrar palo­mares, aunque en número menor. En estos territorios varían los materiales de construcción, pero no la esencia de los edificios; al alejarnos de la Tierra de Campos y su entorno el barro desaparece y se sustituye por el ladrillo y la piedra, siguiendo la teja con mate­rial de cubierta, salvo en el Bierzo y la Cabrera donde se cubren con pizarra. En estos territorios los nichos se hacen dejando hue­cos con las propias piedras en forma de pequeños mechinales, aun­que el barro no desaparece del todo en lugares donde la piedra es la reina de la construcción popular.

La forma de los palomares del Bierzo, Cabrera y Sanabria suele ser cilíndrica con cubierta a un agua y con los muros resaltados para proteger la entrada de las palomas.

Construcciones singulares

Palomares

Bodegas


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