Cosas de los demonios
FULGENCIO FERNÁNDEZ
La Crónica de León 11/5/2006
En 1986 el psicólogo Miguel Angel Castañón llegó a Tolibia de Arriba a la hora de la salida de la misa del domingo y como le gusta provocar, él dice que son técnicas de comunicación, espetó a los asistentes.
- ¿Qué es eso de los duendes de Tolibia?
- Cosas de los demonios.
Y, añade él, alguno se hizo la señal de la cruz.
Cinco años antes el entonces poeta Julio Llamazares recorría el río Curueño a pie para escribir un libro -'El río del olvido'- y como no era psicólogo sino caminante entró 'por lo suave' a los habitantes de la llamada casa de los duendes de Tolibia.
- ¿Qué es eso de los duendes?
- Cosas de la gente.
Pero al escritor le pareció que bajaban la voz y se dirigió al teleclub, que siempre es más proclive a las confidencias, y repitió la pregunta, y allí sí logró que le reconocieran que en lo de los duendes todos creeny todavía había vecinos que vivían los hechos, como Celedonia.
Hoy ya no hacen la señal de la cruz pero los vecinos aún se dividen entre los que te dicen que no hurgues en esas cosas, que eran muy raras «cosas de los demonios» los que hablan del asunto sin mayor recelo. «Con lo que hay por el mundo, peor duende será Bush». «O Carod Rovira» añade otro desde el tractor.
«La cosa fue allá para finales del siglo pasado (se refieren al XIX» y los protagonistas de esta historia de la que ya nadie duda -hasta el punto de que por la comarca Tolibia es «el pueblo de los duendes» -eran el tío Valiente, que era arriero, y su mujer Margarita, en cuya casa comenzaron a suceder hechos extraordinarios que otros muchos vecinos pudieron comprobar, aunque no les gustara en exceso hablar de ellos.
Los más comentados son los relacionados con el ganado. En varias ocasiones las vacas aparecieron atadas de dos en dos en el mismo pesebre y con una sola cadena. «Algo que no se podía hacer ni por las buenas ni por las malas, pero varias veces aparecieron así».
Pero el caso más extraño fue cuando Valiente y Margarita escucharon ruidos en el pajar, sobre la cuadra, y al subir se encontraron que habían subido vacas pese a que por los huecos existentes era imposible pasar. Todo el pueblo tuvo que participar en 'el rescate', utilizando cuerdas y poleas y convirtiéndose en el motivo central de conversación. Los habitantes de la casa llegaron a tener miedo a entrar allí, pero ocurría un hecho curioso, cuando el tío Valiente tenía miedo su mujer no, y al revés.
Empezó a llegar gente a visitar la casa. El cura la bendecía con el hisopo pero se sucedían los hechos extraordinarios. Margarita se cansó, fue a la iglesia, cogió una cruz y entró sola en la casa. «Si eres cosa del diablo, márchate y si eres de Dios, manifiéstate».
Dicen que le contó que «era de Dios», concretamente el alma de un fraile misionero al que por error dijeron la misa de funeral antes de que muriera.
El caso es que se acabaron los fenómenos extraños y llegó la paz a la casa. En el pueblo sigue viva la leyenda, aunque ya murieron quienes lo vivieron y hay quien disiente de la historia oficial. Ovidio el de La Mata, que está en el geriátrico de Vegacervera, que sabe todo de maquis, lo tiene claro. «¿Cosas del demonio? De dos demonios, del cura de Tolibia y otro asturiano que lo prepararon todo».
– ¿Entonces, qué fue eso de los duendes?
La Crónica de León 11/5/2006
En 1986 el psicólogo Miguel Angel Castañón llegó a Tolibia de Arriba a la hora de la salida de la misa del domingo y como le gusta provocar, él dice que son técnicas de comunicación, espetó a los asistentes.
- ¿Qué es eso de los duendes de Tolibia?
- Cosas de los demonios.
Y, añade él, alguno se hizo la señal de la cruz.
Cinco años antes el entonces poeta Julio Llamazares recorría el río Curueño a pie para escribir un libro -'El río del olvido'- y como no era psicólogo sino caminante entró 'por lo suave' a los habitantes de la llamada casa de los duendes de Tolibia.
- ¿Qué es eso de los duendes?
- Cosas de la gente.
Pero al escritor le pareció que bajaban la voz y se dirigió al teleclub, que siempre es más proclive a las confidencias, y repitió la pregunta, y allí sí logró que le reconocieran que en lo de los duendes todos creeny todavía había vecinos que vivían los hechos, como Celedonia.
Hoy ya no hacen la señal de la cruz pero los vecinos aún se dividen entre los que te dicen que no hurgues en esas cosas, que eran muy raras «cosas de los demonios» los que hablan del asunto sin mayor recelo. «Con lo que hay por el mundo, peor duende será Bush». «O Carod Rovira» añade otro desde el tractor.
«La cosa fue allá para finales del siglo pasado (se refieren al XIX» y los protagonistas de esta historia de la que ya nadie duda -hasta el punto de que por la comarca Tolibia es «el pueblo de los duendes» -eran el tío Valiente, que era arriero, y su mujer Margarita, en cuya casa comenzaron a suceder hechos extraordinarios que otros muchos vecinos pudieron comprobar, aunque no les gustara en exceso hablar de ellos.
Los más comentados son los relacionados con el ganado. En varias ocasiones las vacas aparecieron atadas de dos en dos en el mismo pesebre y con una sola cadena. «Algo que no se podía hacer ni por las buenas ni por las malas, pero varias veces aparecieron así».
Pero el caso más extraño fue cuando Valiente y Margarita escucharon ruidos en el pajar, sobre la cuadra, y al subir se encontraron que habían subido vacas pese a que por los huecos existentes era imposible pasar. Todo el pueblo tuvo que participar en 'el rescate', utilizando cuerdas y poleas y convirtiéndose en el motivo central de conversación. Los habitantes de la casa llegaron a tener miedo a entrar allí, pero ocurría un hecho curioso, cuando el tío Valiente tenía miedo su mujer no, y al revés.
Empezó a llegar gente a visitar la casa. El cura la bendecía con el hisopo pero se sucedían los hechos extraordinarios. Margarita se cansó, fue a la iglesia, cogió una cruz y entró sola en la casa. «Si eres cosa del diablo, márchate y si eres de Dios, manifiéstate».
Dicen que le contó que «era de Dios», concretamente el alma de un fraile misionero al que por error dijeron la misa de funeral antes de que muriera.
El caso es que se acabaron los fenómenos extraños y llegó la paz a la casa. En el pueblo sigue viva la leyenda, aunque ya murieron quienes lo vivieron y hay quien disiente de la historia oficial. Ovidio el de La Mata, que está en el geriátrico de Vegacervera, que sabe todo de maquis, lo tiene claro. «¿Cosas del demonio? De dos demonios, del cura de Tolibia y otro asturiano que lo prepararon todo».
– ¿Entonces, qué fue eso de los duendes?
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1 Comments:
Hola soy de Tolibia, soy joven pero mi bisabuelo sí conocía todo lo referente a ese tema.
Él era un hombre muy serio y con un carácter muy arrugado por las vivencias pasadas,sin embargo respecto a lo ocurrido allí admitía que era cierto.
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