El Mayo
Se trata de una festividad relacionada con el renacer de la naturaleza en su ciclo anual en el que se festeja el final del invierno y se ruega a los espíritus vegetales fertilidad para hombres, animales y cosechas. El ciclo de mayo comienza a mediados de abril y termina a mediados de mayo, aunque algunos estudiosos lo alargan hasta el 24 de junio, festividad de San Juan y solsticio de verano. Esta festividad estaba muy extendida en la mitad norte de la península.
Su origen habría que buscarlo en la Prehistoria, muy posiblemente en el Neolítico aunque algunos estudiosos le dan una procedencia clásica, del mundo greco-romano; en particular de los cultos dedicados a Deméter, Ceres (19 de abril), Pales (21), Robigo (25), Flora (del 28 al 3 de mayo), Maia (1º de mayo), etc. Tampoco podemos olvidar que la fiesta celta de Beltaine, celebrada a comienzos de mayo y dedicada al dios Belenos. Era una de las cuatro fiestas principales que marcaba el fin del frío, de la oscuridad invernal, se iniciaba el tiempo de recolección de frutos y se realizaban ritos matrimoniales y de fecundidad.
Una muestra de la antigüedad de estas manifestaciones lo encontramos en que ya fueron anatematizadas en los primeros siglos del Cristianismo en la península Ibérica. La primera que conocemos procede del concilio de Iliberis o Elvira (Granada), reunido entre los años 300 y 306 y en él se condenó a todos aquellos fieles que a finales de abril pidiesen a los sacerdotes oraciones, bendiciones u otras ceremonias, con el fin de alejar de los sembrados a las tormentas de granizo y a los rayos y, en general, a todo peligro que pudiera acecharles. Ya en la Gallaecia (es decir, Asturias, Galicia, León y Cantabria) contamos con las prohibiciones del concilio de Braga del año 570, o de la obra de San Martín Dumiense o Bracarense (s. VI), en particular su De correctione rusticorum. Un Concilio de Lugo celebrado en el siglo VIII prohibió todo tipo de ritos fitolátricos, por considerarlos contrarios al Cristianismo.
“Porque encender velas junto a las piedras y a los árboles y a las fuentes y en las encrucijadas, ¿qué otra cosa es sino culto al diablo? Observar la adivinación y los agüeros, así como los días de los ídolos, ¿qué otra cosa es sino el culto del diablo?”
Sin embargo, la Iglesia trató de asimilar estos ritos y costumbres, impregnándolos de espíritu cristiano para hacer olvidar su primitivo significado. Dos ejemplos los encontramos con la dedicación de mayo como mes de las flores dedicado a la Virgen y el día 3 a la festividad de la Invención de la Santa Cruz.
En el siglo XVIII el cabildo compostelano prohibió entrar en la catedral a las mayas y a los diablillos, por la indecencia de sus danzas y truhanadas y en 1769, el conde de Aranda intentó acabar con esta costumbre: exterminar el rústico abuso de las que con nombre de mayas se ponen en las calles causando irrisión y fastidio a las gentes. Pocos años después los reyes Carlos III ordenaba en 1785 que ninguna persona sea del estado que fuese, se presente y vista de Maia, ni ande con platillos pidiendo, ni los padres ni otras personas permitan a sus hijos que usen de tales trajes, y que tampoco formen altares en las calles, portales ni otros sitios profanos, pues con semejante pretexto se molesta a las gentes con petitorias o demandas.
En León, la tradición del Árbol Mayo consistía en que los mozos “pinaban” un esbelto y descortezado tronco de árbol en la plaza del pueblo, seleccionado entre los más altos del bosque o soto del lugar. La “pinada” es efectuada a las doce de la noche. Con el árbol ya erguido –que ahora recibirá el nombre de “mayo”- se inicia la fiesta o juerga entre los mozos. Antiguamente era el punto de partida para una ronda que duraría hasta el amanecer. En algunos lugares en el extremo superior del tronco se colocaba un monigote hecho de trapo y relleno de paja, que representa a un hombre (el mayo) o una mujer (la maya). A veces se pinan dos troncos adyacentes, uno para el muñeco masculino y otro para el femenino.
En Villafranca del Bierzo se celebran mayos humanos, con unas características muy similares a otros celebrados en el norte de Galicia. Durante la mañana, jóvenes revestidos con ramas y flores silvestres encarnan a los espíritus de la vegetación y recorren las calles de la villa solicitando un aguinaldo. A cada tramo, se acuestan y levantan simulando el morir y renacer de la naturaleza. Les acompañan algunos músicos de la escuela de gaitas y otros jóvenes adornados con guirnaldas que cantan coplillas.
Levántate maio,
bastante dormiches,
pasou un burro
e non o sentiches
1 Comments:
Es una tradición que aún sigue viva en la parte sur de ZAMORA, y que cada vez va recobrando más protagonismo, se pueden ver documentos videograficos recientes. El articulo está muy bien, pero se podian haber echo referencia a estas fuentes para mejor descripción..., buscad "GEMA DEL VINO" en video.google.es para ver alguno de estos documentos...
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