Las leyendas del lago de Carucedo
Mitos y leyendas de la tierra leonesa
MATÍAS DÍEZ ALONSO
El lago es un criadero de anguilas y patos silvestres. Se dice que era la reserva piscícola de los monjes de Carracedo, que no comían carne porque sus normas decían que estaba demasiado pegada a la tierra.
Como todo lago leonés está lleno de leyendas. Dice el mentado Gil y Carrasco que el señor templario del castillo de Cornatel, que se mece sobre el abismo como el vuelo de las águilas, cazaba por los montes de Borrenes y se topó con una hermosísima pastora a la que burló por fuerza entre las encinas.
El mozo de Carucedo que bebía los vientos por la pastora de Borrenes tomó venganza de la afrenta y esperó al templario en una de sus cacerías hundiéndole el cuchillo en el vientre hasta consumar la vendetta por la felonía del noble. Por temor a las represalias se marchó a tierras de morería y al cabo de muchos años volvió de peregrino a Compostela e ingresó de monje en el monasterio próximo a Carucedo donde en poco tiempo fue nombrado abad.
Las gentes acudieron al abad a pedirle remedio contra el mal de ojo que la bruja que merodeaba por estos poblamientos causaba en personas y ganados. El abad salió de noche para conjurar a la bruja y cuál no sería su sorpresa cuando encontró a la bruja y la reconoció como aquella bella moza de su juventud de la que vivió enamorado.
Se reconocieron y brotó entre ellos la pasión del amor perdido tantos años y fueron a disfrutar del éxtasis del cariño en el pórtico de la cercana ermita, donde el abad olvidó sus votos de castidad.
En castigo, las torrenteras manaron agua entre un fragoso concierto de truenos y relámpagos hasta inundar el valle y anegar la ermita, formando el lago de Carucedo, donde la noche de San Juan se oye el tañido de la campana de la ermita.
La ondina Carissia. Otra leyenda relata que este lago se formó por la abundancia de lágrimas de la ondina Carissia, tan enamorada del general romano Tito Carissio.
Tito Carissio conquistó Lancia y dominó El Bierzo. El año 19 antes de Cristo Tito Carissio tomó Castrum Bérgidum.
Castrum Bérgidum o Castro Ventosa se halla cerca de Cacabelos, en Fieros. Es un cerro que se divisa desde la carretera. Allí están las raíces históricas del Bierzo. La raíz «berg» es celta y significa altura. Aún se conserva esta raíz en algunas voces como bergancias; en la montaña denominan prenuncias a la cadena que sostiene el pote colgando desde el techo.
Existe la creencia de que aquí se asentaba la antigua Bérgidum y sus moradores la abandonaron de noche, marchándose a Torre de Babia, luego el emperador Tito Flavio Vespasiano le dio el derecho de ciudad romana, con el nombre de Bérgidum Flavia y así la cita Ptolomeo y era la décima mansión romana en el itinerario de Braga a Astorga, según Antonino.
Ya en el concilio de Lugo del año 569 se cita Bérgidum como capitalidad de la zona del obispado de Astorga y Valerio de Montes, discípulo de San Fructuoso, cita el Bergidense territorium.
Este Castro Ventosa tiene un recinto amurallado medio enterrado de cuatrocientos metros de largo por doscientos de ancho, unos cuatro metros de espesor con siete de altura. Yo lo encontré plantado de viñas y toda la muralla enterrada. Quizá fuera la mayor fortaleza que tenían los astures en el alto Sil.
Fue declarado monumento nacional en 1931 y excavado arqueológicamente en 1976 encontrando muchos objetos de cerámica celta. En el 1108 el obispo Gelmírez consagró una iglesia en este castro y el rey Alfonso IX decidió repoblarlo dando grandes concesiones. No obstante, hubo conflicto entre las diócesis porque el Castro Ventosa pertenecía a Astorga y Cacabelos a Compostela y muchos repobladores del castro pertenecían a Cacabelos.
Pues aquí establecieron sus tropas los romanos para vigilar la explotación de Las Médulas.
