Cabrera
Es una comarca geográficamente cerrada que tradicionalmente sólo ha tenido dos accesos: por las salidas de los ríos que la surcan, el Eria y el Cabrera, aunque en los tiempos recientes se han abierto algunos pasos de montaña hacia el Bierzo, Sanabria y Orense. Se marcan en ella dos zonas muy diferenciadas: la Cabrera Alta y la Cabrera Baja. La primera se corresponde con el curso alto del río Eria; es una zona más o menos llana cercada por las sierras de Cabrera y del Teleno, que se corta bruscamente cuando llega al valle del río Cabrera, en el alto de Carbajal o el puerto de El Palo. La Cabrera Baja está formada por el valle de este río desde su nacimiento por encima de La Baña, hasta su desembocadura en el río Sil, cerca de Puente de Domingo Flórez.
Las piedras pizarrosas configuran los muros de la arquitectura tradicional, que se cubre con losas bastas de pizarra. Los muros construidos con estas piedras son de gran plasticidad, siempre sin revocar, de color oscuro, a veces grisáceo y otras con tonos rojizos, en lo que influye, en muchos casos, el barro que se utiliza para el asentamiento de las piedras; dominan en los muros las formas curvas, aunque también encontramos esquinas con grandes piedra. La madera de roble es la más utilizada para los forjados y la carpintería entre la que destacan los corredores. Los dinteles son de madera, así como las jambas de las puertas.
Las casas de la Cabrera se asemejan a las del Bierzo, pero son algo más sencillas, más pobres, como la comarca, y con una estructura semejante, dos plantas, con las cuadras abajo, la vivienda encima y una escalera de acceso que suele desembocar en la solana.
De ésta señala García Grinda que
"una constante que caracteriza aquí el corredor es el carácter muy cerrado que le da el entablado continuo de madera vertical, en el cual a veces sólo se dejan unos pequeños huecos a modo de ventanas, que también se cierran con la misma disposición del entablado, apareciendo en su conjunto como un bloque casi cerrado. La imagen del cuerpo doble de Forna es muy expresiva al respecto. Otra solución frecuente es la apertura, dentro del cuerpo cerrado del corredor, de balcones centrales más o menos amplios, que emplean balaústres, cuadradillos o tabla recortada en sus petos abiertos".
Los pajares se disponen por regla general separados de la casa, formando grupos a la entrada de los pueblos y en ellos es donde aún encontramos cubiertas de paja. Los más destacados son los de Corporales ya que los de Truchas, por desgracia, fueron pasto de las llamas en los años sesenta.
Entre los edificios auxiliares hay que destacar los palomares de piedra, casi exclusivamente redondos, con techo de losa a un agua (a los que haremos referencia al tratar estos edificios en las comarcas centrales). Se encuentran sobre todo en la Cabrera Baja, entre La Baña y Nogar, aunque algún ejemplar se ve en la Cabrera Alta.
Las bodegas aparecen en escaso número en las proximidades del Bierzo.
La explotación de la pizarra y el aumento del nivel económico ha supuesto un cambio brusco de la vida y de las viviendas, muchas de las casas se han abandonado o arruinado, levantándose en su lugar casas de tipo urbano que rompen la estética de los pueblos; en ocasiones, éstas están a las afueras de los núcleos tradicionales con lo que la agresión visual es menor.
Territorialidad
Pozos, en la Cabrera Alta, está situada en la vertiente sur de la Sierra de Teleno, adaptada a la ladera, con calles en cuesta y estrechas; sus casas son, por lo común, de dos plantas; muchas tienen solanas cerradas, la mayor parte de las veces con tablazón, que en ocasiones se desarrollan en dos fachadas; el acceso se realiza por escaleras exteriores. Algunas construcciones auxiliares conservan cubiertas vegetales.
La capitalidad reside en Truchas, población bastante renovada, que hace unos años perdió en un incendio el grupo de pajares que se situaban alineados a la salida de la población. En Corporales, sin embargo, en el barrio de Pedrosa, se conserva al mejor conjunto de pajares de toda la Cabrera Alta. Este pueblo junto con Villar del Monte y Valdavido mantienen los mejores ejemplos de arquitectura tradicional.
