Casas omañesas
Cruce de geografías y culturas. Omaña es comarca de transición y mestizaje de pueblos y paisajes. Vida y hábitos de montaña. Gobierna el frío y determina sus construcciones.
el lugar
La comarca omañesa se encuentra acaballada entre el Luna, Babia, Laciana y el Bierzo sintetizando en muchas formas las características de todas ellas.
De la naturaleza del suelo, de la tierra, surgen las casas. La geología omañesa es un conjunto de piedra pizarrosa (pizarras arcillosas y areniscas) que alternan con otras formaciones cuarcíticas, materiales devónicos, margas y dolomías.
Su clima es intemperante, frío y menos lluvioso que en la montaña contigua, aunque el fondo del valle omañés se suavizan los rigores dado su cerramiento y extrechez.
La economía tradicional se ha sustanciado en la ganadería ovina y vacuna con una agricultura complementaria de cereal de secano, pra-derío en la artesa del valle y huertas de corto ciclo como base de autoabastecimiento doméstico.
La ganadería ovina se complementó históricamente con la llegada de rebaños de merinas trashumantes en puertos de pasto veraniego del norte omañés.
Aunque la agricultura y pastoreo tradicional deforestaron gran parte de la comarca, Omaña presenta aún buenos paños de robledal superviviente por lo general en las laderas norte de sus montes.
La despoblación de Omaña ha afectado en los últimos años a más del cuarenta por ciento de sus habitantes.
Sin tener características específicamente propias, la casa omañesa, al igual que la comarca, es un resumen de la casa montañesa, lacianiega y berciana. En esta síntesis radica su personalidad.
las casas
Pese a que el tópico hace radicar la palloza y las casas de teito en otras comarcas leonesas de renombre (Bierzo y Aneares), lo cierto es que Omaña es la zona que mejor y mayor número de casas teitadas ha conservado hasta nuestros días.
el lugar
La comarca omañesa se encuentra acaballada entre el Luna, Babia, Laciana y el Bierzo sintetizando en muchas formas las características de todas ellas.
De la naturaleza del suelo, de la tierra, surgen las casas. La geología omañesa es un conjunto de piedra pizarrosa (pizarras arcillosas y areniscas) que alternan con otras formaciones cuarcíticas, materiales devónicos, margas y dolomías.
Su clima es intemperante, frío y menos lluvioso que en la montaña contigua, aunque el fondo del valle omañés se suavizan los rigores dado su cerramiento y extrechez.
La economía tradicional se ha sustanciado en la ganadería ovina y vacuna con una agricultura complementaria de cereal de secano, pra-derío en la artesa del valle y huertas de corto ciclo como base de autoabastecimiento doméstico.
La ganadería ovina se complementó históricamente con la llegada de rebaños de merinas trashumantes en puertos de pasto veraniego del norte omañés.
Aunque la agricultura y pastoreo tradicional deforestaron gran parte de la comarca, Omaña presenta aún buenos paños de robledal superviviente por lo general en las laderas norte de sus montes.
La despoblación de Omaña ha afectado en los últimos años a más del cuarenta por ciento de sus habitantes.
Sin tener características específicamente propias, la casa omañesa, al igual que la comarca, es un resumen de la casa montañesa, lacianiega y berciana. En esta síntesis radica su personalidad.
las casas
Pese a que el tópico hace radicar la palloza y las casas de teito en otras comarcas leonesas de renombre (Bierzo y Aneares), lo cierto es que Omaña es la zona que mejor y mayor número de casas teitadas ha conservado hasta nuestros días.
La casa de teito omañesa suele ser rectangular, de una sola planta y en ella se integraban uno o dos cuartos de vivienda junto a las estancias estrictamente ganaderas. Actualmente son escasos los ejemplares que se mantienen en buenas condiciones y en ningún caso se utilizan como vivienda, sino como construcción complementaria.