La ondina Carissia vivía en la mítica ciudad de Lucerna y se enamoró perdidamente del guapo general latino, pero el romano, dado que la ninfa era astur, raza y pueblo que los romanos tenían que dominar, la burló y la despreció.
El amor no tiene razas ni fronteras; la ninfa sintió tal dolor que estuvo muchos años llorando y tantas lágrimas derramó que se fue formando el legendario lago y anegando la mítica ciudad de Lucerna.
Así se llenó la hoya con agua cristalina, donde el sol refleja sus rayos en una tonalidad azulada enmarcada entre las espadañas y las juncias.
Dice la leyenda que todos los años al amanecer del día de San Juan, cuando se abre el alba y el sol dora las aguas se vislumbra en el fondo del lago el reflejo de la ciudad de Lucerna.
En esa noche serena sale la ondina Carissia del lago de Carucedo a buscar un guapo mozo que la requiebre de amores. Pero como es tan grande el lago es difícil dar con ella. Alguna vez se ha encontrado en la mañana luminosa el peine de cuerno con alguna hebra de sol entre sus púas, que la ninfa se dejó olvidado en la orilla.
Siempre hay algún visitante del lago de Cariacedo que románticamente se acerca a la orilla y da un beso a sus aguas, para que la jana del lago se lleve el testimonio afectivo del galán que siente la leyenda y alguno cree percibir en las aguas azuladas algo así como un perfume de rosas silvestres.Este lago es artificial, producido por el estancamiento de las aguas procedentes del lavado de las arrugias auríferas de Orellán, explotaciones de oro durante trescientos años por los romanos.
MATÍAS DÍEZ ALONSO
El pecado del abad.- Desde la carretera se aprecia toda la extensión del lago de Carucedo, con cuatro kilómetros de perímetro y treinta metros de profundidad, donde Doña Beatriz, la protagonista de la obra de Gil y Carrasco, El señor de Bembibre, paseaba su melancolía de amores.
El lago es un criadero de anguilas y patos silvestres. Se dice que era la reserva piscícola de los monjes de Carracedo, que no comían carne porque sus normas decían que estaba demasiado pegada a la tierra.
Como todo lago leonés está lleno de leyendas. Dice el mentado Gil y Carrasco que el señor templario del castillo de Cornatel, que se mece sobre el abismo como el vuelo de las águilas, cazaba por los montes de Borrenes y se topó con una hermosísima pastora a la que burló por fuerza entre las encinas.
El mozo de Carucedo que bebía los vientos por la pastora de Borrenes tomó venganza de la afrenta y esperó al templario en una de sus cacerías hundiéndole el cuchillo en el vientre hasta consumar la vendetta por la felonía del noble. Por temor a las represalias se marchó a tierras de morería y al cabo de muchos años volvió de peregrino a Compostela e ingresó de monje en el monasterio próximo a Carucedo donde en poco tiempo fue nombrado abad.
Las gentes acudieron al abad a pedirle remedio contra el mal de ojo que la bruja que merodeaba por estos poblamientos causaba en personas y ganados. El abad salió de noche para conjurar a la bruja y cuál no sería su sorpresa cuando encontró a la bruja y la reconoció como aquella bella moza de su juventud de la que vivió enamorado.
Se reconocieron y brotó entre ellos la pasión del amor perdido tantos años y fueron a disfrutar del éxtasis del cariño en el pórtico de la cercana ermita, donde el abad olvidó sus votos de castidad.
En castigo, las torrenteras manaron agua entre un fragoso concierto de truenos y relámpagos hasta inundar el valle y anegar la ermita, formando el lago de Carucedo, donde la noche de San Juan se oye el tañido de la campana de la ermita.
La ondina Carissia. Otra leyenda relata que este lago se formó por la abundancia de lágrimas de la ondina Carissia, tan enamorada del general romano Tito Carissio.
Tito Carissio conquistó Lancia y dominó El Bierzo. El año 19 antes de Cristo Tito Carissio tomó Castrum Bérgidum.
