El lobo de San Froilán
Mitos y leyendas de la tierra leonesa.
MATÍAS DÍEZ ALONSO
En los altos de Rodillazo, subiendo a la Collada del Marqués y siguiendo por los puertos hacia las cumbres de la peña de las Hoces, antes de llegar a la cueva del Moruquín, que es un gran esófago que se traga toda el agua de la cuenca del alto puerto y la hace caer al pozo del Infierno de las Hoces de Vegacervera, hay una fontana que llaman “de San Froilán”. Tiene una curiosidad muy característica; es muy fría y brota en una concavidad que se asemeja al brusco de un caballo, marcando tafilete y freno de la cabezada y un poco atrás las rodilleras del caballo.
La leyenda dice que la hizo brotar San Froilán presionando con el brusco de su caballo arrodillado.
Otra leyenda sostiene que subiendo de Rodillazo a la Collada del Marqués, cabe un piorno se encuentra enterrado el tesoro de San Froilán. La nonagenaria Julia la de Rodillazo sabe exactamente la localización del tesoro soterrado.
Otras fiestas en honor de San Froilan
El costumbrismo popular saca las reliquias de San Froilán conjuntamente con la Virgen del Camino en rogativas tradicionales y procesión de León al santuario de la patrona.
La misma vinculación de San Froilán y la Virgen, el día cinco de octubre, ocurre en el santuario de La Velilla, en el valle del Tuéjar, coronado por circos de montañas en un añoso robledal. Por los montes de Monteagudo y Cistierna, la santificada Peña Corada, también anduvo de ermitaño y predicador dos siglos más tarde, en el reinado de Fernadno II, el santo eremita San Guillermo de Peñacorada.
Estas rogativas de San Froilán en Valdorria son como un talismán de atracción para multitud de leoneses que gustan de vivir lo tradicional y que llegan a estos escarpados riscos por los senderos serpenteantes de Aviados, Correcillas, por Peña Gallega, la Morquera y la de Valdorria.
La ermita de San Froilán
Al fondo del valle corre el regato de Valdecésar que se interna entre rocas para caer en cascada de irisaciones cromáticas cerca de la carretera entre Montuerto y Nocedo, frente a las ruinas del castillo de Arbolio, castillo del Curueño, donde se cuenta que se tramó la conjura de Doña Jimena y sus hijos García, Fruela y Ordoño para destronar a su padre Alfonso III el Magno. El paraje es de extraordinaria belleza.
Al fondo del valle valdorriano aún se aprecian los restos del monasterio de San Juan de Valdecésar entre el robledal. Hay que pasar por un túnel abierto en la roca, unos dicen que por los monjes pero a mí me han asegurado que por un valdorriano el pasado siglo y se llamaba el tío Domingo. Ahí me caí yo en un día de lluvia, iba solo, y quedé mareado por no sé cuánto tiempo. Dícese que en aquel cenobio habitó San Froilán con una docena de monjes allá por el siglo IX.
¿Quién era San Froilán?
Aquí pasa poco tiempo y se va hacia las tierras del Curueño, a Valdorria. Froilán es amigo del rey Magno y asiste en las fechas por las que el monarca reconstruye el castillo de Arbolio.
Froilán piensa dedicarse a la predicación y hace aquellas pruebas de quemarse los labios con una brasa y las palomas blanca y gris que salen de su boca, donde comprende que el Espíritu le ha infundido de ciencia.
La fama de Froilán traspasa las fronteras del reino; obispos y magnates buscan su consejo. Allá para el Moncayo se habla de Froilán y de allí viene para vivir en su cenobio el que va a ser su compañero inseparable, Atilano.
Juan el Diácono dice que fundó un monasterio en Veseo, que será “el abesedo de Valdorria”. Hay quien asegura que en el camino de Valdorria a La Mata de la Bérbula quedan vestigios de otro monasterio, que sería el de Veseo; yo no los he hallado.
