Casas hidalgas
Toda la provincia es solar histórico donde los hidalgos eran a veces mayoría en el vecindario, aunque sólo unos pocos sellaron su influencia con una casa importante, casa de solar y de renta. Las casas hidalgas no tienen patria. Todo León es su sitio.
el lugar
La provincia leonesa, desde las repoblaciones medievales hasta la extinción práctica de la aristocracia local en el pasado siglo, ha sido escenario de señoríos reales o religiosos, dominios señoriales y poderes comendatarios que señalaban su importancia y posesiones edificando mansiones que infundieran poder y respeto.
Estos señoríos de conde o abad tienen una especial incidencia en el área berciana, donde florecen primero fortalezas y monasterios, y después mansiones y casonas solariegas en una gran mayoría de sus pueblos.
La montaña leonesa, desde la Babia de los Quiñones (condes de Luna) hasta Riaño y Prioro, acumula también una respetable densidad de construcciones hidalgas no siempre relacionadas con casas o apellidos nobles, sino con personajes que emigraron, hicieron fortuna o cargo y señalaron su éxito mejorando y enriqueciendo su casa o edificando una de nueva planta y mayor alarde.
No siempre están blasonadas estas casas, ni tampoco aquellas que disponen escudos heráldicos en sus fachadas responden a una vieja realidad noble o aristocrática, dado que en no pocas ocasiones, eclesiásticos de fortuna, caciques enriquecidos o algún ilustrado con rentas se hacían su propio blasón o bien lo integraban procedente de ruinas u otras localidades.
Casas de todo tipo de alarde, material, hechura y distinción. Buscan sobresalir del conjunto urbano del pueblo y de la arquitectura plebeya. Son la envidia y a veces el odio del pueblo. No son casas populares, pero la mano popular estuvo en el quid de su belleza y arrogancia.
las casas
Como construcciones de alarde, las casas hidalgas formulan su arquitectura hacia el exterior, fachada de impacto, material noble.
Su estilo arquitectónico casi nunca es propio del lugar; se importa; es técnica depurada y estilo culto. Aun así, se ven algunos ejemplares donde el grueso de la edificación responde a los usos populares de la comarca: tapial, canto esmochado, piedra sin cantear...
Aunque perviven algunos palacetes y restos de arquitectura noble de la Edad Media y no pocas casonas y arcadas renacentistas, es en el siglo XVIII cuando se levantan la mayor parte de estas casas que aun pueden verse en prácticamente todo su esplendor inicial, aunque también es cierto que sus interiores han sufrido serias modificaciones o abandonos a consecuencia, por lo general, de las múltiples particiones y herencias que ha sufrido la propiedad.
Planos y mano de obra especializada llegaban, en muchas ocasiones de arquitectos y especialistas venidos de fuera para levantar iglesias o palacios, aprovechando los encargos paralelos que les surgían.
Material que da el suelo. Piedra o barro. Armas de arquitectura popular, pero empuñadas en mano culta con escuadra y cincel Los materiales de la casa hidalga son también los de la tierra y algo más, sillar o dintel que puede llegar desde muy lejos para reafirmar la solvencia y alarde del dueño.
Los materiales
En el Bierzo, piedra de esquisto pizarroso. En Maragatería, piedra moraliza o de Pedredo. En Campos, ladrillo mudejar y barro ornado. En la montaña, caliza y sillar canteado. En cada lugar, los materiales de la casa hidalga son los propios.
Sin embargo, con arquitectos y albañiles llegados de lejos vienen también normas y estilos que exigen otros materiales que a su vez se importan: piedras rosadas, roca jaspeada, laja pizarrosa de todo color, maderas segovianas, estucadores del sur...
En aquellas casas hidalgas o solariegas de menos pretensión participan operarios locales, normas tradicionales de edificación y materiales propios. Aunque algunos elementos sigan siendo cultos, gran parte de muros y distribuciones corresponden a una mentalidad rural (muros de canto rodado, paños de tapial entretenidos con ladrillo o cabezuelas de alero en el estilo lugareño).