Al pie del nacimiento del Cabrera está La Baña, uno de los núcleos más grandes de la comarca; entre calles estrechas y rinconadas se mezclan sencillos edificios de dos plantas en los que la solana es un bloque compacto y cerrado por tablazón, al que se accede por una escalera de piedra, con otros modernos de varias alturas.
Trabazos se instala en medio de una ladera; la población actual se ha desplazado a viviendas «modernas» situadas más altas y a un lateral, con lo que el caserío antiguo conserva toda la homogeneidad que pudiéramos imaginar en un pueblo anclado en el tiempo; sus calles son estrechas y las solanas dominan con amplios vuelos, llegando casi a tocarse las de ambos lados de la calle, con esquinas redondeadas y todo el repertorio de elementos y formas arquitectónicas que pueden verse en la comarca. Lástima que se estén arruinando o renovando de mala manera muchos de los edificios dada la importancia que tienen tanto las construcciones como la configuración general. Forna sigue esquemas parecidos y está menos renovado.
En Robledo y Quintanilla de Losada, junto a buenos ejemplos de casas con solana cerrada con tablazón, como en la mayor parte de los pueblos de la Cabrera, se levanta el mejor grupo de palomares, varios están restaurados; además podemos ver hornos exteriores, volados en la fachada, alguno semicilíndrico, de barro.
Junto al río Cabrera, en el momento en que éste se encajona y su escasa vega desaparece, se sitúa Nogar, con las casas escalonadas en la ladera; la vista desde el otro lado del río es una bella estampa de la arquitectura popular, con la superposición de muros, solanas, tejados, otras solanas, tejados, más solanas, más tejados...
En la zona más dura y con menor territorio cultivable, se asientan unas poblaciones de vida tan difícil que el dicho de la Cabrera señala que son: «Castrillo, Saceda, Marrubio y Noceda cuatro pueblos por los que Cristo no anduvo». Su visión desde la lejanía nos da una imagen clara: los pueblos se sitúan solos, aislados, en medio de una ladera pelada, lejos del río. Sus casas siguen los mismos esquemas vistos en toda la comarca, con las solanas, muy cerradas, dominando los edificios.
Al final de la comarca, cuando el valle se abre y se crea una pequeña vega en el entorno del río Cabrera, las poblaciones bajan y se dulcifica algo, no solo su orografía, sino también su arquitectura, que aunque mantiene los mismos parámetros del resto del territorio, en algunos de los pueblos las galerías o solanas se abren, eliminando parte del tablazón que hasta ahora las presentaba como un bloque cerrado, pasando a ser más un corredor. Sotillo, Silván, Pombriego y Castroquilame son algunos de los pueblos destacados.
Las piedras pizarrosas configuran los muros de la arquitectura tradicional, que se cubre con losas bastas de pizarra. Los muros construidos con estas piedras son de gran plasticidad, siempre sin revocar, de color oscuro, a veces grisáceo y otras con tonos rojizos, en lo que influye, en muchos casos, el barro que se utiliza para el asentamiento de las piedras; dominan en los muros las formas curvas, aunque también encontramos esquinas con grandes piedra. La madera de roble es la más utilizada para los forjados y la carpintería entre la que destacan los corredores. Los dinteles son de madera, así como las jambas de las puertas.
Las casas de la Cabrera se asemejan a las del Bierzo, pero son algo más sencillas, más pobres, como la comarca, y con una estructura semejante, dos plantas, con las cuadras abajo, la vivienda encima y una escalera de acceso que suele desembocar en la solana.
De ésta señala García Grinda que
"una constante que caracteriza aquí el corredor es el carácter muy cerrado que le da el entablado continuo de madera vertical, en el cual a veces sólo se dejan unos pequeños huecos a modo de ventanas, que también se cierran con la misma disposición del entablado, apareciendo en su conjunto como un bloque casi cerrado. La imagen del cuerpo doble de Forna es muy expresiva al respecto. Otra solución frecuente es la apertura, dentro del cuerpo cerrado del corredor, de balcones centrales más o menos amplios, que emplean balaústres, cuadradillos o tabla recortada en sus petos abiertos".
Los pajares se disponen por regla general separados de la casa, formando grupos a la entrada de los pueblos y en ellos es donde aún encontramos cubiertas de paja. Los más destacados son los de Corporales ya que los de Truchas, por desgracia, fueron pasto de las llamas en los años sesenta.