En Valdorria va a pasar una decena de años de vida eremítica y de predicación entre pastores y campesinos.
El rey elige a Froilán para colonizar las fronteras del Duero, tras la batalla de Polvoraria, en Santa Cristina de la Polvorosa en el año 876. Yo creo que ya había fundado los monasterios de Tábara y Moreruela porque en el año 884 asisten estos abades a la comisión que recibe los restos de San Eulogio para ser depositados en la prerrománica Santa Leocadia de la Cámara Santa de Oviedo.
Froilán obispo de León
El monasterio de San Salvador de Tábara será para monjes y monjas, en vidas separadas. Seguidamente funda Moreruela y allí va a pasar hasta el año 900 en que será elegido para la sede episcopal de León y su compañero Atilano para la sede de Zamora. De obispo de León durará desde el 900 hasta el 905, solamente cinco años.
El obispo leonés Mauro fallece en el 900 y el de Zamora, Vicencio, había renunciado a la sede episcopal; el rey Magno fue a Moreruela a buscar a estos dos monjes porque así se lo pidió el pueblo. Ellos pusieron resistencia pero al fin aceptaron la obediencia y fueron consagrados como prelados para ambas diócesis.
Dice el padre Manuel Risco en su historia de León, de 1792:
“Quedaron los leoneses amedrentados con esta guerra y perdida la esperanza de poder mantener su ciudad si Almanzor volvía en el año siguiente, comenzaron a poner en seguridad los cuerpos santos y de los Reyes. A Oviedo se llevaron entonces las sagradas reliquias del mártir San Pelayo y las de San Froilán se trasladaron, no a los montes de Navarra, como escriben algunos autores engañados con algunos vocablos de los Pirineos y Valdecésar, de que usan nuestros antiguos, sino a una de las montañas de León, en que estaba fundado el Monasterio de San Juan de Valdecésar”.
En el retablo de Nicolás Francés de la capilla central de la catedral existen tres tablas flamencas que representan la vida de San Froilán. Una de ellas alude a su permanencia en Valdorria como ermitaño, con la prueba de la brasa que quema sus labios y las palomas que salen de su boca y anuncian su facultad de predicador.
Otra tabla expresa la visita del rey a Moreruela en búsqueda del Santo para la proposición al episcopado. Otra la consagración episcopal, donde los personajes aumentan de tamaño según la importancia social, detalle muy característico de la pintura flamenca. Dos tablas se trajeron del monasterio de Santa María de Sandoval y otra apareció en un pajar de Trobajo del Camino.
Vicisitudes con los restos de San Froilán
En el traslado de los restos de San Froilán de Moreruela a León, bajo el episcopado de Manrique, el que iniciara la construcción de la catedral gótica, dícese que por el camino llovía miel sobre los árboles y los cabellos de los hombres, según el relato que hace en su crónica don Lucas de Túy.
San Froilán y el lobo
Por estos pagos aúllan insistentemente los lobos y uno de ellos mató al borriquillo de Froilán. Entonces, en castigo, el Santo amonestó a la alimaña y le hizo cargar con el serón y las piedras en sucesivos viajes hasta finalizar la edificación del cenobio.
Esta leyenda se halla cincelada en bronce en una de las puertas del santuario de la Virgen del Camino; es la puerta situada en la fachada opaca que corre a lo largo de la vera de la carretera, la puerta de la izquierda.
Allí está San Froilán con su báculo episcopal y tiene las narices brillantes, porque todo visitante le tira de las narices creyendo que tal hecho trae suerte.
Allí está cincelada también la catedral, el santo eremita en su cenobio orando ante una calavera, el lobo cargado con el serón y las piedras y hay cincelados los nombres de León, Valdecésar, Moreruela.