Castrum Bérgidum o Castro Ventosa se halla cerca de Cacabelos, en Fieros. Es un cerro que se divisa desde la carretera. Allí están las raíces históricas del Bierzo. La raíz «berg» es celta y significa altura. Aún se conserva esta raíz en algunas voces como bergancias; en la montaña denominan prenuncias a la cadena que sostiene el pote colgando desde el techo.
Existe la creencia de que aquí se asentaba la antigua Bérgidum y sus moradores la abandonaron de noche, marchándose a Torre de Babia, luego el emperador Tito Flavio Vespasiano le dio el derecho de ciudad romana, con el nombre de Bérgidum Flavia y así la cita Ptolomeo y era la décima mansión romana en el itinerario de Braga a Astorga, según Antonino.
Ya en el concilio de Lugo del año 569 se cita Bérgidum como capitalidad de la zona del obispado de Astorga y Valerio de Montes, discípulo de San Fructuoso, cita el Bergidense territorium.
Este Castro Ventosa tiene un recinto amurallado medio enterrado de cuatrocientos metros de largo por doscientos de ancho, unos cuatro metros de espesor con siete de altura. Yo lo encontré plantado de viñas y toda la muralla enterrada. Quizá fuera la mayor fortaleza que tenían los astures en el alto Sil.
Fue declarado monumento nacional en 1931 y excavado arqueológicamente en 1976 encontrando muchos objetos de cerámica celta. En el 1108 el obispo Gelmírez consagró una iglesia en este castro y el rey Alfonso IX decidió repoblarlo dando grandes concesiones. No obstante, hubo conflicto entre las diócesis porque el Castro Ventosa pertenecía a Astorga y Cacabelos a Compostela y muchos repobladores del castro pertenecían a Cacabelos.
Pues aquí establecieron sus tropas los romanos para vigilar la explotación de Las Médulas.
La ondina Carissia vivía en la mítica ciudad de Lucerna y se enamoró perdidamente del guapo general latino, pero el romano, dado que la ninfa era astur, raza y pueblo que los romanos tenían que dominar, la burló y la despreció.
El amor no tiene razas ni fronteras; la ninfa sintió tal dolor que estuvo muchos años llorando y tantas lágrimas derramó que se fue formando el legendario lago y anegando la mítica ciudad de Lucerna.
Así se llenó la hoya con agua cristalina, donde el sol refleja sus rayos en una tonalidad azulada enmarcada entre las espadañas y las juncias.
Dice la leyenda que todos los años al amanecer del día de San Juan, cuando se abre el alba y el sol dora las aguas se vislumbra en el fondo del lago el reflejo de la ciudad de Lucerna.
En esa noche serena sale la ondina Carissia del lago de Carucedo a buscar un guapo mozo que la requiebre de amores. Pero como es tan grande el lago es difícil dar con ella. Alguna vez se ha encontrado en la mañana luminosa el peine de cuerno con alguna hebra de sol entre sus púas, que la ninfa se dejó olvidado en la orilla.
Siempre hay algún visitante del lago de Cariacedo que románticamente se acerca a la orilla y da un beso a sus aguas, para que la jana del lago se lleve el testimonio afectivo del galán que siente la leyenda y alguno cree percibir en las aguas azuladas algo así como un perfume de rosas silvestres.Este lago es artificial, producido por el estancamiento de las aguas procedentes del lavado de las arrugias auríferas de Orellán, explotaciones de oro durante trescientos años por los romanos.
5 Comments:
Me ha parecido una leyenda genial...como la mayoria de las leyendas!son escritos que por la antiguedad que tienen te dejan pensando en ellos un rato...y mas si hablan de la zona donde vives son encantadoras
vivaaaaaaa lagooooooOo
el mejor pueblo del mundoooo
alguien me podria informar de las leyendas
jana del narranco de val de osín
xana de la fuente de pumarín
xana de nueva de llanes
jana del laho carucedo
lamia de la cueva de bazola
xao gracias
a mi me gusta la de la ninfa es una leyenda tragica pero cuando baya al lago el dia de sanjuan intentare buscar a la ninfa o al peine de cuerno XD
El pueblecido desde el que se parte para Bergidum es Pieros. Un saludo.
Publicar un comentario
<< Home