El Reino Olvidado

Este diario es la crónica de un país olvidado, el seguimiento de su huella histórica, cultural y artística en España y en Europa.

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martes, mayo 23, 2006

El regionalismo leonés

La Identidad Leonesa

DAVID DÍEZ LLAMAS

Con los primeras intentos de supresión de la identidad política y cultural surge como reacción tanto en los sectores políticos conservadores como progresistas una reivindicación leonesa de León, en forma de regionalismo.

En 1869 se propugnaba desde Valladolid lo que se denominara “Pacto Federal Castellano”, en el que se habla de dos estados: el de Castilla la Vieja y el de Castilla la Nueva. El de Castilla la Vieja con capital en Valladolid estaría integrado por 11 provincias; Ávila, Burgos, León, Logroño, Palencia, Salamanca, Santander, Segovia, Soria, Valladolid y Zamora.

Como vemos una vez más Valladolid se convierte en el propulsor principal de esa región central que en esta ocasión denominan “Castilla la Vieja”, en otras “Región Duero” y también Castilla-León. Es una constante histórica que se va repitiendo a lo largo de los siglos. Ello se explica por cuanto es la existencia de esa región central lo que confiere a Valladolid su centralidad y ello ha sido a lo largo de la historia lo que le ha dado carta de existencia. La riqueza que pueda tener Valladolid no está en su sustrato agrícola o minero, no está en su tierra, únicamente está en ese papel central, por ello a lo largo de los siglos siempre ha estado al frente de todo intento unificador de castellanos y leoneses. Por lo mismo se ha opuesto con rotundidad a las reivindicaciones de castellanos y leoneses en defensa de sus respectivas identidades.

El proyecto de 1869 preveía que cada uno de estos estados se dividiría en cantones reconociendo la autonomía de las provincias y su derecho a formar agrupaciones. Esta federación castellana tenía como uno de sus fines “representar y velar por los intereses del partido republicano”. Para ello se preveía la existencia de dos Juntas de Estado, una en Madrid y otra en Valladolid.
Es característico de estos movimientos que propugnan la existencia de una región central el denominar a las personas que allí habitan como castellanos agrupándolos en un todo indiferenciado. Incluso aún cuando nominalmente lleguen a reconocer la existencia de dos identidades (Castilla y León) estás acabarán agrupándolas como castellanas. Así este pacto federal va dirigido al “pueblo castellano”.

Ester intento va a prosperar y esa división regional propugnada desde Valladolid será recogida en “el proyecto de Constitución federal de la República Española del 17 de julio de 1873”. Este proyecto será contestado por tos republicanos leoneses de manera contundente. Dado el interés de esa respuesta vamos a recoger integro su comunicado fechado el 4 de agosto de 1873.

“A las Cortes Constituyentes:

La comisión provincial de León no cumpliría fielmente sus deberes que en ausencia de la Diputación le encomienda la ley si dejara de elevar a los Representantes del Pueblo las consideraciones que le sugiere el proyecto de Constitución Federal, leído en la sesión de 17 de julio próximo pasado.

Desde el momento en que fue conocida en esta provincia la división proyectada de España en 15 Estados para constituir la Federación, no ha cesado un momento de recibir las reclamaciones más enérgicas y las excitaciones más eficaces de los Ayuntamientos, a fin de que acudiera a la Representación Nacional, solicitando para la provincia de León la autonomía, que á otras con menos derecho se trata de conceder.

La provincia de León, Título y cuna del primer Reino de la reconquista, que cuenta con una extensión superficial de 1.597.120 hectáreas y una población de 348.736 habitantes; que por su situación topográfica, por sus producciones, por sus costumbres, no pertenece, ni puede considerarse como una parte de Castilla la Vieja; y que cuenta con elementos más que suficientes para constituir por sí un Estado próspero, no debe ni puede ser absorbida por otro, sea cualquiera su nombre, y con el que no la unirán seguramente relaciones de ninguna especie.
No pretende León en manera alguna ser el centro de un Estado, al que concurrieran otras de las actuales provincias; sino formarse por sí sola, y no perder su autonomía, ni el glorioso, nombre de Leoneses sus habitantes, que con él y no con el de Castellanos se han distinguido siempre por su patriotismo, su laboriosidad y su cordura.