MATÍAS DÍEZ ALONSO
Las rogativas del Santo
El primer día de mayo el alcalde del municipio de Valdepiélago invita a las gentes a asistir a las rogativas de San Froilan. A las nueve de la mañana parte la procesión desde Valdepiélago con el Santo representado en una imagen dieciochesca, siguen a la vera del Curueño hasta Nocedo precedidos del pendón. En pasadas épocas subían imagen y pendón hasta Valdorria por camino tortuoso, hoy es carretera serpenteante de alta montaña. Ostentar un pueblo su pendón era signo de distinción concedido por “fazañas” de honor; tantas varas de ancho crespón cuantas “fazañas” en honor real, condal o abacial ostentara el pendón. La celebración litúrgica se realiza sobre un histórico cáliz renacentista, de plata, que aunque no valioso en su simple arte sí lo es en su historia que ostenta una leyenda que dice: “Dióme la serenísima doña Juana de Austria, princesa de Portugal e infante de Castilla, 1573”. Por la base atestigua: “Laza”, que debió ser el artífice. Otro cáliz idéntico lo hay en Carande, con parecida inscripción. Se refiere a Doña Juana, hermana de Felipe II. que se casó con el rey portugués don Juan, madre del rey don Sebastián, el que pereció e lucha contra la morisma en Alcazalquivir.
El peregrinaje por Valdorria
El peregrinaje por Valdorria
Por Valdorria subía una de las sendas de peregrinaje, continuaba por Correcillas, bajaba a Villalfeide, al lado del monasterio de bernardas de Mataplana, pasaba el puente romano sobre el Torio, llegaba a Vegacervera, luego a Coladilla, donde aún queda una iglesia con portada románica con vieiras y canecillos en el alero, subía por Valle a Villar del Puerto a caer a La Vid y enlazar con la ruta de León al Salvador ovetense.
En los altos de Rodillazo, subiendo a la Collada del Marqués y siguiendo por los puertos hacia las cumbres de la peña de las Hoces, antes de llegar a la cueva del Moruquín, que es un gran esófago que se traga toda el agua de la cuenca del alto puerto y la hace caer al pozo del Infierno de las Hoces de Vegacervera, hay una fontana que llaman “de San Froilán”. Tiene una curiosidad muy característica; es muy fría y brota en una concavidad que se asemeja al brusco de un caballo, marcando tafilete y freno de la cabezada y un poco atrás las rodilleras del caballo.
La leyenda dice que la hizo brotar San Froilán presionando con el brusco de su caballo arrodillado.
Otra leyenda sostiene que subiendo de Rodillazo a la Collada del Marqués, cabe un piorno se encuentra enterrado el tesoro de San Froilán. La nonagenaria Julia la de Rodillazo sabe exactamente la localización del tesoro soterrado.
Otras fiestas en honor de San Froilan
Pobre San Froilán, que si ahorró alguna cantidad de sus limosnas las emplearía todas en la colonización de las tierras del Duero, que le encargó Don Alfonso III el Magno, a él y a su compañero Atilano el del Moncayo, antes de ser consagrados obispos de León y Zamora, respectivamente.
El costumbrismo popular saca las reliquias de San Froilán conjuntamente con la Virgen del Camino en rogativas tradicionales y procesión de León al santuario de la patrona.
La misma vinculación de San Froilán y la Virgen, el día cinco de octubre, ocurre en el santuario de La Velilla, en el valle del Tuéjar, coronado por circos de montañas en un añoso robledal. Por los montes de Monteagudo y Cistierna, la santificada Peña Corada, también anduvo de ermitaño y predicador dos siglos más tarde, en el reinado de Fernadno II, el santo eremita San Guillermo de Peñacorada.
Estas rogativas de San Froilán en Valdorria son como un talismán de atracción para multitud de leoneses que gustan de vivir lo tradicional y que llegan a estos escarpados riscos por los senderos serpenteantes de Aviados, Correcillas, por Peña Gallega, la Morquera y la de Valdorria.
