La montaña central leonesa
Bajo esta denominación se engloba un conjunto de valles creados por los ríos que descienden de la Cordillera Cantábrica. Desde oriente a occidente encontramos el valle del río Forma, dividido en dos tramos por el embalse de Vegamián, el alto Forma y la tierra de Boñar, en la que las Arrimadas presenta características propias. Los ríos Torio y Curueño se dividen igualmente en dos partes, norte y sur, marcadas por una pequeña sierra, en la que ambos ríos han horadado hermosas hoces: las de Nocedo y Valdeteja en el Curueño y las de Vegacervera en el Torio. En el valle del Bernesga se marcan tres zonas, Arbas-La Tercia en la cabecera del río, el Valle de Gordón en el tramo siguiente, y Fenar-Alba poco antes de que el río entre en las Tierras de León.
Los materiales siguen siendo los mismos de las comarcas limítrofes, muros de piedra, madera y cubiertas de teja. Los muros son de mampostería cuidada, con las esquinas trabajadas en sillería o sillarejo, lo que se repite en las jambas de puertas y portones, cuando no están marcadas por grandes piedras o por ladrillo, que es una tónica constante de la montaña leonesa en los edificios de principios de siglo. Algunas casas pueden presentar portones con arco de medio punto, sobre todo en casonas del siglo XVIII. La madera de roble y de haya aparece en la carpintería y en el interior de los edificios. En los aleros puede verse, además de la madera, la piedra en forma de losas toscas. En la cubierta domina la teja, aunque en algunos lugares pueden verse cubiertas de pizarra y en otros se conservan techos de paja, de forma residual.
La casa más común de estas tierras no varía, en líneas generales, de las vistas hasta ahora en otras zonas de la montaña de Castilla y León. García Grinda nos la define así:
"La casa dispone de dos alturas, organizándose en la planta baja la cocina y un cuarto, así como la cuadra, disponiendo esta última de acceso propio. A estas piezas se puede unir la hornera, separada de las casas y de una sola altura. En la planta superior se disponen las habitaciones o dormitorios, a los que puede incorporar a veces la cocina, sobre todo la económica, dando al corredor y, sobre la cuadra, el pajar. Además se puede añadir otra cuadra-cobertizo diferenciada donde se alberga la carreta y los aperos, compartiendo el lugar con algún ganado de tipo menor, disponiendo sobre él otro pajar bajo la cubierta".
La seña de identidad de estas casas es el corredor, que varía a medida que nos desplazamos de oeste a este. Así, en la Tercia y Arbás aparecen, aunque en escaso número, las escaleras exteriores, o patín, que llegan al corredor, como las vistas en las comarcas anteriores; en Torio y Curueño dejan paso a corredores como meros balcones que salen de la fachada, apoyándose en la prolongación de las vigas del forjado, en pies derechos o en algún muro lateral de cierre, para crear bajo el corredor un porche; en el Porma encontraremos corredores enmarcados por la prolongación de los muros laterales del edificio, como influjo de la cercana tierra de Pviaño. Lo más habitual en toda la comarca es la conversión del corredor en galería, al cerrarse éste de forma acristalada en todos sus lados, lo que es una solución más bien moderna. Las barandillas de los corredores son sencillas, de cuadradillo o torneados simples, siendo muy escasas las que se cierran con tablas.
tntre la arquitectura complementaria de la vivienda aparece en Pueblos de la Tierra de Boñar el hórreo, que aunque ha sido fre-uente en la zona hoy sólo podemos encontrarlo en las localidades de Pelechas, Valdehuesa, Vozmediano y Las Bodas.
Las «casas de teito» han desaparecido casi del todo y hoy solo encontramos algún ejemplar abandonado o semiabandonado destinado únicamente a cuadra. Por reseñas sabemos que eran de una planta, con entrada por uno de los lados mayores, dos accesos uno para la vivienda y otro para la cuadra, y escasos huecos: uno para ventilar la cocina y otro para la habitación; la cubierta era siempre a dos aguas.
En las zonas mineras aparece en algún edificio la pizarra como material de cubierta, lo que es un influjo de la arquitectura programada por las empresas mineras, en los asentamientos creados para los trabajadores foráneos. Uno de los buenos ejemplos de estos asentamientos es el de Orzonaga. Sin embargo esto no se repite en todos ellos.
Territorialidad
En la zona de Boñar encontramos las agrupaciones de casas tradicionales más importantes, así como las construcciones más llamativas: los hórreos. Pelechas, asentado en una ladera en el valle de Colle, conserva un grupo de tres hórreos, semejante al visto en Prioro, con variedad de cubiertas y composiciones, como un pequeño catálogo, y otro en un corral cercano; junto a ellos aparecen casas cerradas, algunas con corredores al patio, y puertas diferenciadas para el carro y las personas.