La madera es elemento básico en este tipo de construcciones, cuyo peso y envergadura exigen armadura carpinteras de mucha consistencia (en muchos casos, la planta superior exige una especial solidez del maderamen al soportar un ensolado de losa o baldosa de barro).
Casas de renta y hacienda dan trabajo y en torno a ellas el pueblo encuentra algunos jornales y referencias para copiar y aplicar a sus propias casas.
...y mas
Las casas hidalgas y solariegas significan una penetración de estilos de construir ajenos a la tradición y, en no pocos sentidos, su influencia, perniciosa o estimulante, se deja ver en la evolución de la arquitectura popular inmediata.
Las prerrogativas que suelen acompañar a sus dueños permiten que en algunas casas hidalgas se establezca una capilla y un panteón familiar propio.
La casa hidalga se pretende siempre lo más autárquica posible y en su conjunto suele disponer de todo: horno y cocina de amasar y curar, cuadras y caballerizas, alojamiento de carruajes, granja y huerta contigua, paneras y silos, pozos, (en ocasiones, incluso una herrería o fragua, toda vez que este tipo de casas la precisaba tanto para el utillaje agrario que necesitara, como para resolver la cantidad de hierro y forja que suele utilizarse en el alarde de su construcción en balconadas, herrajes, etc.).
Es normal que el zaguán al que da entrada un portón de carruajes suela estar empedrado al uso floreado del lugar con canto plano y vertical.
Se estima en más de tres mil las casonas hidalgas y solariegas que en la actualidad se encuentran en pie en la provincia de León.
alma del pueblo
En una tierra donde la hidalguía abundó hasta dar este título común a gran parte de la vecindad, la casa hidalga y solariega es paisaje de cada pueblo, referencia de su historia, envidia de todos y orgullo local. Las hay de toda suerte y hechura, desde el gran palacio al solar rústicamente ennoblecido con edificación solvente. Blasonadas o no, su norma es la nobleza y su objetivo infundir respeto al poder que representan.
el lugar
La provincia leonesa, desde las repoblaciones medievales hasta la extinción práctica de la aristocracia local en el pasado siglo, ha sido escenario de señoríos reales o religiosos, dominios señoriales y poderes comendatarios que señalaban su importancia y posesiones edificando mansiones que infundieran poder y respeto.
Estos señoríos de conde o abad tienen una especial incidencia en el área berciana, donde florecen primero fortalezas y monasterios, y después mansiones y casonas solariegas en una gran mayoría de sus pueblos.
La montaña leonesa, desde la Babia de los Quiñones (condes de Luna) hasta Riaño y Prioro, acumula también una respetable densidad de construcciones hidalgas no siempre relacionadas con casas o apellidos nobles, sino con personajes que emigraron, hicieron fortuna o cargo y señalaron su éxito mejorando y enriqueciendo su casa o edificando una de nueva planta y mayor alarde.
No siempre están blasonadas estas casas, ni tampoco aquellas que disponen escudos heráldicos en sus fachadas responden a una vieja realidad noble o aristocrática, dado que en no pocas ocasiones, eclesiásticos de fortuna, caciques enriquecidos o algún ilustrado con rentas se hacían su propio blasón o bien lo integraban procedente de ruinas u otras localidades.
Casas de todo tipo de alarde, material, hechura y distinción. Buscan sobresalir del conjunto urbano del pueblo y de la arquitectura plebeya. Son la envidia y a veces el odio del pueblo. No son casas populares, pero la mano popular estuvo en el quid de su belleza y arrogancia.
las casas
Como construcciones de alarde, las casas hidalgas formulan su arquitectura hacia el exterior, fachada de impacto, material noble.
Su estilo arquitectónico casi nunca es propio del lugar; se importa; es técnica depurada y estilo culto. Aun así, se ven algunos ejemplares donde el grueso de la edificación responde a los usos populares de la comarca: tapial, canto esmochado, piedra sin cantear...