Si la división responde a los antiguos Reinos como asegura el preámbulo del proyecto de Constitución, ¿Quién con más derecho que León para formar un Estado? Sí éstos han de tener determinada importancia ¿por qué Navarra y otros obtienen la preferencia cuando les supera la provincia de León en población, en extensión superficial y en el valor de sus variadas producciones, por los que sólo en la Contribución territorial satisface más de tres millones de pesetas?

La Comisión provincial de León no duda un momento que estas mismas consideraciones ligeramente expuestas, hubieran surgido en la discusión del proyecto; pero anticipándose, porque así lo exige el malestar y la impaciencia que en la provincia reinó, ante el temor de que desaparezca su autonomía acude a las Cortes Constituyentes suplicando se digne tener las presentes al tratar de constituir el País.

Salud y República, León 4 de agosto de 1873. Narciso Núñez Palomar Vice-Presidente. Salvador Balbuena, Julián Contreras, Diego López Fierro, Manuel Martínez, P.A.D.L.C.P., Domingo Diez Caneja, Secretario”. (Archivo Histórico de León. Fondo M. Bravo, carpeta 1867-1878, caja 11.606)
Si analizamos al detalle este documento podremos llegar a estas conclusiones:

.- León seguía manteniendo a la altura He 1873 un cierto grado de autonomía y esta reacción surge “ante el temor de que desaparezca”.

.- Existe en León un sentimiento generalizado de repulsa del qué la Comisión Republicana de León se hace únicamente eco.

.- Es falso que el regionalismo leonés estuviese únicamente vinculado a la derecha, sino que, como prueba este documento, también las personas consideradas en aquel momento progresistas lo defienden.

.- La reivindicación leonesa es la de defensa de su identidad y autonomía. No es por tanto una reivindicación del papel de centralidad. No es un regionalismo funcional sino fundamentalmente cultural. “No pretende León en manera alguna ser el centro de un Estado, al que concurrieran las actuales provincias, sino formarle por sí sola, y no perder su autonomía, ni el glorioso nombre de Leoneses sus habitantes”.

.- Paralelismo casi absoluto entre las reivindicaciones de 1873 y los leonesistas actuales. En unas y otras se defiende la identidad v la autonomía leonesa con estos argumentos:
a.- La historia leonesa.
b.- La superficie y los habitantes leoneses.
c.- La comparación con otras provincias probando el trato discriminatorio recibido por León (Navarra en e1 873 y Rioja y Cantabria en la actualidad).
d.- La riqueza económica.
El regionalismo leones actual tiene una base de sustentación histórica que se remonta al siglo XIX. Por ello mismo no cabe interpretarse el movimiento leonesista actual únicamente como un movimiento inducido por los autonomistas vascos o catalanes. Hoy como ayer e! movimiento leonesista ha surgido como defensa de la identidad leonesa ante los intentos de configuración de un estado trasgresor de ese principio.

Este intento de configuración de España en esos estados no pasó de ser un simple intento que no llegó a cuajar.

Por esa misma época se editaba en León: “El Porvenir de León”, periódico de ideología republicana y que José Antonio Carro Celada define en su obra Historia de la Prensa Leonesa, como más leonés que político. Entre sus colaboradores figuraban José Pinto Maestro y Francisco Roa. Desde posiciones ideológicas opuestas tanto “E1 Mensajero Leonés” (católico) como “La Democracia”, se convertirían en difusores de este regionalismo.