Podemos encontrar soluciones semejantes en otras poblaciones del mismo valle como Grandoso o La Llama de Colle y, sobre todo, en las Arrimadas, donde destacan las poblaciones de Santa Colomba de las Arrimadas, la Acisa de las Arrimadas y Barrillos de las Arrimadas; en este último hay un amplio tejaroz que cubre una puerta carretal con arco de medio punto y la puerta peatonal adintelada, todo ello enmarcado por piedra de sillería.
Vegaquemada mantiene, junto a corredores que crean porche debajo, casas en las que se nota el influjo de la ribera, por el adobe de la parte alta de algunos muros y por la creación de espacios o corrales, típicos de las construcciones agrícolas de las vegas y riberas.
En la parte alta del Porma volvemos a encontrar la misma separación de puertas, además, galerías acristaladas apoyadas en muros laterales y pies derechos, y cobertizos adosados como prolongación de la cubierta, en el valle de Reyero, Solle y la pequeña localidad de Orones, pero con escasos ejemplares que mencionar, entre construcciones modernas o modernizadas.
El valle del Curueño, en su parte alta, aparece también muy renovado, destacando sólo algunos corredores de escaso tamaño, casi balcones, y las galerías acristadas que generalmente dan al patio, como algunas de Valverde o Valdeteja, y las casas bloque, cúbicas, en las que a la vivienda se adosa la cuadra y el pajar creando un pequeño corral cercado por un muro de piedra, como en Valdelugueros.
Cerca de La Vecilla, capitalidad del valle y cuyas construcciones corresponden a un tipo más bien urbano, se sitúa Sopeña de Curueño, donde el corredor se asoma los patios o corrales, unas veces cerrado con tablazón, otras con antepecho de madera o renovado en hierro y, generalmente, sobre pies derechos que crean un porche, como influjo de las casas agrícolas de la cercana ribera; se han visto tejadillos amplios sobre los boqueras de los pajares, a modo de cobertizo protector de la descarga de la hierba.
La cabecera del Torio es conocida como La Mediana; en ella encontramos algunos edificios con los testeros resaltados y rematados en losas de piedra de tipo pizarroso, que nos hablan de un pasado de cubiertas vegetales que hoy han desaparecido. Siguen dominando las casas bloque o cúbicas con los vanos recuadrados con grandes piedras o ladrillo, como en Cármenes, donde además podemos ver algunos balcones volados, miradores y galerías acristaladas, en casas de tipo urbano de principios de siglo. En la zona no merece la pena destacar más pueblos que Getino y Canseco como conjuntos arquitectónicos armónicos y el pequeño asentamiento de Felmín con testeros resaltados y patios con galerías y porches.
Correcillas, cercano a Matallana de Torio, es posiblemente el mejor conjunto arquitectónico de la Montaña central, a pesar de las renovaciones y construcciones modernas; las casas se sitúan en el fondo de un valle, adaptadas a la ladera, con unas calles que siguen, más o menos, las curvas de nivel y otras que ascienden con acusada pendiente y provocan distintas alturas en cada fachada.
El valle de la Valcueva pone en comunicación los valles del Torio y el Curueño, en él encontramos pueblos en los que se conservan las casas con corredor, como La Valcueva, y otros en los que dominan las casas más cerradas, con esquinas de sillería y grandes piedras en sus muros remarcando las puertas y las ventanas, como
Robles de la Valcueva, que se extiende a lo largo de la carretera ' en el que hace años había varios corredores, hoy desaparecidos.
En la parte alta del Bernesga se hallan los valles de Arbás y 1; Tercia, que fueron uno de los territorios más castigados en la pro vincia de León durante la Guerra Civil, como lo atestigua ei Villamanín, la plaza mayor y sus aledaños, reconstruidos por 1; Dirección General de Regiones Devastadas. No hay por ello pue blos que destaquen por la importancia de su arquitectura o por si urbanismo, ya que sólo se conservan algunas construcciones aisla das. En Casares, Cubillas y Viadangos de Arbás hay pequeña: construcciones de una planta, unidas unas a otras que tuvieror cubierta de paja; en Rodiezmo hay galerías acristaladas y er Camplongo el caserío más interesante.
En el valle de Gordón encontramos algunos pueblos en los quí la arquitectura popular tiene un cierto significado. Vega de Cordón se asienta en una estrecha franja de terreno entre la carretera y la montaña; su caserío se reparte por una tortuosa calle a la que se accede desde la carretera, por estrechos callejones. Conservs galerías abiertas y cerradas, destacando una doble en un edificio d« piedra con los vanos recuadrados de ladrillo. Una casa haciende esquina y con dos galerías, una a sur y otra en el testero, se puede ver en Huergas de Cordón, junto a casas con arcadas de medio punto en los portones, así como galerías al exterior y en los patios, vanos recuadrados de ladrillo o sillería y alguna escalera exterior.
