La sierra de Béjar y Candelario
Al este de la sierra de la Peña de Francia, la Cordillera Central conforma la sierra de Candelario o sierra de Béjar y Candelario, dado que la capitalidad de la comarca reside en esa ciudad. Es una zona montañosa que separa la región de León de las tierras extremeñas y que, al este, da paso a las tierras abulenses y la sierra de Gredos.
La piedra granítica domina la planta baja de las construcciones, donde aparece, en muchos casos, en forma de sillería, en las esquinas y en los vanos, preferentemente. En las plantas superiores encontramos el entramado de madera, que se rellena en unas ocaLa arquitectura de esta comarca, como veremos, difiere en poco de la vista en la Peña de Francia, dominando en muchos casos los edificios de tres plantas con la solana en la superior. La dedicación de una gran parte de la población de la comarca a la industria chacinera ha obligado a destinar en las casas un espacio amplio dedicado a secadero y cura de estos productos, que se sitúa en la última planta, a la que se abre la solana. La planta baja se deja para el almacenamiento de los productos agrarios, los aperos y otros enseres, mientras que la planta primera, y la segunda cuando la hay, se destinan a la vivienda. En los pueblos más rurales las viviendas suelen ser de dos plantas, en las que el corredor o solana aparece con las mismas características.
Los edificios se conservan bastante bien en la mayor parte de los pueblos, pero se están introduciendo muchas e importantes reformas, como la incorporación del hierro a las barandillas de las solanas, la sustitución la las vigas de madera que sustentan éstas por viguetas de hormigón y la llegada de las carpinterías de aluminio y el fibrocemento.
Territorialidad
La población más importante del territorio es Béjar, importante arquerías que dinteles. El número de plantas suele ser de tres y cuatro y en las medianerías se colocan tejas para su protección.
La localidad más interesante desde el punto de vista de la arquitectura popular es Candelario. Se encuentra en una ladera de acusada pendiente lo que ocasiona calles muy «pindias», que marcan la población al dar una imagen escalonada de las casas; Por las calles descienden las aguas de algunas acequias o fuentes, encauzadas en canales a uno de sus laterales y su rítmico sonido llega a ser tan importante que forma parte del urbanismo y de la arquitectura. Las casas están, por lo general, muy cuidadas y construidas con gusto y esmero, con cierto aire señorial. En las puertas de entrada aparece un doble portón a media altura y con una forma muy peculiar que permite ventilar el interior sin que accedan a él los animales o las nieves de la calle. Las solanas se protegen por el vuelo del alero. Las medianerías suelen protegerse con tablas yuxtapuestas, lo que ya se vio en la Alberca, o recubriéndolas de tejas.
Cerca de Candelario se sitúan las poblaciones serranas de Navacarros y La Hoya, más pequeñas, sencillas, con una arquitectura menos espectacular, pero que sigue las mismas pautas y esquemas, con edificios más pequeños y sencillos en los que destacan los grandes bloques de piedra granítica. Las cubiertas son de teja, como en toda la zona, pero aquí algunos faldones aparecen muy prolongados y hay soluciones llamativas en los encuentros de cubierta.
Al sur de Béjar, descendiendo hacia las tierras cacereñas, se encuentran las localidades de Cantagallo y Puerto de Béjar, con una arquitectura menor tanto en tamaño como en volumen, pero resaltando las solanas, en las que la madera de los barandales se ha sustituido por el hierro, y las grandes piedras de granito, que se hacen visibles en las casas que no están encaladas, las menos.
En el valle formado por el río Cuerpo de Hombre, afluente del Alagón, encontramos Montemayor del Río, una población homogénea adaptada a una ladera que mira a sureste y que desde su mala carretera de acceso ofrece una perspectiva muy elocuente. Las casas son más sencillas que en Candelario, dominando, como en los anteriores, el encalado de las fachadas y las solanas en muchos casos dobles. Las casas tienen por lo general tres plantas, con muros de entramado, relleno de piedra pequeña; las calles, de pendiente variable, se abren en acogedoras plazas hacia las que se vuelcan los edificios con sus sencillas galerías abiertas; algunas medianerías se recubren de teja.