Una de las características que va a distinguir al regionalismo leonesista del castellano-leonés es la distinta relación que uno y otro tienen frente a las reivindicaciones autonómicas catalanas. Así por ejemplo, tenemos constancia de los frecuentes contactos de líderes leonesistas con Cambó.
Uno de estos regionalistas leoneses fue el monárquico José Pallares que en 1930 publicará en el “Diario de León” (el 11 de febrero), el artículo “Regionalismo leonés” en el que entre otras cosas dice:

Hoy en casi todos los distritos de la provincia de León existen importantes núcleos de opinión sin caudillo o jefe que las cohesione; fuerzas dispersas a merced del primer audaz que quiera congregarlas en su provecho, y para evitar esto, y para evitar que se nos siga tomando como refrendadores de la importancia de señores que aquí no conocemos más que para servirles, que vienen a llevarse nuestra representación sin más ni mas, es para lo que se precisa unión fuerte sincera y una organización democrática de esta unión. Para este empeño de asociar gentes de un común sentir patriótico, monárquico y regional, vale bien nuestro 'leonesismo', que no es otra cosa sino el 'regionalismo leonés', un ideal que nos permita representarnos ante el poder central sin fulanismo, sino a nombre y razón de nuestro país, de nuestra amada tierra, sea para unos, porque en ella nacimos, sea para otros porque en ella dieron el esfuerzo de su trabajo e inteligencia” (Diario de León, 11/2/1930) .

Este regionalismo leonés representado por Eguiagaray se opone directamente al centralismo madrileño (se quiere que León con relación al Madrid oficial, en vez de un protectorado, siga siendo una colonia).

Eguiagaray también es consciente de los atentados a la identidad leonesa y pretende potenciarla evitando toda posible confusión con las regiones vecinas. “De años viene sucediendo este desgajamiemo lamentable de León como entidad regional, por un lado se entrega a las corrientes asturianas, por otro a las dulces saudades gallegas y luego, en el edioto llano, se confunde insensiblemente con Castilla. Pero eso es artificioso, no es natural” (Diario de León, marzo de 1934).

La correspondencia entre Cambó y Eguiagaray es abundante y prueba de los frecuentes y amistosos contactos entre estos dos políticos. Esto llevará a Eguiagaray a proponer la creación de una “Liga Regional Leonesa” en su artículo publicado en 1934. “Articular esta idea de exaltación de la personalidad regional leonesa no es obra de una charla ni quizá esté a mis alcances, pero yo veo en mí mente esa liga regional leonesa con su centro de estudios leoneses, con su sección de estudios económicos y comerciales de la provincia...” (Diario de León, marzo de 1934).

El paralelismo de esa Liga Regional Leonesa con el partido de Cambó es evidente y llega hasta su propia denominación.

No será este el único contacto que leonesistas y catalanistas mantendrán. Así tenemos que por ejemplo en el semanario bañezano “La Unión”, en 1931, se escribe “Cataluña, la región más adelantada de España, la de las grandes fábricas, la de la próspera agricultura, la de los ciudadanos cultos donde apenas hay analfabetismo, es ejemplo viviente de esta necesidad que preconizamos. Esta región española, que en los momentos actuales camina hacia el abismo en manos de directores impuestos por las circunstancias a los que pudiéramos llamar románticos exaltados, por no darles otro calificativo, Y que no son la representación del pueblo, esta región, decimos, llegó a la altura intelectual y económica en que se encuentra, porque en un momento crítico de su vida supo elegir un grupo de hombres que plenos de un amor sin límites hacia ella, compenetrados con el sentir del pueblo, conociendo sus necesidades laboraron por Cataluña y fueron durante muchos años defensores únicamente del porvenir de su región en unas Cortes en las que el resto de los diputados se ocupaban únicamente de su medro personal” (La Opinión, Semanario Independiente de la Bañeza, 10/5/1931). Este artículo publicado en pleno período electoral termina con esta frase “¡Cada cual dentro de su credo ideológico, pero todos juntos antes que nada!