Encajado a un lado de la carretera y de la vía del ferrocarril, Peredilla levanta sus casas a lo largo de una calle, en las que vemos construcciones semejantes a las de los dos pueblos citados anteriormente, con más galerías, unas exteriores y otras abiertas a los patios, y alguna escalera exterior. Se conserva un potro situado bajo un cobertizo.
Los materiales siguen siendo los mismos de las comarcas limítrofes, muros de piedra, madera y cubiertas de teja. Los muros son de mampostería cuidada, con las esquinas trabajadas en sillería o sillarejo, lo que se repite en las jambas de puertas y portones, cuando no están marcadas por grandes piedras o por ladrillo, que es una tónica constante de la montaña leonesa en los edificios de principios de siglo. Algunas casas pueden presentar portones con arco de medio punto, sobre todo en casonas del siglo XVIII. La madera de roble y de haya aparece en la carpintería y en el interior de los edificios. En los aleros puede verse, además de la madera, la piedra en forma de losas toscas. En la cubierta domina la teja, aunque en algunos lugares pueden verse cubiertas de pizarra y en otros se conservan techos de paja, de forma residual.
La casa más común de estas tierras no varía, en líneas generales, de las vistas hasta ahora en otras zonas de la montaña de Castilla y León. García Grinda nos la define así:
"La casa dispone de dos alturas, organizándose en la planta baja la cocina y un cuarto, así como la cuadra, disponiendo esta última de acceso propio. A estas piezas se puede unir la hornera, separada de las casas y de una sola altura. En la planta superior se disponen las habitaciones o dormitorios, a los que puede incorporar a veces la cocina, sobre todo la económica, dando al corredor y, sobre la cuadra, el pajar. Además se puede añadir otra cuadra-cobertizo diferenciada donde se alberga la carreta y los aperos, compartiendo el lugar con algún ganado de tipo menor, disponiendo sobre él otro pajar bajo la cubierta".
La seña de identidad de estas casas es el corredor, que varía a medida que nos desplazamos de oeste a este. Así, en la Tercia y Arbás aparecen, aunque en escaso número, las escaleras exteriores, o patín, que llegan al corredor, como las vistas en las comarcas anteriores; en Torio y Curueño dejan paso a corredores como meros balcones que salen de la fachada, apoyándose en la prolongación de las vigas del forjado, en pies derechos o en algún muro lateral de cierre, para crear bajo el corredor un porche; en el Porma encontraremos corredores enmarcados por la prolongación de los muros laterales del edificio, como influjo de la cercana tierra de Pviaño. Lo más habitual en toda la comarca es la conversión del corredor en galería, al cerrarse éste de forma acristalada en todos sus lados, lo que es una solución más bien moderna. Las barandillas de los corredores son sencillas, de cuadradillo o torneados simples, siendo muy escasas las que se cierran con tablas.
tntre la arquitectura complementaria de la vivienda aparece en Pueblos de la Tierra de Boñar el hórreo, que aunque ha sido fre-uente en la zona hoy sólo podemos encontrarlo en las localidades de Pelechas, Valdehuesa, Vozmediano y Las Bodas.
Las «casas de teito» han desaparecido casi del todo y hoy solo encontramos algún ejemplar abandonado o semiabandonado destinado únicamente a cuadra. Por reseñas sabemos que eran de una planta, con entrada por uno de los lados mayores, dos accesos uno para la vivienda y otro para la cuadra, y escasos huecos: uno para ventilar la cocina y otro para la habitación; la cubierta era siempre a dos aguas.
En las zonas mineras aparece en algún edificio la pizarra como material de cubierta, lo que es un influjo de la arquitectura programada por las empresas mineras, en los asentamientos creados para los trabajadores foráneos. Uno de los buenos ejemplos de estos asentamientos es el de Orzonaga. Sin embargo esto no se repite en todos ellos.
Territorialidad
En la zona de Boñar encontramos las agrupaciones de casas tradicionales más importantes, así como las construcciones más llamativas: los hórreos. Pelechas, asentado en una ladera en el valle de Colle, conserva un grupo de tres hórreos, semejante al visto en Prioro, con variedad de cubiertas y composiciones, como un pequeño catálogo, y otro en un corral cercano; junto a ellos aparecen casas cerradas, algunas con corredores al patio, y puertas diferenciadas para el carro y las personas.
Podemos encontrar soluciones semejantes en otras poblaciones del mismo valle como Grandoso o La Llama de Colle y, sobre todo, en las Arrimadas, donde destacan las poblaciones de Santa Colomba de las Arrimadas, la Acisa de las Arrimadas y Barrillos de las Arrimadas; en este último hay un amplio tejaroz que cubre una puerta carretal con arco de medio punto y la puerta peatonal adintelada, todo ello enmarcado por piedra de sillería.
