Sanabria y Carballeda
Ocupan la parte noroeste de la provincia de Zamora; lindan por el norte con la Cabrera leonesa, al oeste con la provincia de Orense, al sur con Portugal y la sierra de la Culebra y al este con los valles de Benavente. Son territorios interrelacionados; Sanabria es más montañosa, con pueblos colgados en las laderas de los valles que convergen hacia Puebla de Sanabria; la Carballeda es una penillanura, entre los 850 y los 1.000 m de altitud, que desciende suavemente hacia el este para dejar paso a los valles de Benavente y que al sur choca con la sierra de la Culebra.
Los muros son de piedra, hechos generalmente «con sillares y mampuestos bien labrados, con guarniciones en todos los huecos, y las esquinas resueltas con piezas de gran longitud, trabadas a soga y tizón». En pueblos de la Carballeda cercanos a Sanabria las grandes piedras marcan los muros y los vanos, en algunos casos de un tamaño llamativo. En la misma comarca encontramos que las piedras se asientan en muchos casos con barro, material que se hace presente y adquiere notoriedad en la zona este, donde el tapial conforma los muros; la piedra enmarca puertas y vanos.
Las cubiertas son de pizarra en Sanabria y parte de la Carballeda, donde la teja aparece primero en las cumbreras, luego en la parte alta del tejado, rodeada de losas de pizarra, para pasar a ser el único material de cubierta, al este de la comarca.
Las construcciones más antiguas son de una sola planta, de la que a principios de siglo aún quedaban edificios habitados, encuadrados dentro de lo que Krüger llama casas-cuadra, y de los que se encuentran algunos ejemplares abandonados.
Los edificios de dos plantas son los más comunes y representativos del territorio; presentan la planta baja destinada al ganado con cuadras, aperos... y en un plano superior, más resguardada y defendida, la vivienda, con cocina, estancia, alcobas y algunas veces la panera. La escalera se sitúa al exterior y está construida de piedra, situándose frecuentemente adosada a la fachada principal, a veces va perpendicular a ella o se ubica en una de las fachadas laterales; cuando es perpendicular, el último tramo de escalera es de madera. El desembarco se produce en el corredor.
Existen algunos edificios con escaleras interiores, unas veces por falta de espacio exterior para colocar la escalera y, otras, porque se pretende dar mayor confort a la vivienda. En este caso la cocina suele pasar a la planta baja junto a otras dependencias como la bodega, la despensa... Cuando la casa dispone de patio trasero, la escalera y el corredor puede situarse en él, desapareciendo de la fachada en favor del balcón.
En Sanabria aparece una variante de lo anterior, más compleja: conjuntos de edificios en los que a la casa se unen varias dependencias agrícolas mediante un corral delantero o patio interior. En estos casos lo que se delimita por el conjunto es la vivienda, el corral, las cuadras y el cobertizo bajo el que se guardan el carro y los aperos. La entrada se hace directamente al corral y a él se abren las cuadras y la escalera de acceso a la vivienda; en algunos casos las dependencias aumentan, se amplían las cuadras, se incorporan bodegas... Hay ejemplos en los que se diferencian el corral del patio interior, accediendo al patio sólo las personas y al corral los animales. En algunos casos estas formas complejas son el resultado de agrupar varias viviendas.
La solana, en la mayor parte de las viviendas, sirve de acceso a la misma dado que la puerta de entrada, situada en la primera planta, se abre a ella. La solana no es un elemento siempre abierto, se cierra en muchos casos con tablones sin desbastar y en otros con encestados recubiertos de barro, llegando a formar una habitación más de la casa, pero dejando, generalmente, una parte abierta en el centro del corredor. A medida que las curvas de nivel descienden los corredores se abren totalmente. En Sanabria muchos corredores tienen una parte cerrada a modo de galería, con cristales, en las que aparecen formas que denotan influencias cultas. Es frecuente también la aparición en la fachada de balcones con rejería y que los corredores se desplacen al interior, al corral, creando patios, particulares o comunales, en los que éstos ocupan varios de sus lados, con diferentes tamaños, a veces muy amplios y otras estrechos y largos. En la Carballeda el corredor, aunque se reduce, sigue siendo importante, pero va dejando de ser el elemento más notorio de la fachada, para casi desaparecer y ser sustituido por los balcones en la parte más al este del territorio, destacando en Villardeciervos donde los balcones sobre grandes ménsulas de piedra, de influjo gallego, son seña de identidad.