Cuando el 3 de diciembre de 1918 se reúnen los representantes de las diputaciones de Castilla y de León en Burgos para redactar un documento de oposición al nacionalismo catalán el Ayuntamiento de León con su Alcalde socialista Miguel Castaño al frente rechazará esos acuerdos y en sesión celebrada el día 13 de diciembre de 1918 se manifestará favorable a las pretensiones catalanas y se pedirá amplia descentralización para municipios y provincias (FRANCISCO LEÓN CORREA, El regionalismo leonés en la segunda república a través de la prensa “El Diario de León”, Rev. Estudios Humanísticos 4, Universidad de León, Facultad de Filosofía y Letras, 1982, p. 88, nota 40).

Miguel Castaño consideraba que Castilla nos estaba tomando el pelo haciéndonos apoyar sus intereses, “lo que ahora nos pide es una campaña anticatalana porque Castilla no quiere el regionalismo”. Por ello sobre la base de la unidad nacional propone y acepta que el Ayuntamiento pida la autonomía y rechace los acuerdos de Burgos.

Así en 1932 la Diputación de León tratará de hacer un estatuto leones contando con los representantes en Cortes y los ayuntamientos de la provincia.

Este espíritu de cooperación con Cataluña mantenido por distintos políticos leoneses y sobre todo regionalistas leonesistas, va á contrastar con el que mantendrán los castellano-leoness y fundamentalmente Valladolid. Esto es hasta tal punto así que sería muy difícil entender el regionalismo castellano-leonés sin hacer alusión directa a la oposición al Estatuto catalán.

El diputado vallisoletano Antonio Royo Villanova publicará el libro “Un grito contra el Estatuto” (A. ROYO VILLANOVA. Un grito contra el Estatuto, Sociedad administrativa de Ediciones Literarias, Madrid, 1932) y hará una activa campaña de oposición al estatuto en la que coincide con “El Norte de Castilla” y por la que ese periódico le dedica un homenaje. Su actividad política se ceñirá prácticamente en exclusivas oponerse al catalanismo para lo que dará mítines incluso en provincias tan lejanas corno Alicante, Zaragoza o Albacete.

Cuando en 1931 SE reúne una comisión gestora para fijar la posición de Burgos ante el Estatuto catalán la asamblea toma “un claro matiz anticatalanista con afirmaciones de unitarismo y acusaciones; aquí primó el aspecto económico de que las importaciones de trigo realizadas por catalanes habían determinado la ruina de Castilla” (ENRIQUE ORDUÑA, El regionalismo en Castilla y León, Ed. Ámbito, Valladolid, 1986, p 217).

Este mismo anticatalanismo lo encontramos, por poner otro ejemplo, en las resoluciones de la Asociación de Comercio e Industria de Valladolid que en la reunión celebrada el 4 de mayo de 1932 acuerdan entre otras cosas:

"El Estatuto catalán es un desmedido afán de exclusivismo y olvida la asistencia prestada por las demás regiones españolas a la prosperidad de Cataluña.

Rechazo del proyecto por la Comisión Especial del Congreso al objeto de evitar privilegios y desigualdades.

Si se concede a la región catalana será con la condición de poder aplicarse íntegramente a las regiones que lo soliciten.

Integridad de la nación. No cabe ceder a oirá región los atributos de soberanía, tales como idioma oficial único, administración de justicia, régimen facultativo directo.

Para cubrir los servicios transferidos se concertarán compensaciones equitativas.

En caso de no atenderse a estos acuerdos, estas asociaciones patronales, con el mayor sentimiento, lejos de considerar a Cataluña como región hermana se verían obligados a considerarla en una situación de extranjería recomendando a todos sus asociados la cesación desde tal momento de todas las relaciones mercantiles e industriales que con ella existieran.
" (Norte de Castilla, 5/5/1932)

Basten estos ejemplos para entender el carácter anticatalanista de los propulsores del regionalismo casteellano-leonés y fundamentalmente de Valladolid y también Burgos. Esto no será algo coyuntural; como ya vimos a principios de siglo los vallisoletanos se opondrán a los catalanes con machacona obsesión.