Aunque perviven algunos palacetes y restos de arquitectura noble de la Edad Media y no pocas casonas y arcadas renacentistas, es en el siglo XVIII cuando se levantan la mayor parte de estas casas que aun pueden verse en prácticamente todo su esplendor inicial, aunque también es cierto que sus interiores han sufrido serias modificaciones o abandonos a consecuencia, por lo general, de las múltiples particiones y herencias que ha sufrido la propiedad.
Planos y mano de obra especializada llegaban, en muchas ocasiones de arquitectos y especialistas venidos de fuera para levantar iglesias o palacios, aprovechando los encargos paralelos que les surgían.
Material que da el suelo. Piedra o barro. Armas de arquitectura popular, pero empuñadas en mano culta con escuadra y cincel Los materiales de la casa hidalga son también los de la tierra y algo más, sillar o dintel que puede llegar desde muy lejos para reafirmar la solvencia y alarde del dueño.
Los materiales
En el Bierzo, piedra de esquisto pizarroso. En Maragatería, piedra moraliza o de Pedredo. En Campos, ladrillo mudejar y barro ornado. En la montaña, caliza y sillar canteado. En cada lugar, los materiales de la casa hidalga son los propios.
Sin embargo, con arquitectos y albañiles llegados de lejos vienen también normas y estilos que exigen otros materiales que a su vez se importan: piedras rosadas, roca jaspeada, laja pizarrosa de todo color, maderas segovianas, estucadores del sur...
En aquellas casas hidalgas o solariegas de menos pretensión participan operarios locales, normas tradicionales de edificación y materiales propios. Aunque algunos elementos sigan siendo cultos, gran parte de muros y distribuciones corresponden a una mentalidad rural (muros de canto rodado, paños de tapial entretenidos con ladrillo o cabezuelas de alero en el estilo lugareño).
La madera es elemento básico en este tipo de construcciones, cuyo peso y envergadura exigen armadura carpinteras de mucha consistencia (en muchos casos, la planta superior exige una especial solidez del maderamen al soportar un ensolado de losa o baldosa de barro).
Casas de renta y hacienda dan trabajo y en torno a ellas el pueblo encuentra algunos jornales y referencias para copiar y aplicar a sus propias casas.
...y mas
Las casas hidalgas y solariegas significan una penetración de estilos de construir ajenos a la tradición y, en no pocos sentidos, su influencia, perniciosa o estimulante, se deja ver en la evolución de la arquitectura popular inmediata.
Las prerrogativas que suelen acompañar a sus dueños permiten que en algunas casas hidalgas se establezca una capilla y un panteón familiar propio.
La casa hidalga se pretende siempre lo más autárquica posible y en su conjunto suele disponer de todo: horno y cocina de amasar y curar, cuadras y caballerizas, alojamiento de carruajes, granja y huerta contigua, paneras y silos, pozos, (en ocasiones, incluso una herrería o fragua, toda vez que este tipo de casas la precisaba tanto para el utillaje agrario que necesitara, como para resolver la cantidad de hierro y forja que suele utilizarse en el alarde de su construcción en balconadas, herrajes, etc.).
Es normal que el zaguán al que da entrada un portón de carruajes suela estar empedrado al uso floreado del lugar con canto plano y vertical.
Se estima en más de tres mil las casonas hidalgas y solariegas que en la actualidad se encuentran en pie en la provincia de León.
alma del pueblo
En una tierra donde la hidalguía abundó hasta dar este título común a gran parte de la vecindad, la casa hidalga y solariega es paisaje de cada pueblo, referencia de su historia, envidia de todos y orgullo local. Las hay de toda suerte y hechura, desde el gran palacio al solar rústicamente ennoblecido con edificación solvente. Blasonadas o no, su norma es la nobleza y su objetivo infundir respeto al poder que representan.
Atrás
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home