Vegaquemada mantiene, junto a corredores que crean porche debajo, casas en las que se nota el influjo de la ribera, por el adobe de la parte alta de algunos muros y por la creación de espacios o corrales, típicos de las construcciones agrícolas de las vegas y riberas.
En la parte alta del Porma volvemos a encontrar la misma separación de puertas, además, galerías acristaladas apoyadas en muros laterales y pies derechos, y cobertizos adosados como prolongación de la cubierta, en el valle de Reyero, Solle y la pequeña localidad de Orones, pero con escasos ejemplares que mencionar, entre construcciones modernas o modernizadas.
El valle del Curueño, en su parte alta, aparece también muy renovado, destacando sólo algunos corredores de escaso tamaño, casi balcones, y las galerías acristadas que generalmente dan al patio, como algunas de Valverde o Valdeteja, y las casas bloque, cúbicas, en las que a la vivienda se adosa la cuadra y el pajar creando un pequeño corral cercado por un muro de piedra, como en Valdelugueros.
Cerca de La Vecilla, capitalidad del valle y cuyas construcciones corresponden a un tipo más bien urbano, se sitúa Sopeña de Curueño, donde el corredor se asoma los patios o corrales, unas veces cerrado con tablazón, otras con antepecho de madera o renovado en hierro y, generalmente, sobre pies derechos que crean un porche, como influjo de las casas agrícolas de la cercana ribera; se han visto tejadillos amplios sobre los boqueras de los pajares, a modo de cobertizo protector de la descarga de la hierba.
La cabecera del Torio es conocida como La Mediana; en ella encontramos algunos edificios con los testeros resaltados y rematados en losas de piedra de tipo pizarroso, que nos hablan de un pasado de cubiertas vegetales que hoy han desaparecido. Siguen dominando las casas bloque o cúbicas con los vanos recuadrados con grandes piedras o ladrillo, como en Cármenes, donde además podemos ver algunos balcones volados, miradores y galerías acristaladas, en casas de tipo urbano de principios de siglo. En la zona no merece la pena destacar más pueblos que Getino y Canseco como conjuntos arquitectónicos armónicos y el pequeño asentamiento de Felmín con testeros resaltados y patios con galerías y porches.
Correcillas, cercano a Matallana de Torio, es posiblemente el mejor conjunto arquitectónico de la Montaña central, a pesar de las renovaciones y construcciones modernas; las casas se sitúan en el fondo de un valle, adaptadas a la ladera, con unas calles que siguen, más o menos, las curvas de nivel y otras que ascienden con acusada pendiente y provocan distintas alturas en cada fachada.
El valle de la Valcueva pone en comunicación los valles del Torio y el Curueño, en él encontramos pueblos en los que se conservan las casas con corredor, como La Valcueva, y otros en los que dominan las casas más cerradas, con esquinas de sillería y grandes piedras en sus muros remarcando las puertas y las ventanas, como
Robles de la Valcueva, que se extiende a lo largo de la carretera ' en el que hace años había varios corredores, hoy desaparecidos.
En la parte alta del Bernesga se hallan los valles de Arbás y 1; Tercia, que fueron uno de los territorios más castigados en la pro vincia de León durante la Guerra Civil, como lo atestigua ei Villamanín, la plaza mayor y sus aledaños, reconstruidos por 1; Dirección General de Regiones Devastadas. No hay por ello pue blos que destaquen por la importancia de su arquitectura o por si urbanismo, ya que sólo se conservan algunas construcciones aisla das. En Casares, Cubillas y Viadangos de Arbás hay pequeña: construcciones de una planta, unidas unas a otras que tuvieror cubierta de paja; en Rodiezmo hay galerías acristaladas y er Camplongo el caserío más interesante.
En el valle de Gordón encontramos algunos pueblos en los quí la arquitectura popular tiene un cierto significado. Vega de Cordón se asienta en una estrecha franja de terreno entre la carretera y la montaña; su caserío se reparte por una tortuosa calle a la que se accede desde la carretera, por estrechos callejones. Conservs galerías abiertas y cerradas, destacando una doble en un edificio d« piedra con los vanos recuadrados de ladrillo. Una casa haciende esquina y con dos galerías, una a sur y otra en el testero, se puede ver en Huergas de Cordón, junto a casas con arcadas de medio punto en los portones, así como galerías al exterior y en los patios, vanos recuadrados de ladrillo o sillería y alguna escalera exterior.
Encajado a un lado de la carretera y de la vía del ferrocarril, Peredilla levanta sus casas a lo largo de una calle, en las que vemos construcciones semejantes a las de los dos pueblos citados anteriormente, con más galerías, unas exteriores y otras abiertas a los patios, y alguna escalera exterior. Se conserva un potro situado bajo un cobertizo.
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