El Reino Olvidado

Este diario es la crónica de un país olvidado, el seguimiento de su huella histórica, cultural y artística en España y en Europa.

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ex gente susarrorum

jueves, julio 20, 2006

Necronomicón

Mensajes escondidos en la catedral de León. JUAN LUIS PUENTE LÓPEZ

Existe un suceso acaecido a comienzos de los años cincuenta, no publicado en ningún periódico, y que, sin embargo, salió a la luz, de forma escueta y bastante incompleta, gracias a unas cuartillas encontradas entre escombros, en el derribo de una casa cercana a la catedral. Un hombre llega en tren a León a finales de enero. Parece ser que eran las tres de la mañana y la hora tan intempestiva le obliga a coger una fonda en las cercanías de la estación. Al día siguiente, el curioso personaje, muy de mañana, se acerca a la catedral. Según investigaciones posteriores, conversó con el archivero y algún que otro canónigo sobre libros y documentos del archivo. El atardecer le sorprendió entre algunas chatarrerías y puestos de libros viejos.

Tres días después desapareció. La dueña de la fonda denuncia la ausencia y comienzan la búsqueda de la policía. Aparece un cuerpo flotando en el río Bernesga en lo que tiene toda la apariencia de ser un suicidio. Las conversaciones de la policía con las personas a las que el extraño personaje había interrogado, sume a los inspectores en el desconcierto más absoluto, no habituados, por otra parte, a semejantes pesquisas. El objetivo de la visita a León del extraño personaje era localizar un ejemplar (que parece ser custodiaba el Archivo Catedralicio) del más famoso y más buscado de los libros legendarios: el Necronomicon, el libro de los nombres muertos, del árabe demente Abdul al-Hazred, hecho realidad por el escritor norteamericano Howard Phillips Lovecraft, en su saga Los Mitos de Cthulhu. Ante la falta de papeles identificativos del viajero se archiva el caso, al no haberse encontrado explicaciones de lo ocurrido. En la maleta que permanecía en la pensión sólo se pudieron encontrar efectos personales sin ninguna importancia y varios documentos, entre ellos un plano de círculos numerados e intercomunicados por caminos. Casi veinte años después, a finales de los sesenta, se publica una nueva edición de Los mitos de Cthulhu de H.P. Lovecraft. En la introducción, un fragmento de texto en castellano antiguo, esotérico, con referencia a seres primigenios, lleva la siguiente indicación: Abdul Alhazred (Necronomicon) Según la traducción castellana (León ¿1300?) hallada en el Archivo Histórico de Simancas.

Figura 1: Portada de una edición del Necronomicon (León, ¿1498?), descubierta por Joaquín Alegre en un bazar de Estambul. Está encuadernada en piel bastante descolorida y, aunque le faltan 14 páginas, el resto está en buen estado. La traducción al castellano la hizo Pedro de Perreras, canónigo que fue reprendido por el cabildo -como consta en el Archivo Catedralicio- por dedicarse a otros oficios. Hay que hacer notar un error caligráfico en la transcripción del nombre árabe.

Figura 2: Edición inglesa del Necronomicon. Las primeras traducciones medievales del Necronomicon proceden de España. Originalmente fue escrito en árabe con el título de Al Azif, por Abdul al Hazred, un poeta loco del Yemen que vivía en Damasco, y traducido al griego como Necronomicon (Nombres muertos). León y Toledo se sitúan a la cabeza de ciudades en las que se realizaron versiones al castellano, debido quizá a los círculos cabalísticos judíos que en ellas se asentaban [Colección J.L. Puente]