Uno de los elementos que marca bastantes edificios de estas tierras son las chimeneas. En Sanabria suelen ser de un tamaño más o menos normal, dentro de lo que vemos en la arquitectura popular, construidas con piezas de madera y recubiertas de losas de pizarra. En la Carballeda son más grandes, generalmente con base de barro y forro de pizarra, en la parte oeste, y de tejas, al este; algunas tienen un tamaño llamativo, con tres pisos de altura y suelen corresponder con el lar u hogar tradicional de suelo. En el sur de esta comarca aparece un tipo muy singular denominado «candonga»: es la chimenea de un lar que remata en un cono de hie rro, éste presenta una abertura en la que se sitúa una barra, a modo de remo, que se orienta con el aire para que el tiro impida que la cocina se llene de humo.
Los hornos, que salen al exterior del edificio, suelen ser de piedra, semicilíndricos en todo el territorio, salvo en el este de la Carballeda, donde son de barro y tienen forma de cuarto de esfera, cubiertos por tejadillos sobre soportes.
Entre las construcciones auxiliares, aunque no parecen ser muy significativas en el territorio, hemos de reseñar los cobertizos para el carro y aperos, que sólo algunas veces aparecen como un elemento aislado, y las casetas para pozos, pequeñas construcciones cuadradas.
Los palomares aparecen en escaso número. Al este siguen las pautas y formas de la Tierra de Campos y en el resto son testimoniales y se asemejan a los de la Cabrera.
Una gran parte del caserío tradicional se encuentra abandonado o en ruina. Sin embargo en todas las poblaciones encontramos edificios renovados y rehabilitados con bastante corrección, manteniendo los materiales tradicionales de la zona en las reformas obligadas por las necesidades de los tiempos actuales. El potencia-miento turístico, sobre todo en el territorio de Sanabria, ha producido la llegada de nuevas reconstrucciones que nada tienen que ver con la zona, sin embargo no son, hasta ahora, ni muy numerosas, ni excesivamente discordantes.
Territorialidad
La capital de Sanabria es Puebla, situada alrededor de un pequeño cerro, a la vera del río Tera, bajo la mirada de su castillo. El caserío antiguo se adapta a las laderas de dicho cerro con edificios en los que dominan los balcones volados sobre ménsulas de piedra, los grandes aleros y los corredores de madera.
La parte principal de la comarca se sitúa al norte de Puebla de Sanabria; allí las poblaciones se encuentran asentadas en las laderas y valles. Por su configuración y adaptación al terreno, la mayor parte de los asentamientos son del tipo barrio o semidisperso, al construirse las casas cerca del territorio cultivable o en las vías de comunicación". Por todo ello no hay espacios comunes y los pueblos se reparten formando pequeñas agrupaciones y casas aisladas.
Este tipo de poblamiento es propicio al asentamiento de casas nuevas, de veraneo. El lago de Sanabria, con su fuerte atracción turística, ha influido de manera negativa en todos los pueblos del contorno. Hay un abandono de las construcciones tradicionales propiciado por la emigración y muchas de las casas que aparecen en los dibujos de Baez Mezquita", fechados en 1988, se encuentran hoy, diez años después, en un estado calamitoso que hace que a veces sea imposible reconocerlas.
Las poblaciones, según Báez Mezquita, pueden encuadrarse en dos apartados, los asentamientos de valle y los de media ladera. Entre los primeros hay que destacar Ribadelago y San Ciprián, asentados en terrenos de sedimento fluvial, y San Justo en medio del valle; los dos primeros son poblaciones cerradas, mientras que la tercera se presenta configurada en diversos barrios. Ribadelago, desde la rotura de la presa de la Vega de Tera en 1959, se encuentra abandonado, aunque se han recuperado algunas casas. San Ciprián llama la atención por la espectacularidad del asentamiento y por su aislamiento, que ha conservado la arquitectura más primitiva, muchos corredores con cerramientos de tabla y algunas cubiertas vegetales que en el resto de Sanabria son ya residuales. San Justo, a pesar de sus renovaciones, conserva agrupaciones con patios interiores o corrales, pero lo más destacado son las cenefas que dibujan líneas horizontales en la fachada, unas veces bajo el alero y otras marcando la separación de plantas, además de dinteles y recercos de vanos.
Los asentamientos de media ladera más interesantes son San Juan de la Cuesta, Valdespino, Cervantes y Rozas, todos ellos de tipo disperso; las agrupaciones de edificios o crean amplios corrales interiores que se abren a fachada a modo de vestechas o son de tipo lineal con corral delantero, dominando en todas los corredores y los miradores acristalados. En Rozas hay varios caretos para proteger los pozos.