Así en 1866 en el Norte de Castilla se preguntaba ¿por qué ayuda para Cataluña y tanto abandono para Castilla? En la España de las autonomías nuevamente volverán a resurgir estas ideas opositoras al nacionalismo catalán nuevamente desde Valladolid, y las mismas actuarán como elemento de fusión y propulsión para que León se viera integrada en el ente autónomo de Castilla y León. Ello lo veremos con un mayor detalle en un próximo capítulo en el que analizaremos el proceso autonómico leonés. Aquí y ahora únicamente nos interesa, destacar la distinta actitud que mantuvieron respecto al Estatuto catalán los leonesista de principios de siglo y los que propugnaban Castilla-León.

Así el proyecto de región que se da en denominar Castilla-León nace propiciado desde Valladolid como oposición del centro frente a la periferia. Por ello los intelectuales que se oponían al nacionalismo catalán verán con agrado que se agrupen cuanto más provincias mejor para hacer así un frente mayor a las fuerzas centrífugas nacionalistas. De esta tesis participará como luego veremos, el que fue Ministro de Administración Territorial del gobierno de U.C.D., Rodolfo Martín Villa; de ello nos ocuparemos en páginas posteriores.

El regionalismo castellano-leonés en definitiva participa de la idea unitaria que Castilla siempre ha propugnado para España rechazando todo intento de reconocimiento de su diversidad. En León, sin embargo, habrá una mayor tolerancia y aunque sigue defendiendo la unidad de España ello no es óbice para que reconozca. su pluralidad.

Los intereses agrarios de los trigueros serán los que vehiculen económicamente esas ideas que pretenden ser comunes frente al industrialismo catalán en una dialéctica comprador-vendedor. Por ello mismo va a ser en los candidatos agrarios leoneses donde en mayor medida encontraremos esa oposición al Estatuto de Cataluña. Así los llamados “Candidatos Agrarios Leoneses” que se presentan a las elecciones en 1933 en su programa manifiestan que “el Estatuto de Cataluña es atentatorio a la unidad de la soberanía y a la justicia contributiva”.

Lógicamente la sociedad leonesa ayer como hoy es plural y en ella cabían diversidad de opiniones. Sin embargo, será muy difícil encontrar en Castilla citas elogiosas respecto de Cataluña y de los políticos catalanistas, cosa que sin embargo sí sucede en León y que por ello marca una diferencia entre esas colectividades.

El regionalismo leonés ha tenido fundamentalmente un carácter cultural más que político. Sus reivindicaciones eran de defensa de la propia identidad y autonomía, más que reclamar competencias y servicios para esos territorios. No era por ello un regionalismo funcional. Las distintas sociedades leonesistas creadas en León en diferentes momentos respondían básicamente a esa caracterización:

- Ateneo leonés 1910
- Amigos del Pueblo 1915
- Curso de Estudios Leoneses (Miguel Bravo) 1931
- Amigos de León 1933
- Tradiciones Leonesas 1932-1938
- Sociedad de Estudios Leoneses 1926
- Veladas leonesas 1931
- Centro Leonés 1917
- Orfeón Leonés 1934
- Grupo “pro león” 1934
- Vida leonesa (Cultural y Deportiva Leonesa) 1920
- Instituto de Estudios Leoneses 1930

Ello va a ser otra de las características en lo que el regionalismo leonés de principios de siglo y el actual van a ser coincidentes y una de las explicaciones por la que ni uno ni otro han logrado (hasta el momento} importantes cotas de representatividad política.

Manuel Fernández Núñez será quien promueve la creación del grupo “Amigos de León”, en defensa de los intereses industriales, agrícolas y tradicionales de la región leonesa y en especial la provincia de León, habiendo representación de todos los partidos judiciales de la provincia.

M. Fernández Núñez cuando da a conocer su idea afirma que mientras distintas regiones pretenden reivindicar su significación histórica, en León no ocurre nada. Por ello propugna la creación de un grupo que impulse la tentativa de que sea León quien rija sus propios destinos. “Si acertamos a conseguir un grupo de amigos de León que luche y defienda los intereses industriales, agrícolas, artísticos y tradicionales de la región o aún mejor de la provincia leonesa, se habrá dado el primer avance” (Diario de León 1/9/1933).