La casa de teito evolucionó hacia las dos plantas, cambió la paja de centeno por la losa pizarrosa irregular y estableció la vivienda en la planta superior, dejando la inferior para cuadras y ganados menores. Dispone por lo común de corral interior y en sus fachadas es frecuente la aparición de corredor tableteado al que se accede por escalera de patín y bajo el cual se establece un breve pórtico en el que alojar carros, leñas o aperos.
Omaña presenta el mayor número de casas en planta de L o de U (en ocasiones incluso Z) que recuerdan la pretendida casa semicircular de Laciana (cuya existencia aún está por demostrar).
La condición hidalga de la comarca hace reflejar en la casa popular elementos cultos como portones de arco, dinteles o piedras de sillar angulando y conformando puertas y ventanas que pueden conciliarse con el escalonamiento tradicional de testeros a base de losas pizarrosas.
Piedra y roble. La tierra omañesa lo da, La casa, una vez más, es una sublevación del suelo que convierte la peña en albergue.
Los materiales
A simple vista o a vista de pájaro, los pueblos omañeses se diferencian por sus tejados (al sur manda la teja; el norte es imperio de la pizarra). En medio de ambos subsisten las tradicionales y arcaicas construcciones de teito, es decir, techadas con cuelmos de paja de centeno.
Muros de vivienda, tapias o cercas se arman con piedra pizarrosa, laja generalmente menuda, que se casa con mortero cíe barro y cal y, en ocasiones, en seco, dada la fácil encuader-nación de estas piedras aplanadas (cierres de muretes y linderos, sobre todo). Estos esquistos se refuerzan en ocasiones con sillares de arenisca dorada o caliza gris.
Las piedras de losa se reservan para cubrir muros, a modo de albarda, o para escalonar los testeros.
También suele verse mezclado con la piedra dominante el canto rodado de lecho fluvial (por ejemplo, Valdesamario).
La madera, fundamentalmente roble, se utiliza en la armadura de la casa y en toda su carpintería (contracercos que hacen de dintel o jambas, así como en forma de tabla para cerrar corredores, petos o entrepaños).
La paja de centeno fue el elemento más usual en la cubrición de casas. Para la preparación correcta de este material era necesario su siega manual y una conveniente disposición de los cuelmos y sus ataduras (vilortas de la misma paja o ramas mimbreras).
La piedra sobre piedra no acaba en viviendas y pueblos. La arquitectura tradicional omañesa sigue sendas y alejamientos para estar presente en cada mirada del paisaje.
...y más
La vocación histórica ganadera de la comarca hace aflorar en sus zonas de pastoreo majadas y apriscos, cuya fábrica no difiere en materiales y estilos de las casas y pueblos. Sus formas y plantas son irregulares y las hay de todo tipo (cuadrangulares, redondeadas), completándose a veces con una choza (no chozo) que alberga al pastor y sus enseres.
Cuadras y estancias para el ganado no siempre se integran en la vivienda, de modo que pueden verse en ocasiones en las afueras del pueblo. Este uso ganadero ha permitido pervivir hasta hoy los últimos restos de la casa de teito.
Los pozos son una construcción singular en Omaña, al tener que construirse por la escasez de manantiales. Alojados en el interior de las viviendas, se ultiman con peto y brocal de piedra, se cubren con tabla o losa y, por lo general, disponen de tejadillo de pizarra (de una o dos aguas) que aloja la polea.
Existen muy pocos casos de palomares en la comarca (sólo tres en la zona sur y todos de forma circular con tejado a un agua y de solo un recinto).
Los colmenares fueron actividad económica complementaria y se defendían con un múrete circular de piedra.
Molinos de una sola piedra, alguna fragua y herraderos completan el arcaico paisaje arquitectónico de la comarca.
Alma del pueblo
La norma del cruce y del encuentro define la casa omañesa. Resumen de comarcas vecinas: Bierzo, Laciana, Babia, Luna, Riberas... Síntesis de estilos y culturas. Arcaísmos, rasgos hidalgos y evoluciones cultas se concilian en el paisaje de pueblos omañeses. Sin tener rasgos específicos propios, la casa omañesa tiene su personalidad en un bello eclecticismo.
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