La población de Rábano pasa de media ladera a lo más alto del cerro y su vista desde el Santuario de N.a S.a de la Alcobilla es clarificadora. Aquí dominan las células primarias o agrupaciones sim pies de dos viviendas con un pequeño patio o corral común. Los muros tienen interesantes soluciones constructivas, con grandes piedras, y volvemos a ver abundante decoración en las fachadas, más rica que la de San Justo.
En la Carballeda hay tres zonas diferenciadas: la cercana a Sanabria dominada por la piedra; la sur, pegada al norte de la sierra de la Culebra; y la este, cercana a los valles de Benavente, donde cambia el paisaje y el barro hace presencia. En el primer territorio hay que destacar las poblaciones de Quintanilla, Muelas de los Caballeros, Faramontanos de la Sierra y Rioconejos; en el segundo Entrepeñas y Villardeciervos, y en el tercero destaca Molezuelas de la Carballeda.
Quintanilla es una pequeña población situada a la vera de la sierra de Cabrera, en una tierra alta, cercana a los 1.000 m de altitud. Los muros son de piedra de sillarejo, escuadrada en las esquinas, rejuntada la mayor parte de las veces con barro, y la cubierta es siempre de losa de pizarra. Se conserva alguna casa-cuadra de una sola planta en las que destaca la gran chimenea del lar, escalonada en tres pisos y de forma piramidal, recubierta de pizarra. Lo más común son las casas de dos plantas con cocina y dependencias, abajo, y dormitorios arriba o todas las dependencias arriba y cuadras abajo, con escalera o patín; en ellas destaca la galería o corredor como un cuerpo volado a modo de balcón, con una parte cerrada por tablones y el resto con balaústres simples o, a veces, trabajados; en ocasiones el cierre se hace con un encestado recubierto de barro. El horno se marca al exterior con su forma semicilíndrica y cubierta de losa. Junto a un riachuelo se conservan varios molinos populares.
Muelas de los Caballeros destaca por sus grandes piedras graníticas, bien escuadradas y asentadas sin barro, lo que da a la población un aspecto más gallego. Hay muros muy bien trabajados, con balcones de forja a la calle, sobre piedras voladas o ménsulas. Siguen destacando las chimeneas.
Apartado de la carretera general, Faramontanos de la Sierras sigue usando en sus muros y tapias grandes piedras; hay galerías más pequeñas que las vistas hasta ahora y en menor número, en lo que puede influir la mayor altitud de la población que está cerca de los 1.100 m; abundan los hornos exteriores y las grandes chimeneas.
Rioconejos presenta algunas variantes: la piedra es más menuda y el barro se incorpora a los muros en las juntas, lo que da un aspecto dorado a las construcciones; en los vanos aparecen grandes piedras cercanas a los sillares; abundan las casas de patín y las balconadas o corredores, cerrados en parte; los hornos son exteriores y semicilíndricos. Encontramos también lajas de pizarra y algo de teja en las cubiertas, asentadas con barro, que aparece también en los tabiques de balcones recubriendo los encestados.
Al sur de la Carballeda encontramos Villardeciervos, población situada en un cruce de caminos, lo que le proporciona una configuración abierta con calles amplias; dominan las construcciones de tipo urbano con muros de piedra, a veces de sillería, y los balcones sobre ménsulas de piedra volada; se ven corredores de madera y puertas de entrada resguardadas del viento por paredes que sustentan una pequeña bóveda.
Entre la zona sur y la este de la Carballeda está Mombuey; la población destaca por su singular torre y ha sufrido en las últimas décadas una fuerte renovación de su caserío, en lo que ha cooperado su asentamiento junto a una de las más importantes carreteras nacionales. Aún encontramos algunas galerías, antiguas chimeneas y casas levantadas sobre las grandes rocas que emergen de la tierra.
Molezuelas de la Carballeda está cercano al valle de Vidriales, lo que marca los materiales y la configuración de su arquitectura popular. La piedra aparece en la cimentación, siendo los muros de tapial y adobe, perfectamente embarrados. La piedra está en las esquinas de las casas y en los vanos. Las casas más comunes son de tipo rural, con grandes portones, viviendas de dos plantas, corrales y dependencias agrícolas al interior. Se conservan algunas casas-cuadra, en las que destaca la gran chimenea del lar, de tres pisos, de barro, con tejas marcando las alturas y de gran plasticidad. Hay, además, hornos de barro de cuarto de esfera, al exterior de las casas.
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