El Orfeón Leonés en esta misma línea se crea como una institución regionalista donde dejando aparte la política nos encontremos todos los leoneses para hablar de León: Su director primero será el autor de la letra del himno de León J. Pinto Maestro, que se estrena en 1934 con motivo del quinto centenario de la gesta del “Paso Honroso” y Suero de Quiñones. También con ese motivo se hará un romance en lengua leonesa y se inaugura la Biblioteca Regional Leonesa.

Recordamos que el himno leones (declarado oficialmente como tal en 1978) empieza, con esta significativa estrofa: “Sin León no hubiera España, que antes que Castilla leyes, concilios, fueros y reyes dieron prestigio a León”.

En el plano religioso tenemos que la leyenda cuenta que en su aparición la Virgen del Camino quería ser venerada por todo el Reino de León y en 1914, el obispo leonés solicita al Papa que la Virgen del Camino sea coronada patrona del antiguo reino de León. En 1930 es la coronación como patrona de la región leonesa.

En el plano político tenemos además de distintos artículos periodísticos, otros en los que directamente se propone la creación de un partido político tal y como ya vimos con el Sr. Eguiagaray y su Liga Regional o el Bloque Leonés que proponía Felipe Alonso en “la Opinión”. “Creo necesario despertar un regionalismo sincero y consecuente con los principios de las nacionalidades, brindo esta idea al semanario La Opinión para que sondee la forma de establecer un bloque leones (netamente) que desinteresadamente, aceptara la responsabilidad de identificar nuestra vida provincial, constituyéndose en celosos defensores de su administración y de su ética y habrían de aceptar el compromiso, que contraerían desde el primer momento de publicar una especie de Cuadros de Honor de todos los leoneses, o de otras provincias, que hubieran contribuido en algo al mejoramiento moral y material de esta provincia de León, quiero decir de esta región leonesa” (La Opinión, La Bañeza, 31/7/1931).

También en la provincia leonesa el conde de Sagasta representó una aspiración leonesista más o menos hábil o discretamente llevada, contra la aspiración o realidad centralista que representaban los políticos datistas o garcíaprietistas.

Ricardo Pallares, presidente de la Diputación leonesa en 1931, fue uno de los fundadores del Partido Republicano Leonés Autónomo o Alianza Republicana en el que militaron, entre otros, Publio Suárez, Alfredo Barthe o Félix Sampedro. Nuevamente nos encontramos el apelativo “autónomo” designando a un partido leonés.

Acción Agraria Leonesa, partido de derechas que nombra presidente honorario a Jóse María Gil Robles, en 1932, celebra una asamblea en la que define su ideario como “agrario y leonesista”. Entre otras cosas su programa de gobierno se basa en los siguientes puntos:

".- Personalidad leonesa: Recoger rodas las palpitaciones características de la vida local y despertar la conciencia de la personalidad leonesa, para basar sobre ella una autonomía regional, que sin ese requisito sería un puro artificio graciosamente otorgado por la ley sin base real.

.- Municipio leonés: Autónomo ton plena reestructuración del concejo abierto en la plenitud de su organización y funciones sustituyendo con él en muchos casos los artificiosos ayuntamientos hoy existentes. Régimen de carta municipal.

.- Diputación leonesa Autónoma: Como representación de la personalidad leonesa y reglada con arreglo a estos principios:

Fines: legislar y ejecutar sólo para la esfera regional en materia de régimen administrativo, enseñanza primaria, enseñanza elemental profesional, obras públicas, montes, ganadería y agricultura; ejecutar las leyes nacionales sobre beneficencia, sanidad, agricultura, montes, ganadería, aguas y política social, sin perjuicio de obtener del Estado otras delegaciones para ejecutar en otras ramas de leyes nacionales. Medios: Hacienda autónoma a base de un concierto económico periódicamente revisable.