La ermita de San Froilán
Desde Valdorria a la ermita de San Froilán hay que subir una rampa en campera praderil, luego unos escalones en piedra arenisca, ciento setenta y dos escalones he contado personalmente, que cubren el medio kilómetro de ascenso entre riscos. La campa en que se asienta la ermita acoge a pocas personas, no más de treinta. El templo es muy pequeño, con arco fajón románico en su interior que inicia la bóveda de cañón del presbiterio. Es similar a la ermita de San Vicente y San Lorenzo de La Gotera, en los riscos de La Vid de Gordón; es un tosco románico rural, aunque ésta de Valdorria está reconstruida después de la contienda bélica de 1936. En la puerta hay un arco de medio punto en piedra, muy tosco. En la portada aparece una efigie en piedra en un escudo heráldico, que debe representar a San Isidoro a caballo, tal y como se halla en el pendón de Baeza que se custodia en la basílica, enjaezado y con la espada desenvainada; bordones episcopales, lobos y bajo ellos ondas marinas.
Al fondo del valle corre el regato de Valdecésar que se interna entre rocas para caer en cascada de irisaciones cromáticas cerca de la carretera entre Montuerto y Nocedo, frente a las ruinas del castillo de Arbolio, castillo del Curueño, donde se cuenta que se tramó la conjura de Doña Jimena y sus hijos García, Fruela y Ordoño para destronar a su padre Alfonso III el Magno. El paraje es de extraordinaria belleza.
Al fondo del valle valdorriano aún se aprecian los restos del monasterio de San Juan de Valdecésar entre el robledal. Hay que pasar por un túnel abierto en la roca, unos dicen que por los monjes pero a mí me han asegurado que por un valdorriano el pasado siglo y se llamaba el tío Domingo. Ahí me caí yo en un día de lluvia, iba solo, y quedé mareado por no sé cuánto tiempo. Dícese que en aquel cenobio habitó San Froilán con una docena de monjes allá por el siglo IX.
¿Quién era San Froilán?
Dice Juan el Diácono, que se dice Juan Pecador, que Froilán era gallego, lucense, de noble cuna y nacido el año 833 y hacia los dieciocho años vino al Bierzo como ermitaño, concretamente a Ruitelán, pequeña aldea que se emplaza en la subida al Cebrero peregrino, el del cáliz del milagro. Allí en Ruitelán queda su ermita, sobre unas cuantas escaleras de troncos y piedras, conteniendo en su interior una cueva o ermita rupestre de no más de seis metros de covacha donde se dice habitó el santo eremita.
Aquí pasa poco tiempo y se va hacia las tierras del Curueño, a Valdorria. Froilán es amigo del rey Magno y asiste en las fechas por las que el monarca reconstruye el castillo de Arbolio.
Froilán piensa dedicarse a la predicación y hace aquellas pruebas de quemarse los labios con una brasa y las palomas blanca y gris que salen de su boca, donde comprende que el Espíritu le ha infundido de ciencia.
La fama de Froilán traspasa las fronteras del reino; obispos y magnates buscan su consejo. Allá para el Moncayo se habla de Froilán y de allí viene para vivir en su cenobio el que va a ser su compañero inseparable, Atilano.
Juan el Diácono dice que fundó un monasterio en Veseo, que será “el abesedo de Valdorria”. Hay quien asegura que en el camino de Valdorria a La Mata de la Bérbula quedan vestigios de otro monasterio, que sería el de Veseo; yo no los he hallado.
En Valdorria va a pasar una decena de años de vida eremítica y de predicación entre pastores y campesinos.
El rey elige a Froilán para colonizar las fronteras del Duero, tras la batalla de Polvoraria, en Santa Cristina de la Polvorosa en el año 876. Yo creo que ya había fundado los monasterios de Tábara y Moreruela porque en el año 884 asisten estos abades a la comisión que recibe los restos de San Eulogio para ser depositados en la prerrománica Santa Leocadia de la Cámara Santa de Oviedo.
Froilán obispo de León
Froilán goza de toda la confianza del rey Magno y con Atilano marcha al frente de muchos monjes para tomar los terrenos por presura y cultivarlos, establecer vaquerías y colonizar tierras.