Entre los edificios auxiliares hay que destacar los palomares de piedra, casi exclusivamente redondos, con techo de losa a un agua (a los que haremos referencia al tratar estos edificios en las comarcas centrales). Se encuentran sobre todo en la Cabrera Baja, entre La Baña y Nogar, aunque algún ejemplar se ve en la Cabrera Alta.
Las bodegas aparecen en escaso número en las proximidades del Bierzo.
La explotación de la pizarra y el aumento del nivel económico ha supuesto un cambio brusco de la vida y de las viviendas, muchas de las casas se han abandonado o arruinado, levantándose en su lugar casas de tipo urbano que rompen la estética de los pueblos; en ocasiones, éstas están a las afueras de los núcleos tradicionales con lo que la agresión visual es menor.
Territorialidad
Pozos, en la Cabrera Alta, está situada en la vertiente sur de la Sierra de Teleno, adaptada a la ladera, con calles en cuesta y estrechas; sus casas son, por lo común, de dos plantas; muchas tienen solanas cerradas, la mayor parte de las veces con tablazón, que en ocasiones se desarrollan en dos fachadas; el acceso se realiza por escaleras exteriores. Algunas construcciones auxiliares conservan cubiertas vegetales.
La capitalidad reside en Truchas, población bastante renovada, que hace unos años perdió en un incendio el grupo de pajares que se situaban alineados a la salida de la población. En Corporales, sin embargo, en el barrio de Pedrosa, se conserva al mejor conjunto de pajares de toda la Cabrera Alta. Este pueblo junto con Villar del Monte y Valdavido mantienen los mejores ejemplos de arquitectura tradicional.
Al pie del nacimiento del Cabrera está La Baña, uno de los núcleos más grandes de la comarca; entre calles estrechas y rinconadas se mezclan sencillos edificios de dos plantas en los que la solana es un bloque compacto y cerrado por tablazón, al que se accede por una escalera de piedra, con otros modernos de varias alturas.
Trabazos se instala en medio de una ladera; la población actual se ha desplazado a viviendas «modernas» situadas más altas y a un lateral, con lo que el caserío antiguo conserva toda la homogeneidad que pudiéramos imaginar en un pueblo anclado en el tiempo; sus calles son estrechas y las solanas dominan con amplios vuelos, llegando casi a tocarse las de ambos lados de la calle, con esquinas redondeadas y todo el repertorio de elementos y formas arquitectónicas que pueden verse en la comarca. Lástima que se estén arruinando o renovando de mala manera muchos de los edificios dada la importancia que tienen tanto las construcciones como la configuración general. Forna sigue esquemas parecidos y está menos renovado.
En Robledo y Quintanilla de Losada, junto a buenos ejemplos de casas con solana cerrada con tablazón, como en la mayor parte de los pueblos de la Cabrera, se levanta el mejor grupo de palomares, varios están restaurados; además podemos ver hornos exteriores, volados en la fachada, alguno semicilíndrico, de barro.
Junto al río Cabrera, en el momento en que éste se encajona y su escasa vega desaparece, se sitúa Nogar, con las casas escalonadas en la ladera; la vista desde el otro lado del río es una bella estampa de la arquitectura popular, con la superposición de muros, solanas, tejados, otras solanas, tejados, más solanas, más tejados...
En la zona más dura y con menor territorio cultivable, se asientan unas poblaciones de vida tan difícil que el dicho de la Cabrera señala que son: «Castrillo, Saceda, Marrubio y Noceda cuatro pueblos por los que Cristo no anduvo». Su visión desde la lejanía nos da una imagen clara: los pueblos se sitúan solos, aislados, en medio de una ladera pelada, lejos del río. Sus casas siguen los mismos esquemas vistos en toda la comarca, con las solanas, muy cerradas, dominando los edificios.
Al final de la comarca, cuando el valle se abre y se crea una pequeña vega en el entorno del río Cabrera, las poblaciones bajan y se dulcifica algo, no solo su orografía, sino también su arquitectura, que aunque mantiene los mismos parámetros del resto del territorio, en algunos de los pueblos las galerías o solanas se abren, eliminando parte del tablazón que hasta ahora las presentaba como un bloque cerrado, pasando a ser más un corredor. Sotillo, Silván, Pombriego y Castroquilame son algunos de los pueblos destacados.
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