Límites de la autonomía: La unidad intangible de España; los límites derivados de la Constitución, el compromiso de legislar para los leoneses y no leoneses aquí residentes; el control del Estado para la aplicación de las leyes nacionales delegadas a la Diputación y para que ésta se ajuste en todo a las normas fundamentales de su autonomía” (Diario de León, 3/12/1932. Tomado de los fascículos sobre la guerra civil española en León, 1ª parte, fascículo 4; pp. 69-70).

Es en definitiva un programa perfectamente autonomista, regionalista y leonesista.

Otros regionalistas leoneses de la época son Miguel Bravo, Nicolás Benavides, J. González o Clemente Vilario que bien sea a través de escritos en la prensa o por fomentar distintas iniciativas se preocuparon por el papel a jugar por León en la configuración territorial de España. En la revista del clero leones Eugenio Merino escribirá sobre una autonomía Ieonesa-castellana que defendiese los intereses agrícolas; en esa misma revista J. González escribe “sobre los fundamentos históricos del regionalismo leonés” (Revista del clero leonés 1931).

Con el triunfo del Frente Popular la derecha se replanteará el tema de la autonomía castellano-leonesa, buscando un estatuto como contrapeso al que estaba impulsándose en las regiones periféricas. No olvidemos que también en ese momento la polémica centro-periferia tenía connotaciones políticas por cuanto en uno y otro dominaban distintas ideologías políticas.

Es un regionalismo que paradójicamente, tiene ribetes antiauronomistas, como lo prueba el artículo sin firma que en la sección “Temas del Momento” publica el Diario de León el 20 de mayo de 1936: “Ni León ni Castilla tienen derecho al suicidio colectivo y a tal equivaldría el permanecer cruzados de brazos para que el Estado eche sobre ellas las cargas que bonitamente se quitan de encima las otras regiones, valiéndose de la engañifa de los Estatutos. León y Castilla ‘médula y corazón de España’, tienen que aprestarse a la defensa contra el 'estatutismo', planta envenenada pero cultivada por los necios jardineros del imbécil Madrid con una inconsciencia suprema. Y, hoy por hoy, no tienen otro recurso, para que en Madrid entre en razón y reconozca su imbecilidad, más que pedir trato de igualdad con las demás regiones”.

El 21 de muyo se celebra una reunión de los diputados de Castilla la Vieja y León de “Acción Popular” para afirmar la personalidad de León y Castilla. “De todas formas, parece claro, que en León tenía más arraigo el regionalismo leonesista. Fue la reacción ante el desarrollo autonómico de otras regiones lo que llevó al impulso del Estatuto de Castilla y León potenciado, sobre todo como hemos visto por los partidos de derecha”( la Guerra Civil Española en León, 1ª parte, fascículo 9, publicado por Diario de León).

El proyecto de Estatuto de Castilla y León no llegará a cuajar ante el impacto de la guerra. El anteproyecto lo define como una “federación regional de provincias” y en el mismo se hace constar su oposición a los nacionalismos y separatismos. La religión oficial se dice que es la católica (artículo 16).

La segunda República había reconocido la identidad leonesa como tal región. Cuando crea el Tribunal de Garantías Constitucionales prevé un representante de cada una de las regiones españolas. Así la ley del 14 de junio de 1933 que vino a regular la estructura y funcionamiento del Tribunal determina que cada región autónoma, una vez aprobado el estatuto, tendrá derecho a nombrar un vocal que le represente en el Tribunal de Garantías; y en su artículo 11 establece que para las regiones no autónomas se considerarán como regiones las siguientes: Andalucía, Aragón. Asturias, Canarias, Castilla la Vieja, Extremadura, Galicia, León. Murcia, Navarra, Vascongadas y Valencia.

Si tenemos en cuenta que el Estatuto Castellano Leonés nunca pasó de ser un proyecto político tenemos que para los legisladores de los años 30, a nivel constitucional, León y Castilla seguirán siendo dos regiones diferentes, cada una con su propia personalidad jurídico administrativa(M. GONZÁLEZ HERRERO. Regionalismo Castellano (IV), (Gráficos Ceyde, Segovia, septiembre 1982; p. 39).