El monasterio de San Salvador de Tábara será para monjes y monjas, en vidas separadas. Seguidamente funda Moreruela y allí va a pasar hasta el año 900 en que será elegido para la sede episcopal de León y su compañero Atilano para la sede de Zamora. De obispo de León durará desde el 900 hasta el 905, solamente cinco años.
El obispo leonés Mauro fallece en el 900 y el de Zamora, Vicencio, había renunciado a la sede episcopal; el rey Magno fue a Moreruela a buscar a estos dos monjes porque así se lo pidió el pueblo. Ellos pusieron resistencia pero al fin aceptaron la obediencia y fueron consagrados como prelados para ambas diócesis.
Dice el padre Manuel Risco en su historia de León, de 1792:
“Quedaron los leoneses amedrentados con esta guerra y perdida la esperanza de poder mantener su ciudad si Almanzor volvía en el año siguiente, comenzaron a poner en seguridad los cuerpos santos y de los Reyes. A Oviedo se llevaron entonces las sagradas reliquias del mártir San Pelayo y las de San Froilán se trasladaron, no a los montes de Navarra, como escriben algunos autores engañados con algunos vocablos de los Pirineos y Valdecésar, de que usan nuestros antiguos, sino a una de las montañas de León, en que estaba fundado el Monasterio de San Juan de Valdecésar”.
En el retablo de Nicolás Francés de la capilla central de la catedral existen tres tablas flamencas que representan la vida de San Froilán. Una de ellas alude a su permanencia en Valdorria como ermitaño, con la prueba de la brasa que quema sus labios y las palomas que salen de su boca y anuncian su facultad de predicador.
Otra tabla expresa la visita del rey a Moreruela en búsqueda del Santo para la proposición al episcopado. Otra la consagración episcopal, donde los personajes aumentan de tamaño según la importancia social, detalle muy característico de la pintura flamenca. Dos tablas se trajeron del monasterio de Santa María de Sandoval y otra apareció en un pajar de Trobajo del Camino.
Vicisitudes con los restos de San Froilán
Con las incursiones de Almanzor a finales del siglo X y para no ser profanados se llevaron los restos de San Froilán a Valdorria y allí permanecieron todo el siglo XI pero los monjes de Moreruela los sustrajeron luego y los volvieron a tierras zamoranas, hasta que se formalizó un pleito que llegó a Roma y hubo de venir de legado pontificio el famoso cardenal Jacinto, adjudicando la mitad de los restos a la iglesia catedral de León y la otra mitad al monasterio de Moreruela.
En el traslado de los restos de San Froilán de Moreruela a León, bajo el episcopado de Manrique, el que iniciara la construcción de la catedral gótica, dícese que por el camino llovía miel sobre los árboles y los cabellos de los hombres, según el relato que hace en su crónica don Lucas de Túy.
San Froilán y el lobo
La ermita de Valdorria, cuenta la leyenda, fue construida por San Froilán y sobre ella se ha tejido la tela de una emotiva circunstancia legendaria. Las piedras fueron acarreadas por el ermitaño, ayudándose de un borriquillo.
Por estos pagos aúllan insistentemente los lobos y uno de ellos mató al borriquillo de Froilán. Entonces, en castigo, el Santo amonestó a la alimaña y le hizo cargar con el serón y las piedras en sucesivos viajes hasta finalizar la edificación del cenobio.
Esta leyenda se halla cincelada en bronce en una de las puertas del santuario de la Virgen del Camino; es la puerta situada en la fachada opaca que corre a lo largo de la vera de la carretera, la puerta de la izquierda.
Allí está San Froilán con su báculo episcopal y tiene las narices brillantes, porque todo visitante le tira de las narices creyendo que tal hecho trae suerte.
Allí está cincelada también la catedral, el santo eremita en su cenobio orando ante una calavera, el lobo cargado con el serón y las piedras y hay cincelados los nombres de León, Valdecésar, Moreruela.
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