Por último citemos La Calzada de Béjar, donde destaca el carácter rural, con soportales sobre pilares de piedra, balaustradas de hierro o madera, vuelos del tejado sobre los balcones, algunos dinteles de madera y algo de adobe.
La piedra granítica domina la planta baja de las construcciones, donde aparece, en muchos casos, en forma de sillería, en las esquinas y en los vanos, preferentemente. En las plantas superiores encontramos el entramado de madera, que se rellena en unas ocaLa arquitectura de esta comarca, como veremos, difiere en poco de la vista en la Peña de Francia, dominando en muchos casos los edificios de tres plantas con la solana en la superior. La dedicación de una gran parte de la población de la comarca a la industria chacinera ha obligado a destinar en las casas un espacio amplio dedicado a secadero y cura de estos productos, que se sitúa en la última planta, a la que se abre la solana. La planta baja se deja para el almacenamiento de los productos agrarios, los aperos y otros enseres, mientras que la planta primera, y la segunda cuando la hay, se destinan a la vivienda. En los pueblos más rurales las viviendas suelen ser de dos plantas, en las que el corredor o solana aparece con las mismas características.
Los edificios se conservan bastante bien en la mayor parte de los pueblos, pero se están introduciendo muchas e importantes reformas, como la incorporación del hierro a las barandillas de las solanas, la sustitución la las vigas de madera que sustentan éstas por viguetas de hormigón y la llegada de las carpinterías de aluminio y el fibrocemento.
Territorialidad
La población más importante del territorio es Béjar, importante arquerías que dinteles. El número de plantas suele ser de tres y cuatro y en las medianerías se colocan tejas para su protección.
La localidad más interesante desde el punto de vista de la arquitectura popular es Candelario. Se encuentra en una ladera de acusada pendiente lo que ocasiona calles muy «pindias», que marcan la población al dar una imagen escalonada de las casas; Por las calles descienden las aguas de algunas acequias o fuentes, encauzadas en canales a uno de sus laterales y su rítmico sonido llega a ser tan importante que forma parte del urbanismo y de la arquitectura. Las casas están, por lo general, muy cuidadas y construidas con gusto y esmero, con cierto aire señorial. En las puertas de entrada aparece un doble portón a media altura y con una forma muy peculiar que permite ventilar el interior sin que accedan a él los animales o las nieves de la calle. Las solanas se protegen por el vuelo del alero. Las medianerías suelen protegerse con tablas yuxtapuestas, lo que ya se vio en la Alberca, o recubriéndolas de tejas.
Cerca de Candelario se sitúan las poblaciones serranas de Navacarros y La Hoya, más pequeñas, sencillas, con una arquitectura menos espectacular, pero que sigue las mismas pautas y esquemas, con edificios más pequeños y sencillos en los que destacan los grandes bloques de piedra granítica. Las cubiertas son de teja, como en toda la zona, pero aquí algunos faldones aparecen muy prolongados y hay soluciones llamativas en los encuentros de cubierta.
Al sur de Béjar, descendiendo hacia las tierras cacereñas, se encuentran las localidades de Cantagallo y Puerto de Béjar, con una arquitectura menor tanto en tamaño como en volumen, pero resaltando las solanas, en las que la madera de los barandales se ha sustituido por el hierro, y las grandes piedras de granito, que se hacen visibles en las casas que no están encaladas, las menos.
En el valle formado por el río Cuerpo de Hombre, afluente del Alagón, encontramos Montemayor del Río, una población homogénea adaptada a una ladera que mira a sureste y que desde su mala carretera de acceso ofrece una perspectiva muy elocuente. Las casas son más sencillas que en Candelario, dominando, como en los anteriores, el encalado de las fachadas y las solanas en muchos casos dobles. Las casas tienen por lo general tres plantas, con muros de entramado, relleno de piedra pequeña; las calles, de pendiente variable, se abren en acogedoras plazas hacia las que se vuelcan los edificios con sus sencillas galerías abiertas; algunas medianerías se recubren de teja.
Por último citemos La Calzada de Béjar, donde destaca el carácter rural, con soportales sobre pilares de piedra, balaustradas de hierro o madera, vuelos del tejado sobre los balcones, algunos dinteles de madera y algo de adobe.
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