En diciembre de 1936 un decreto de la República crea el Consejo Interprovincial de Asturias y León dando así legalidad a una situación de hecho, pues ya hacía algunos meses que existía esa coordinación entre leoneses y asturianos. En dicho decreto se crea un gobierno de los territorios leoneses en Villamanín. El 28 de octubre de 1937, fecha de la última reunión, dicho Consejo se declarará “independiente” al estar bloqueado por los nacionales.

En Valladolid mientras tanto, Onésimo Redondo, al que se le llama “caudillo de Castilla” o “apóstol de Castilla”, funda las llamadas “Juntas Castellanas de actuación hispánica”, cuyo artículo 2° dice: “La reconstrucción de las provincias de Castilla y León. Se entiende por reconstrucción la mejora rápida de las condiciones de cultura y rendimiento de la producción agrícola; la repoblación de los terrenos yermos o roturados, en los que sea posible la repoblación forestal y la dignificación de la vida rural para el fortalecimiento de los municipios, la urbanización de aldeas y villas, la creación de instituciones de beneficencia y cultura”.

El 24 de julio de 1936 escribe “a los labradores castellanos y leoneses, a toda da la tierra de Castilla y León. La patria resucita como siempre que se crearon los imperios entre el ruido victorioso de las armas, Castilla asiste con júbilo frenético a esta explosión inesperada de grandeza y de justicia... España se hizo combatiendo a la barbarie con Castilla como región capitana” (Onésimo Redondo caudillo de Castilla, ed. Libertad, Valladolid, febrero 1937).

En concordancia con estas afirmaciones al gobierno de Franco en Burgos afirma “la primacía de Castilla sobre todas las regiones”.

Cuando en alguna ocasión se ha pretendido auspiciar la autonomía castellano-leonesa con los atuendos del progresismo algunos autores como Anselmo Carretero han recordado el papel jugado por Onesimo Redondo y el Norte de Castilla. Nosotros por nuestra parte, creemos que efectivamente Castilla-León no puede entenderse como una construcción geográfica y social progresista, pero ello no es tanto por el papel que haya podido jugar Onésimo Redondo sino más bien por cuanto siempre se ha configurado como una región que ha nacido en oposición y frente a otras regiones españolas defendiendo una España unitaria frente a la España plural.

Como un signo más de las frecuentes disputas entre leoneses y castellanos en 1935 y auspiciado por la Universidad de Santander, se celebran las fiestas milenarias de la independencia de Castilla del Reino de León que tendrán un marcado carácter antileonesista. Como respuesta León conmemorará el aniversario de las Cortes Leonesas, las primeras de España: León estaba haciendo España antes de que surgiese Castilla y resurgieran las iniciativas culturales.

Entre los regionalistas castellanos que han defendido la personalidad castellana diferenciada de León destaca sin lugar a dudas, Luis Carretero Nieva, del que será continuador de su obra su hijo, que estuvo exiliado en México, Anselmo Carretero Jiménez.

Luis Carrerero, segoviano de origen y querencias, trabajó en León durante 14 años donde fúe nombrado jefe de industria de la provincia. Miembro de la ejecutiva nacional de U.G.T. en 1939 pasa a Francia y luego a México donde se exilia y donde actualmente vive su hijo Anselmo Carretero.

Al igual que el regionalismo leonés, los castellaniscas se caracterizan por la concepción de España como una entidad plural que Carretero define como “nación de naciones”. En ello se oponen al antiautonomismo castellano-leonés y al carácter unitario de España.El 1916 Luis Carretero publicará “La Cuestión Regional de Castilla la Vieja”. En el mismo, entre otras cosas, mantiene una división de España en la que atribuye Valladolid al Reino de León y al que culpa en buena parte de la decadencia castellana. Así castellanistas y leonesistas vienen a culpabilizar a Valladolid del decaimiento de sus respectivas regiones pero mientras para los leonesistas Valladolid será una parte de Castilla, para los castellanistas lo será del Reino de León.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

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12:10 p. m.  

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